Crímenes de Daniel Ortega fracturan a la izquierda latinoamericana

Columna
PanAm Post, 04.04.2023
Arturo McFields Yescas, periodista y embajador (r) nicaraguense
  • El escenario brutal de la tiranía de Daniel Ortega ha puesto a prueba a todos los gobiernos de izquierda y los ha obligado a replantear posiciones

La izquierda latinoamericana está fracturada y confrontada ante los crímenes de lesa humanidad de la dictadura de Nicaragua. Las posiciones variopintas van desde la defensa cínica hasta la condena lapidaria.

Nicaragua conmemora ya cinco años desde la represión de las protestas cívicas de abril. El país entero es una escena del crimen. La brutalidad del régimen dejó un saldo de 350 muertos, 2000 heridos y medio millón de exiliados. Lo que pasó en este pequeño país ha impactado a toda Latinoamérica.

Argentina, Chile y México respaldaron este lunes una resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU, para que un grupo de expertos prorrogue sus investigaciones sobre Nicaragua. Honduras y Bolivia se abstuvieron de votar y la dictadura de Cuba quiso matar la iniciativa antes de nacer.

El escenario brutal de la tiranía de Daniel Ortega ha puesto a prueba a todos los gobiernos de izquierda y los ha obligado a replantear posiciones. El presidente de Chile, Gabriel Boric, lo dijo así: «No se puede mirar para otro lado».

 

Brasil

El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva guarda un silencio ensordecedor sobre los crímenes de lesa humanidad en Nicaragua. El líder del Partido de los Trabajadores se opone a cualquier tipo de sanción contra el régimen. Ha dicho sin ningún rubor que, si Angela Merkel pudo estar más de una década en el poder, «¿por qué Ortega no?».

 

Argentina

El presidente Alberto Fernández ha transitado de la ambigüedad cómplice, a la crítica clara respecto a las violaciones de derechos humanos en Nicaragua. Ojo, todavía mantiene una solidaridad ciega con las dictaduras de Cuba y Venezuela, abarrotadas de cárceles con centenares de presos políticos.

 

Colombia

El gobierno del presidente Gustavo Petro inició con una posición clásica de izquierda sobre Nicaragua. Ideología primero, principios después. El exlíder del M-19 poco tiempo tardó en cambiar su posición y reconocer que Latinoamérica no puede tolerar la existencia de presos políticos en pleno siglo XXI.

 

México

Andrés Manuel López Obrador procura una tibia condena contra el régimen de Nicaragua, mientras juega a ser el mariachi de las dictaduras de Cuba y Venezuela. Su cercanía ideológica pesa mucho. Demasiado.

 

Chile

El presidente Gabriel Boric, desde antes de llegar al poder, fue un abierto critico de Daniel Ortega. Ha sido activo y muy vocal en condenar los destierros, las torturas, arrestos y otras violaciones a los derechos humanos. No ha tenido empacho en llamar a las cosas por su nombre y denunciar la existencia de «una dictadura familiar».

 

Bolivia

El presidente Luis Arce ha mantenido una silenciosa solidaridad con la dictadura de Nicaragua. Ambos países utilizan el Poder Judicial como arma política para castigar a sus adversarios. Para Arce, cuestionar a Ortega equivale a darse un tiro en el pie.

 

Honduras

La presidente Xiomara Castro y su esposo Manuel Zelaya han defendido a la dictadura de Nicaragua abiertamente. En 2009, tras el golpe de Estado en Honduras, el régimen les dio resguardo y protección. Jamás han vuelto a realizar una visita oficial a Nicaragua, pero procuran abstenerse de votar contra Ortega.

 

Cuba

La madre de las dictaduras, con 64 años sin elecciones libres y más de 1000 presos políticos, ofrece su apoyo incondicional a Nicaragua. Al igual que Venezuela, comparte una historia común de terrorismo de Estado y exilios forzados. Diferente país misma narrativa.

 

Las fracturas de la izquierda

El panorama de la izquierda latinoamericana parece desolador y sombrío. El compromiso ideológico suele cubrir multitud de transgresiones en materia de derechos humanos. Pese a esto, Nicaragua ha obligado a romper el silencio y las lealtades. Las fracturas de la izquierda latinoamericana son un buen síntoma. La indiferencia no es eterna. Vendrán tiempos mejores.

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