Diagnósticos del Chile que viene

Editorial
El Mercurio, 28.03.2017

Distintas miradas a nuestro país, sobre el estado en que lo heredará el próximo Presidente, parecen converger en algunos puntos centrales que podrían proveer un eje de acción para el futuro. Siete actores del acontecer nacional respondieron a "El Mercurio" sobre lo que enfrentará y deberá ejecutar el próximo gobierno. Si bien ellos provienen de actividades diferentes, que abarcan la empresa, grande y pequeña, los centros de estudios de la actividad pública o las organizaciones de la sociedad civil, todos parecen concordar en que Chile debe superar diferencias internas para avanzar en el desarrollo, un concepto que extienden más allá de lo puramente económico.

Conscientes de las dificultades, señalan que la situación actual le entregará al nuevo Presidente un país crispado, con un "espíritu gruñón", desencantado y exigente. La falta de crecimiento económico siempre produce un efecto similar, de molestia e irritación, que busca expresarse de cualquier forma. En Chile, las expectativas estuvieron muy altas a comienzo del actual gobierno, pero las condiciones internacionales y las reformas internas se mezclaron para producir un estancamiento en la economía, que ha rebotado destruyendo el ánimo positivo con que se inició el actual período. Así, la confianza en las instituciones se ha desplomado al igual que en muchos otros países, y con ese espíritu se han descubierto -o redescubierto- muchas señales de corrupción y de mal funcionamiento de entidades a las que se respetaba hasta hace muy poco.

En esas condiciones adversas deberá asumir un nuevo Presidente, que tendrá que alcanzar un alto grado de credibilidad si quiere señalar un camino de reencuentro social y político en el país. Ese parece ser el principal desafío que tendrá la sociedad chilena, puesto que restablecer ciertos grados de confianza es considerado algo indispensable tanto por el capellán del Hogar de Cristo como por el presidente de la Confederación Nacional del Transporte de Carga, coincidiendo con el presidente de Colbún y académicos destacados que cubren buena parte del espectro político. Alcanzar ese grado de amistad cívica, que permita reconstruir una comunidad política, no será la tarea del nuevo Presidente, pues en el mejor de los casos esa persona podrá convocar a distintos sectores, pero la voluntad de todos será necesaria para ir restableciendo las confianzas en el sistema político nacional.

Hay cambios culturales que deberán ser tomados muy en cuenta, según se aprecia en las miradas al Chile de hoy. El hecho de que los jóvenes ya no deseen trabajar para otros, como señala la presidenta de Asociación de Emprendedores de Chile, sino que buscan emprender por sí mismos las actividades que aspiran a desarrollar, es un cambio trascendente que debiese ser mirado con atención. El Estado debiera irse adaptando a los requerimientos de los nuevos emprendedores que pueden contribuir como pocos a retomar una senda de desarrollo.

Si bien puede ser cierto que ninguno de los candidatos haya elaborado un discurso tan sofisticado como el que exige el momento actual, según lo señala Daniel Mansuy, y que hay muchas incertidumbres sobre lo que puede traer la reforma electoral, también deben tomarse en cuenta las palabras de Ernesto Ottone, quien señala que no se han perdido las bases que permitieron el crecimiento económico y social. Las cifras de bienestar en Chile siguen siendo buenas. Tanto el estudio del PNUD sobre Desarrollo Humano como los recientemente dados a conocer sobre la felicidad en distintos países arrojan resultados que a la luz de los diagnósticos anteriores parecen paradojales. En efecto, Chile pasó al lugar número 20 en el mundo en cuanto a la felicidad de la gente con su vida, en circunstancias de que en 2012 estaba en el lugar 43. Algo similar revela el Índice de Desarrollo Humano, que deja ver que los chilenos han continuado progresando, aunque no siempre estén dispuestos a reconocer que con ello el país entero también lo ha hecho.

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