El coste de no saber ponerse el velo

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Republica, 04.10.2022
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español
El velo se ha erigido en el símbolo de las protestas que desde hace días sacuden Irán

La joven iraní de 22 años que resultó muerta y ha provocado un estallido en su país fue detenida por la policía de costumbres por llevar el velo de forma inadecuada. Es decir, en el siglo XXI, una mujer puede ser arrestada por una atípica y decimonónica policía de costumbres y encontrar misteriosamente la muerte (¿fue golpeada?) por no llevar bien puesto el velo. Es posible que mostrara parte de su cabello y eso en una país teocrático y machista como Irán es una afrenta a la fe, a las buenas costumbres y al estado.

La situación es cruelmente curiosa e internacionalmente lo es más si tenemos en cuenta que Irán es a menudo elegido como Miembro del Consejo de derechos humanos de la ONU. Lo que dice mucho sobre la utilidad ONU en el espinoso tema de los derechos humanos.

El líder Guía Supremo de la revolución iraní, Alí Jamenei salió ayer de su silencio por un registro que resulta también elocuente: Los disturbios que se han producido en una treintena de ciudades y universidades iraníes (y que han originado un mínimo de 60 muertes, entre ellos 12 policías) son obra de “Estados Unidos, del régimen sionista (Israel) y de sus mercenarios”. No es sorprendente la reacción. Uno puede colegir que tanto Washington como Tel Aviv no estén sufriendo porque los ayatolas tengan problemas. En Estados Unidos hay preocupación con la posibilidad, cada vez menos lejana, de que Irán logre el arma nuclear y haga declaraciones como las recientes de Putin, que dan escalofríos, y los israelíes no olvidan que los ayatolas repiten que Israel no debe existir como país.

Sin embargo, un fanático fundamentalista no se detiene a pensar que las mujeres iraníes pueden sentirse hartas de estar sometidas, algunas pensarán que humilladas, y no necesitan, cuando trasciende algo tan estúpido e inhumano como la muerte de la joven del velo, que les llegue dinero de la CIA para reaccionar. Es, además, sabido que Obama, cuando hubo hace años otra ola de disturbios en Irán dio órdenes de que no se hicieran excesivas declaraciones al respeto para que no asentara la creencia de que los malvados yanquis estaban detrás de ello.

En esta ocasión, que para los optimistas henchidos de voluntarismo va a devenir en una conmoción del régimen de los ayatolas, ha habido abundantes declaraciones foráneas de queja, aunque bastantes con retraso. Un comité de mujeres iraníes en el exilio juzga, con todo, que el remolino en las universidades y círculos occidentales ha sido muy moderado y tardío. Como si pensara que es normal que estas desgracias ocurran en un país islámico. Tardía e impersonal ha sido asimismo la reacción de nuestro partido feminista por antonomasia, es decir de Podemos. Han faltado declaraciones personalizadas de su líder Iglesias que “cabalgaba contradicciones” cuando aceptaba financiación de los ayatolas.

Alguien en Francia ha propuesto que el Consejo de las líderes mundiales, que cuenta con la primera ministra de Nueva Zelanda y figuras femeninas destacadas de Etiopía, Lituania, Grecia, etc… se pronuncie con ardor sobre el asunto. Yo propondría que la portavoz de ese ente fuera Ione Belarra o la propia Irene Montero, muy raudas en desenfundar cuando la OTAN y ESTADOS UNIDOS decidieron ayudar a Ucrania y bastante más lentas a la hora de llorar por las mujeres iraníes.

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