El inquietante “coqueteo” de Lula con China

Editorial
El Mercurio [Filtraciones incómodas], 17.04.2023

Al cumplir 100 días de gobierno, Lula da Silva reafirmó su intención de jugar un rol internacional al visitar China, para fortalecer vínculos. Con las conversaciones sobre Ucrania y la firma de una docena de acuerdos comerciales (incluidos el traspaso de alta tecnología, el controvertido 5G y la eventual instalación de una fábrica de semiconductores) quedó sellado el compromiso.

Pero más importante quizás es que logró ungir a Dilma Rousseff como jefa del Nuevo Banco de Desarrollo, una institución liderada por China que quisiera reemplazar al FMI y al Banco Mundial, que también incluye a Rusia, India y Sudáfrica, los BRICS. Brasil es un importante receptor de créditos del NBD.

Para Lula, que gusta de mostrarse independiente de los bloques, entidades como el FMI imponen “condiciones punitivas” a los países en desarrollo. Sin embargo, no se refirió a las dificultades que atraviesan países pobres de Asia atrapados en el pago de deuda a China, en condiciones peores a las del Fondo. Además, el mandatario destacó que el banco podría evitar el uso del dólar como divisa de intercambio comercial internacional, sumándose así a los intentos de China y Rusia por desplazar a la moneda norteamericana. El reciente acuerdo para usar el yuan chino en su comercio con Beijing es indicativo de su voluntad de transitar hacia ese cambio.

El gobierno brasileño batalla para impulsar la economía, que solo crecerá uno por ciento este año, y así poder financiar el enorme gasto social prometido por Lula. Para eso necesita que aumenten la inversión y los créditos de China, el principal socio comercial. Quizás con eso Da Silva espera mejorar su baja aprobación, que por estos días está en apenas el 38 por ciento, similar a la de Jair Bolsonaro en los últimos meses de su gobierno.

En cualquier caso, sus últimas declaraciones al dejar China el sábado, cuando, a propósito de la situación en Ucrania, acusó a Estados Unidos de “incentivar la guerra”, muestran, de modo inquietante, hasta dónde está dispuesto a llevar su apuesta de “no alineamiento”.

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