El medio ambiente, nuestro dinero y la festiva escapada neoyorquina de las jóvenes políticas

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Republica, 05.07.2022
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Hace días veía yo en Internet una intervención de Yolanda Díaz. La cosa iba del medio ambiente. Era una cursilada monumental marca de la casa, pero el mensaje que fluía, con un poema incluido y una surrealista conclusión hablando de la saudade gallega, era que “la justicia climática y la justicia social son dos caras de la misma moneda”. (Ahí queda eso) Se subrayaba que hay que luchar contra la contaminación a toda costa.

La construcción de la pequeña perorata era tópica, a ratos hilarante pero no me pude reír mucho tiempo. Vi al instante una noticia del viaje que la ministra Irene Montero realizaba con tres colaboradoras a la patria del capitalismo a echarle una mano trascendental a las feministas estadounidenses que luchan contra la prohibición del aborto. El desplazamiento a América en un Falcon, de una ministra cuya agrupación y ella misma defienden a capa y espada luchar contra el empeoramiento del medio ambiente, era un contraste patético con la homilía que lanzaba la señora Díaz. Se me apagó la sonrisa y empecé como contribuyente, e incluso como demócrata, a hacerme preguntas.

La primera es por qué para conversaciones en Estados Unidos viajaron cuatro personas si con dos bastaba. El despilfarro da la razón a los que sostienen que mucha izquierda española no pierde ocasión de tirar el dinero público.

La segunda, y más importante, es por qué no fueron en vuelo regular como otros políticos, incluida la señora Ayuso que estaba en EEUU en un viaje de más calado para nuestros intereses. La respuesta es la anterior: muchos políticos advenedizos de izquierda no se paran en chiquitas, aunque en España, en estos momentos en que a muchos no les llega el sueldo, no se esté para gastos rumbosos en buena medida superfluos.

Con menos personas y en vuelo regular, habríamos ahorrado, en momentos delicados, tanto en dinero como en la huella de carbono que habrá causado el Falcon. Esto no es forma de luchar contra el efecto invernadero, señora Montero. Usted se ha cargado otro trocito de glaciar

Luego siguen otras: ¿Quién pagó los hoteles del fin de semana, el gobierno, es decir, usted, lector, y yo, o las cuatro intrépidas jóvenes? Y también importante, en ese viaje en que iban a anudar unas importantes relaciones con políticas yanquis, ¿Qué persona destacada vieron, a la vicepresidenta Harris, a Hillary Clinton, a Michelle Obama, a una ministra del gobierno de Biden, a la popular hispanoparlante neoyorquina Ocasio Cortés…, o a la secretaria de una cuñada de la asesora de la jefa de gabinete de una senadora de Montana? ¿O a la novia del jefe de los bedeles de La Cámara de Representantes? En estos viajes precipitados a Estados Unidos puede temerse lo peor. Pedro Sánchez en su reciente viaje en el que vimos su andar garboso por la Quinta Avenida no se entrevistó con nadie relevante.

Todo da la impresión de que Pedro el de las Mercedes, queriendo suavizar el berrinche de Montero por el tema del abrazo con los yanquis y el gasto militar le dijo: “Vete a Estados Unidos, como yo, en un Falcon y llévate a unas colegas para que lo paséis bien. Di que vais a lo del aborto, que aquí no pasa nada”.

Y no pasa nada. Ni siquiera que Irene y sus camaradas se larguen del gobierno indignadas porque Sánchez vaya a gastarse más dinero (no mucho, con todo) en cuestiones militares ni porque haya tirado por la borda al Polisario. No. Podemos no juega con las cosas de comer. Romper la baraja significa romper la moqueta, tirar el coche oficial, las facturas de los restaurantes e incluso una remuneración cuyo importe medio en las cuatro viajeras es, al parecer, de unos 78.000 euros al año. Fuera del poder hace frío y hay que buscarse empleo a 1.260 euros al mes si se consigue. La estabilidad del gobierno está por el momento más garantizada que la integridad de Ceuta y Melilla por la OTAN.

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