¿Es Cuba una democracia distinta?

Columna
Realidad & Perspectivas, N* 134 (abril de 2025)
Germán Guerrero Pavez, exembajador de Chile en Cuba

En el último tiempo se ha suscitado una polémica por los dichos de la precandidata presidencial del Partido Comunista de Chile (PC) Jeannette Jara, en los que señaló que Cuba “tiene un sistema democrático distinto del nuestro”, negándose a calificarlo de dictadura.

Estas declaraciones, aunque son consistentes con la posición del PC chileno sobre Cuba, ilustran un profundo abismo entre la ficción y la realidad. En efecto, el índice de democracia 2024, que analiza 167 países, ubica a Cuba en el lugar 135 clasificándolo como “régimen autoritario”. La misma etiqueta obtiene en el ranking del Estado Global de la Democracia del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) y recibe la calificación de “dictadura” en el índice Democracia – Dictadura.

Al mismo tiempo, los informes de Human Rights Watch y Amnistía Internacional siguen ubicando a Cuba entre los países que violan sistemáticamente los derechos humanos. Según el informe 2024 de Amnistía Internacional, en Cuba “se impusieron nuevas restricciones a la libertad de expresión. Persistían la detención arbitraria y la criminalización de activistas, defensores de los derechos humanos, periodistas y manifestantes que, en algunos casos, seguían en prisión sin el debido proceso y se sometía a las personas detenidas a hostigamiento y malos tratos”.

Para que un país se aproxime al ideal de democracia, se deben cumplir varios requisitos. Entre ellos, elecciones periódicas libres, transparentes y competitivas, sufragio universal, respeto al derecho a elegir y ser elegido, respeto a la libertad de expresión, de asociación y el libre acceso a medios de comunicación, poderes independientes y sistema de contrapesos, garantía al pluralismo político y a la existencia de partidos y opciones políticas diversas. Cuba no cumple ninguno de estos requisitos y esto es una realidad evidente y conocida por los dirigentes del PC chileno y por su candidata presidencial.

En consecuencia, las declaraciones de Jara, aunque se refieren a otro país, no son irrelevantes. Al contrario, activan las alarmas porque denotan una debilidad para emitir juicios imparciales y objetivos sobre la realidad nacional o internacional y una autonomía limitada por prejuicios, simpatías, intereses personales y partidistas, o cualquier valor subjetivo.

En ese sentido, las resoluciones del XXVII Congreso del Partido Comunista, aprobadas en enero de este año, representan una pesada carga para la candidata, ya que destacan que “nuestros principios y vocación antiimperialista e internacionalista, deben contribuir decididamente a enfrentar las embestidas realizadas en contra de países que impulsan proyectos transformadores, como es el caso de Cuba”.

Finalmente, relativizar el concepto de democracia usando el eufemismo “sistema democrático distinto al nuestro” implica la distorsión de la realidad y la justificación de regímenes reprobables, que ponen en cuestión el compromiso con la democracia y los valores de nuestra cultura política.

En los últimos años, Chile ha avanzado en un consenso generalizado contra toda forma de negacionismo sobre las violaciones de los derechos humanos y en un férreo compromiso con la democracia, como el explicitado en el documento Compromiso: por la democracia, siempre, firmado el 7 de septiembre de 2023 por los presidentes Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, Sebastián Piñera y Gabriel Boric.

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