Escena internacional: ideales y realidad

Columna
El Mercurio, 18.02.2025
Joaquín Fermandois, historiador y columnista

Se ha planteado una discusión, que no es la primera en su historia, sobre si Chile debe seguir una línea realista o una idealista en su política internacional. La verdad, es como afirmar que o el corazón o la sangre son más importantes para conservar la vida.
En el curso del período de la Guerra Fría, con las contradicciones que se quiera y que jamás estarán ausentes, había una estructura con sus polos, donde por un lado estaban las democracias desarrolladas, y el otro polo estaba encabezado por potencias revolucionarias imantadas de marxismo. Ello se reflejaba en una tendencia en la polaridad política interna de una gran cantidad de países del globo. Incluso los “no alineados”, al menos al principio, solo tenían lógica dentro de esa gran polaridad entre las superpotencias que encarnaban sistemas antagónicos; no solo intereses geopolíticos o económicos, sino también emociones movilizadoras.

En Chile, por una parte, la cultura política marxista o la antinorteamericana —no siempre eran lo mismo— se identificó con los modelos revolucionarios. El otro polo, con menos claridad, apuntaba a las democracias desarrolladas o a regímenes duramente antimarxistas.

En dilemas entre ideales e intereses, se ha citado el caso de Eduardo Frei ante la intervención norteamericana en la República Dominicana, en 1965. Más señero, estaba en la estela de la respuesta independiente de Jorge Alessandri ante la Cuba de Castro desde 1959. En ambos casos había que equilibrarse entre una identificación en líneas generales con la posición global de EE.UU., pero sin dejar de adherirse a principios de un deber ser del orden internacional, junto a la prudencia necesaria para un país frágil como el nuestro. En la post Guerra Fría, se dio el caso de Ricardo Lagos rechazando la guerra de Irak en 2003, a pesar de las muy buenas relaciones que había con Washington, con miradas convergentes acerca del orden internacional.

Aunque el orden post Guerra Fría que surgió se parece más a un simple equilibrio de poder que solo se orienta por la razón de Estado, sin mayor referencia a valores civilizatorios, debe llamar la atención que, con todo, el polo de las democracias desarrolladas está constituido principalmente por Estados de Derecho; mientras que en el otro, un conjunto disparatado, donde algunos Estados poderosos como la India tienen una parte de sus intereses vinculados al polo liderado, con esfuerzo, por Washington. Incluso a una democracia como Brasil (Lula y Bolsonaro en esto han sido iguales) y a la India, el tema de la democracia no parece conmoverlas mucho. ¿Cómo va Chile en la deriva actual? De estructura geopolítica débil, habiendo mejorado en el último medio siglo su inserción económica en el sistema internacional, aunque sin ser exactamente desarrollado, hoy debe equilibrarse en la cuerda floja entre EE.UU. y China. El desarrollo político reciente del orden mundial de estos últimos años atenta directamente contra una de nuestras vigas maestras, el respeto a los tratados, que no tiene nada de puramente idealista: está indisolublemente ligado a consideraciones comúnmente identificadas a prevenciones propias del realismo político.

Desde la ocupación de Crimea en 2014 por parte de Rusia, y con las demandas actuales de Trump —aunque fuesen bravatas, erosionan el orden internacional, amén del crudo mercantilismo que proclama, con toda probabilidad contraproducente para los mismos EE.UU.— se suma la posibilidad tolerada y quizás legitimada del cambio violento de fronteras. Con nuestra difícil historia de estructura fronteriza, esto es simplemente una noticia ominosa.

No hay comentarios

Agregar comentario