Frauke Petry, la química que lidera la derecha populista alemana

Opinión
La Vanguardia, 19.03.2016
María-Paz López
  • Su agresivo discurso contra los refugiados le ha servido para triunfar en las elecciones regionales; ahora aspira a entrar en el Bundestag
Frauke Petry, de 40 años, hablando en un mitin electoral de su formación, la AfD, la semana pasada en Baden-Baden, en el land de Baden-Württemberg (Sean Gallup - Getty)

Frauke Petry, de 40 años, hablando en un mitin electoral de su formación, la AfD, la semana pasada en Baden-Baden, en el land de Baden-Württemberg (Sean Gallup - Getty)

El partido derechista Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) existía y funcionaba, pero el malestar en algunos ámbitos de la sociedad germana por la crisis de los refugiados le ha proporcionado un formidable espaldarazo en forma de excelentes resultados en las elecciones regionales parciales del pasado domingo. Tres länder acudían a las urnas para renovar sus parlamentos, y la AfD quedó segunda en Sajonia-Anhalt con un 24,2% de votos, y tercera tanto en Baden-Württemberg (15,1%) como en Renania-Palatinado (12,6%).

El rostro que capitaliza el despegue de esta formación populista de derechas es la copresidenta, Frauke Petry, una química de 40 años de verbo rápido y cortante, que enarbola el acerbo discurso oficial de la AfD contra los solicitantes de asilo y los inmigrantes en general.

“Somos un partido que puede demostrar de manera creíble que desde su creación en el 2013 aborda los problemas que son ignorados por los otros partidos en este país”, dijo Petry al día siguiente de los comicios, en una multitudinaria rueda de prensa en Berlín en la que no faltaron momentos de tensión. Petry y los suyos no se llevan bien con la prensa alemana ni internacional, a la que acusan de presentarles siempre bajo una luz negativa. Entre los problemas que citó la líder de AfD figuran “el empobrecimiento de las clases medias” y “una etnización de la violencia”.

Frauke Petry y su partido practican una agresiva retórica de rechazo a refugiados e inmigrantes, lo cual preocupa al resto de par­tidos, pues consideran que eso contribuye a que se cometan ­actos violentos. La canciller ­democristiana, Angela Merkel, que se ha reafirmado en su política de acogida a refugiados pese al revés de su partido en las urnas, ha arremetido varias veces contra la AfD.

A finales de enero, Frauke Petry incluso invocó el recurso a las armas en caso de cruces ilegales de la frontera. “Ningún policía quiere disparar sobre un refugiado. Yo tampoco –declaró–. Pero, en una situación de última necesidad, hay que hacer uso de las armas”. Luego, en las semanas previas a la triple cita electoral del domingo, rebajó ese tono, y no ha vuelto a permitirse salidas de esa índole.

Frauke Petry (Dresde, 1975), de padre ingeniero y madre química, era una empresaria local que se metió en política. En el 2007 había cofundado la empresa Leipzig Purinvent System GmbH, que elaboraba un material gomoso especial para proteger de pinchazos y averías los neumáticos de los coches. La empresa acabaría quebrando, pero por el enfoque ecológico de ese proyecto Petry recibió en el 2009 el premio nacional Darboven Ideen, destinado a mujeres emprendedoras.

Luego, ya en la AfD, se abrió camino hacia el liderazgo del partido en el land de Sajonia, y en septiembre del 2014 consiguió una importante hazaña: la AfD entró por primera vez en un Parlamento regional, precisamente en el de Sajonia, donde ella era y sigue siendo la líder del partido. La primera hazaña de la AfD había sido entrar en el Parlamento Europeo en mayo de ese mismo año.

Pero el ascenso de Frauke Petry al liderazgo nacional procede de una pugna interna por el rumbo que debía tomar la formación. Cuando en febrero del 2013, hace ahora tres años, el ahora eurodiputado Bernd Lucke, un economista refractario al euro, fundó el partido euroescéptico Alterna­tiva para Alemania, poco podía imaginar que dos años y medio después él acabaría marchándose. Motivo: la AfD evolucionó de su conservadora eurofobia inicial, basada en la crítica a la moneda común y en cómo disciplinar a Grecia y a la Europa del sur, hacia una derecha populista centrada en cargar contra la inmigración. Frauke Petry le descabalgó en julio del 2015.

Luego, la llegada masiva de refugiados a Alemania –el año pasado se registraron 1.100.000 solicitudes de asilo– proporcionó a la AfD un asunto clave sobre el que cabalgar políticamente en busca del voto de quienes se sienten amenazados por la política de refugiados de Angela Merkel. “Lo que ella hizo fue formular una invitación política a una gran parte de gente en el mundo para emprender viaje hacia Europa, con consecuencias catastróficas para la estructura de la Europa de la libertad”, acusó Frauke Petry a la canciller en un encuentro con los corresponsales extranjeros en Berlín, previo a las elecciones.

Para la dirigente de este partido derechista populista –con el que los demás partidos se niegan ahora a pactar coaliciones de gobierno en los länder–, la entrada en política ha implicado cambios radicales en su vida personal. Madre de cuatro hijos, el pasado octubre se separó de su marido, el pastor luterano Sven Petry, quien se había distanciado de su discurso, apelando como cristiano a la solidaridad con los refugiados que huyen de guerras y persecución. Al poco, trascendió que la líder había iniciado una relación sentimental con un compañero de partido, el eurodiputado Marcus Pretzell, también él padre de cuatro hijos, también él separado.

Frauke Petry, copresidenta del partido junto a Jörg Meuthen, el líder en el land de Baden-Württemberg, piensa ya en las elecciones generales de septiembre del 2017, aspirando a lograr escaños en el Bundestag. Tras la consolidación en las elecciones de Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt, ella y la cúpula de la AfD protestaron por el hecho de que algunos les equiparen a la extrema derecha. Petry y Meuthen blandieron su éxito electoral, “conseguido pese a la propaganda contra nosotros y después de haber sido increíblemente estigmatizados”. Ahora, el partido tiene ya representación en los parlamentos de los länder de Sajonia, Brandemburgo y Turingia, y de las ciudades Estado de Hamburgo y Bremen. Y este año confían en entrar en los parlamentos de otra ciudad Estado, Berlín, y de otro land, Mecklemburgo-Antepomerania, que celebran elecciones en el último trimestre. Frauke Petry ha metido al partido en el sistema, y ahora aspira a la respetabilidad.

Lluís Urria en La Vanguardia

El domingo pasado, en unas elecciones regionales parciales, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (Afd, en sus siglas en alemán) obtuvo unos resultados récord, especialmente en Sajonia-Anhalt –uno de los estados de la antigua RDA, de los más pobres de Alemania–, donde con el 24,2% de los votos se erigió en la segunda fuerza política, por detrás de los democristianos de Angela Merkel y por delante de los socialdemócratas. En otros dos, Renania-Palatinado y Baden-Würtemberg, logró la tercera posición con entre el 12%y el 15% de los sufragios.Fulminanter wahlsieg, “victoria fulminante”, se felicitaba el partido en su página web con grandes caracteres. Con este avance, la AfD dispone ya de representación parlamentaria en ocho de los 16 estados de Alemania y se dispone a entrar por primera vez en el Bundestag en las elecciones federales de septiembre del 2017.

Dirigido por Frauke Petry, una empresaria y química de 40 años del ala dura, el partido nació hace sólo tres años como fuerza esencialmente euroescéptica. En fin, directamente eurófoba. En su programa propugnaba el desmantelamiento de la zona euro y el fin de toda asistencia financiera a los países del sur. Pero, nacionalista y vocacionalmente populista como es, pronto viró también hacia posiciones xenófobas, aprovechando el campo que le ofrecía la crisis de los refugiados. En uno de sus carteles electorales explotaba con descaro los ataques sexuales perpetrados por grupos de inmigrantes en Colonia y otras ciudades en fin de año, prometiendo “más seguridad para nuestras mujeres e hijas”. Petry, a quien no le gusta nada –pero nada– que la comparen con Marine Le Pen, tiene un discurso que se parece cada vez más al de la presidenta del Frente Nacional (FN) francés, incluida esa difusa reivindicación antisistema que ha adoptado de forma unánime la Internacional Populista de todos los continentes, aunque algunos se hayan aprovechado a fondo del sistema para erigir un imperio inmobiliario como el magnate estadounidense Donald Trump.

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