La cuestión de Taiwán no tiene nada que ver con la democracia

Columna
El Mercurio, 11.08.2022
Niu Qingbao, embajador de China en Chile

Ignorando el rechazo enérgico y las serias gestiones de China, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó la Región Taiwán de China, lo cual provocó una nueva ronda de tensiones y graves desafíos en el Estrecho de Taiwán y Asia-Pacífico, a la vez que despertó gran preocupación de los distintos países, entre los que se encuentra Chile.

Algunos medios de comunicación y académicos chilenos exageraron y reprodujeron expresiones como la “reacción exagerada de China”, “suprimir la democracia en Taiwán” y “Taiwán puede aprender de Ucrania cómo luchar contra una potencia”, e incluso justificaron la lógica del ladrón del Grupo de los Siete (G7) y engañaron al público. Entonces, hablando correctamente, ¿de qué se trata la cuestión de Taiwán?

Primero, la cuestión de Taiwán no es un asunto de democracia, sino una cuestión trascendental de principio relacionada con la soberanía y la integridad territorial de China. Solo hay una China en el mundo, Taiwán es parte inalienable del territorio chino, y el Gobierno de la República Popular China es el único Gobierno legal que representa a toda China. Este principio de una sola China fue consagrado por la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1971, y ha sido un consenso universalmente reconocido por la comunidad internacional y una norma básica de las relaciones internacionales, sobre lo cual un total de 181 países han establecido relaciones diplomáticas con China, incluidos Chile y Estados Unidos.

La llamada “democracia” es una “hoja de parra” con la cual las fuerzas secesionistas por la “independencia de Taiwán” procuran la independencia valiéndose de EE.UU., mientras que EE.UU. la usa para “contener a China con Taiwán”. Frente a la violación severa a la soberanía nacional, la injerencia grave en los asuntos internos y el incumplimiento de los compromisos, China ha de responder categóricamente.

Nuestra posición es legítima y razonable, y nuestras contramedidas son firmes, contundentes y adecuadas, siendo una defensa legítima de la soberanía y la seguridad del país, así como una salvaguardia firme del Derecho Internacional, de las normas básicas de las relaciones internacionales, y, sobre todo, de la regla internacional más importante, la no injerencia en los asuntos internos de los otros. Por ello, gobiernos, partidos políticos y personas por la justicia de más de 160 países, con vista aguda, han reiterado su persistencia en el principio de una sola China, apoyando a China en la defensa de su soberanía e integridad territorial. Estas voces son las voces justas y mayoritarias de la comunidad internacional.

Segundo, la cuestión de Taiwán y la cuestión de Ucrania son totalmente distintas en esencia y no tienen nada que ver la una con la otra. El enfrentamiento entre Rusia y Ucrania involucra a dos estados soberanos, mientras que Taiwán es parte de China, es decir, la cuestión de Taiwán es puramente un asunto interno de China y estas dos situaciones son incomparables en todas las áreas. Estados Unidos y Occidente enfatizan el principio de soberanía en la cuestión de Ucrania, pero vienen socavando la soberanía y la integridad territorial de China en la cuestión de Taiwán. Esto es un flagrante doble rasero. Al repetir sin pensar, suelen ser manipulados por el dilema de la hegemonía imperial estadounidense y occidental.

Tercero. El G7, que intenta presionar a China, está distorsionando los hechos y culpando a los demás, mientras ellos mismos son quienes deberían ser culpados.

Tanto la historia como la realidad del G7, encabezado por Estados Unidos, comprueban que es sinónimo de la agresión y la coerción. Sobre la cuestión de Taiwán, los siete países, ignorando los propósitos de la Carta de la ONU y las normas básicas de las relaciones internacionales, como el respeto a la soberanía e integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, así como el hecho de que fue EE.UU. quien cometió previamente la provocación, están confundiendo blanco con negro al acusar sin fundamento a China, que solo se defiende legítimamente, lo que supone una flagrante hegemonía, matonería y prepotencia.

La ignorancia y el abandono del principio de no injerencia en los asuntos internos permitirán que la ley de la jungla domine las relaciones entre los Estados, y que los siete países intimiden de manera más temeraria a los otros, especialmente a los países pequeños y medianos como Chile. Los principios de la “inviolabilidad de la soberanía” y la “no injerencia en los asuntos internos” no solamente reflejan la justicia internacional, sino que también son el “talismán” de los países pequeños y medianos para defenderse.

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