Las cumbres de Petro

Columna
Realidad y Perspectivas, N*114 (abril 2023)
Milos Alcalay, embajador (r) y exviceministro de RR.EE. de Venezuela (1994-1996)
La cumbre convocada por Petro está plagada de interrogantes

Los viajes de Petro, Da Silva, Boric y Fernández a los Estados Unidos, demuestran un cambio en relación con la primera década del Socialismo del Siglo XXI, en las que Castro, Chávez, Ortega, Correa, Kirschner, Lugo, Morales y otros jerarcas, mantenían enfrentamientos geopolíticos contra el vecino del Norte.

La visita de Gustavo Petro a dicho país está llena de contradicciones al jugar con dos cartas. Mientras invita a 20 cancilleres a Bogotá para encontrar caminos de solución a la polarización venezolana, declara al mismo tiempo en la ONU el camino a seguir, al afirmar que el país bolivariano necesita más democracia y cero sanciones.

Durante la reunión con Biden, suscribieron una extensa Declaración Bilateral que trata principios generales y compromisos que los aceptaría sin titubeos cualquier gobierno democrático en el pasado y en el presente, en el que ambos mandatarios abordan los más variados temas de actualidad, pero no hacen ninguna referencia ni a la Cumbre de Bogotá ni al fin de las sanciones.

La delegación norteamericana que asistirá a Bogotá no es de alto nivel. Pero es determinante su posición. El ex Almirante Jonathan Finer, jefe de la delegación, no hizo ninguna referencia al tema de las sanciones en la conferencia de prensa, pero ante la insistencia de los periodistas, expresó que las sanciones aplicadas a altos jerarcas del régimen chavista y a empresas estatales se mantendrán, y que las sanciones serán revisadas sólo en respuesta a pasos concretos del régimen de Maduro, tal como en el pasado se adoptó con relación a Chevron. Pero también afirmó que han sido claros en adoptar medidas en caso de que el régimen de Maduro no negocie de buena fe o no cumpla con sus compromisos.

En una entrevista dada a NTN24, Juan González –director para Asuntos Hemisféricos del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., e integrante de la delegación– informo que el régimen de Maduro debe asumir compromisos concretos mínimos para poder avanzar en el levantamiento de sanciones: fijar el calendario electoral, validación de todos los partidos políticos, registro de votantes, invitación de una Comisión de Observación Electoral respetable como la Unión Europea.

Los argumentos que la diplomacia de San Carlos maneja en Caracas asoman otra posición. Las declaraciones del canciller colombiano Leyva Durán, en su encuentro con Maduro, al igual que las declaraciones del embajador en Venezuela Armando Benedetti, parecen inclinarse en apoyar a Maduro, quien afirma irresponsablemente que el colapso económico, social e institucional que vive el modelo bolivariano se solucionarán con la eliminación de las sanciones.

La cumbre convocada por Petro está plagada de interrogantes. La ausencia de una agenda clara se suma a que no se han invitado a todos los sectores de oposición venezolana, tal como lo anuncio el mismo mandatario –se excluyeron dirigentes, como María Corina Machado, quien encabeza las encuestas en estos momentos–. Tampoco están invitados los miembros de la Comisión de Primarias, que juegan un papel fundamental al representar a todos los sectores de oposición en su mandato de coordinar la elección del candidato opositor para las próximas elecciones.

A ello se suma la desconfianza de los venezolanos, debido a las múltiples negociaciones anteriores que al final de estos procesos ven como el oficialismo se retira de la mesa bajo cualquier pretexto, demostrando que no existe la verdadera voluntad del Gobierno de aceptar el cambio democrático.

¿Acaso Bogotá será diferentes a México, Noruega, Santo Domingo, Barbados, Vaticano y tantos otros encuentros? Los amigos de Venezuela deben ayudar a que se restablezca el Estado de Derecho, la Justicia Social, el fin de las violaciones de derechos humanos, de la corrupción, del narcotráfico y del apoyo a los extremistas. Y por supuesto de elecciones libres. Ese es el reto de Petro y de los que asistan a la cumbre con lo cual se frenará la salida de más de siete millones de venezolanos que escapan del caos.

 

[Esta columna fue escrita con anterioridad a la cumbre diplomática convocada por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, para tratar temas sobre la democracia venezolana. Por lo tanto, hay que leerla a tenor de lo sucedido, que confirma de manera casi plena sus premonitorias observaciones]

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