Las dos caras de la guerra Israel-Hamas

Editorial
OpinionGlobal, 16.04.2025

El mayor conflicto del Medio Oriente es el árabe-israelí o palestino-israelí (dependiendo de sus actores), planteado por la lucha de dos pueblos (palestino y judío) sobre un mismo territorio. Su más reciente escalada fue la invasión -por tierra, mar y aire- a Israel de combatientes de Hamas, el sábado 7 de octubre de 2023 (feriado judío). Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estimaron que en esa incursión se dispararon alrededor de 2.200 cohetes contra Israel, repitiendo lo ya ocurrido en la guerra de 50 días de la Franja de Gaza en 2014. Pero la contabilidad más brutal fue la matanza de civiles, la violación de mujeres y el secuestro de unos 240 ciudadanos israelíes (todo filmado por Hamas).

 

Plan iraní

El comandante militar de Hamas, Muhammad Al-Deif, definió la invasión de Israel como Operación “Tormenta de Al-Aqsa” y explicó que se trataba de una respuesta de la resistencia palestina a los ataques judíos previos a mujeres, la profanación de la mezquita de al-Aqsa en Jerusalén, y el asedio de Gaza. Sin embargo, lo que el comandante no aludió fue que la referida operación formaba parte de un Plan urdido por Irán y sus proxies para estrangular Israel, atacándola desde dos frentes: Hamas por el sur y Hezbolá por el norte.

El plan para la destrucción de Israel falló. Aparentemente, hubo una descoordinación a última hora, produciéndose solo una tibia respuesta de Hezbolá (lanzamiento de cohetes) y la total inacción de Irán después de la feroz retaliación israelí contra Hamas y Hezbolá.

Con todo, la invasión de Hamas pilló a la FDI israelí desprevenida por el feriado (al igual que la guerra del Yom Kipur) y porque sus servicios de inteligencia suponían que el liderazgo de Hamas era corrupto y no iba a arriesgar una nueva guerra. Por su parte, Hamas aprovechó el momento de gran división política que se vive en Israel (laicos vs. religiosos, derecha-izquierda, y crecientes protestas contra Netanyahu) para lanzar su ataque.

 

Derecho internacional vs. poder

La postura de Hamas es que, no son terroristas ni antisemitas, sino la resistencia natural de los palestinos contra el genocidio (masacres), el colonialismo (territorios ocupados y asentamientos judíos), la limpieza étnica (desplazamiento de la población desde Gaza y refugiados) y los crímenes de guerra de Israel. El Estado judío, en cambio, sostiene estar luchando por su existencia como estado frente a países que buscan su destrucción final (Irán) y a un terrorismo palestino perverso.

Independientemente de las diferentes perspectivas que sostengan las partes, el hecho es que la agudización del terrorismo y del yihadismo islamista a través de los años ha incidido directamente en el fortalecimiento de la ultraderecha israelí y del líder belicista Benjamin “Bibi” Netanyahu. Ese cambio político interno indujo a que Israel, no solo continuara la expansión de los asentamientos en la Cisjordania, sino dejara caer definitivamente la solución de los dos Estados. Ahora bien, la interferencia de Irán en la región, a través de sus proxies Hamas, Hezbolá, Hutíes, y del ex régimen de Assad en Siria, por un lado, y el apoyo irrestricto de EEUU a Israel (sobre todo Trump), por el otro, solo exacerba la situación regional.

La comunidad internacional (ONU, BRICS y países más militantes) y parte importante de la opinión pública tienden a respaldar las demandas hechas contra Israel ante la Corte Penal Internacional, porque consideran que las represalias israelíes son desproporcionadas y producen un daño colateral enorme entre los civiles, en comparación con el ataque original. Pero, al mismo tiempo, en esas denuncias no se sopesa con la misma vara la escalada terrorista que dio origen a la guerra.

 

Consecuencias de la guerra

El problema de fondo es que, mientras la causa palestina se ampara parcialmente en el derecho humanitario internacional (aún avala el terrorismo), el estado judío dispone de la fuerza. Israel ha ganado todas sus guerras contra árabes y palestinos y, ahora, no va a detener su ofensiva militar en Gaza hasta derrotar a Hamas y recuperar los 59 rehenes aún en su poder. También van a mantener tropas en el sur del Líbano y en las Alturas de Golán para evitar futuros ataques.

La acción de la FDI en la Franja de Gaza consiste en arrasarlo todo, porque los terroristas de Hamas están incubados en una amplia red de túneles, donde tienen sus centros de comando y depósitos de municiones, debajo de hospitales y de mezquitas, al amparo de la población civil. Esa terrible carnicería asimétrica no ha hecho otra cosa que ir aumentando las protestas espontáneas de palestinos en Gaza contra la gobernanza dictatorial de Hamas.

 

Irán y Arabia Saudita

Un punto final para considerar es que la amenaza de Trump para poner fin al desarrollo de la bomba nuclear por parte de Irán es real. Su estrategia aparente sería aprovechar la actual debilidad económica y política del régimen teocrático-clerical chií para respaldar un ataque israelí contra el potencial nuclear iraní y, de paso, concretar un cambio de régimen en Teherán. En paralelo, la otra alternativa es que los EEUU han estado fortaleciendo el rol de Arabia Saudita (enemigo de Irán) como el gran pivote del Medio Oriente, con el objetivo de estabilizar la región a través de la implementación de los Acuerdos de Abraham y reducir ostensiblemente la influencia de Teherán en la región.

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