McGuinness deja huérfano al Sinn Fein en un momento clave en Irlanda del Norte.

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El Confidencial, 21.03.2017
Celia Maza
  • Figura clave en el proceso de paz de Irlanda del Norte, McGuinness ha fallecido a los 66 años, dejando huérfano al Sinn Fein en un momento clave en la política de Irlanda del Norte

Martin Mcguiness en una foto de archivo de enero de 2017. (Reuters)

El histórico Martin McGuinness, primero jefe del IRA y luego figura clave en el proceso de paz de Irlanda del Norte, ha fallecido este martes en Derry a los 66 años. Padecía amiloidosis, una grave dolencia que le llevó a anunciar su retirada de la primera línea de la política el pasado enero, una semana después de dimitir como viceprimer ministro de Irlanda del Norte. El católico dejó su cargo en el Gobierno de coalición denunciando la presunta corrupción de la ministra principal, la protestante Arlene Foster, salpicada por un escándalo de malversación para la promoción de energías renovables.

Su dimisión forzó las elecciones anticipadas celebradas este mes en la provincia, donde su partido, el Sinn Fein se ha convertido en el gran protagonista. Con una participación de casi un 65% - la más alta desde el Acuerdo de Paz de Viernes Santo en 1998- , los republicanos se quedaron sólo a 1.168 votos de una victoria histórica. Consiguieron 27 escaños, frente a los 28 del Partido Unionista Democrático (DUP), que se quedó por debajo de los 30 asientos que le habían asegurado hasta ahora el derecho a veto en la Asamblea para oponerse a cuestiones sociales como el matrimonio homosexual, el aborto o la política lingüística.

Se trata de la primera vez que los unionistas no consiguen mayoría absoluta en Stormont, una situación que no sólo refleja un cambio significativo en la sociedad norirlandesa, sino que da impulso a los católicos para retomar su objetivo histórico: la reunificación de la isla. Éste fue siempre el sueño de James Martin Pacelli McGuinness -su tercer nombre es en honor al papa Pío XII-, aquel niño que creció en el seno de una familia humilde en la ciudad fronteriza Derry, donde la minoría protestante sometía políticamente a la mayoría católica. Pronto siguió a sus hermanos a las filas del Ejército Republicano Irlandés (IRA), cuyo escalafón ascendió con rapidez.

En 1972, cuando tenía sólo 21 años, era ya el segundo responsable del IRA en Derry en el momento del Domingo Sangriento, cuando 14 manifestantes de derechos civiles fueron asesinados en la ciudad a manos de los soldados británicos. Un año más tarde, lo encarcelaron por primera por su pertenencia al grupo armado. Eran los primeros años de lo que se conoce como los "Troubles", el sangriento conflicto de Irlanda del Norte, que enfrentó a los unionistas (protestantes, mayoritarios en la región y partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido) contra los republicanos (irlandeses, católicos, demográficamente minoritarios y partidarios de la integración de la provincia en la República de Irlanda).

A los 22 años, McGuinness viajo junto a Gerry Adams, presidente en la actualidad del Sinn Féin, a Londres para mantener las conversaciones secretas con el Gobierno británico. En 1974 abandonó el IRA y comenzó su lenta transición política. “La reconciliación siempre es el siguiente paso esencial en el proceso de paz”, dijo.

Los acuerdos de Viernes Santo obligan a formar gobiernos de coalición a los partidos católicos y protestantes más votados y en 2007, ocurrió lo que apenas unos años antes era impensable. McGuinness se convirtió en viceprimer ministro del Ejecutivo liderado por el presbiteriano Ian Paisley. La insólita amistad que se creó entre ellos les convirtió en “los hermanos risitas” para la prensa. Nadie podía pensar que la química fuera a ser posible. Pero ocurrió. Como también ocurrió el histórico apretón de manos en 2012 con la reina Isabel II, a cuyo primo, lord Mountbatten, el IRA hizo volar por los aires mientras pescaba en 1979.

“Fue un republicano apasionado que trabajó incansablemente por la paz y la reconciliación y por la reunificación de su país”, ha dicho este martes Gerry Adams, su gran aliado hasta el final.

Adams y McGuinness era la esencia del Sinn Féin, pero también su lastre. De ahí que el relevo a la candidata Michelle O'Neill, de 40 años y sin conexión directa con la lucha armada, para las elecciones anticipadas celebradas este mes se interpretara como el comienzo del proceso de regeneración del partido en el norte, una estrategia respaldada sin duda en las urnas.

Las formaciones católicas y protestantes más votadas el pasado 4 de marzo, el Sinn Fein y el (DUP) tienen de plazo hasta el próximo 25 de marzo para formar gobierno. O'Neill ha dejado claro que su partido no pactará con un ejecutivo con la unionista Arlene Foster en el puesto del primer ministro. Sin embargo, Adams -que a pesar de representar la formación en la República de Irlanda sigue siendo el peso pesado en Irlanda del Norte- se muestra algo más conciliador y señala que la posición de la líder del DUP en Stormont sólo será discutida una vez que se haya alcanzado un acuerdo sobre los temas más amplios que dividen a católicos y protestantes.

En este sentido, entre las principales prioridades del Sinn Féin está la garantía de una legislación que otorgue un estatus oficial a la lengua irlandesa, una declaración de derechos y un acuerdo con el gobierno del Reino Unido sobre financiación e investigación sobre los fallecidos en la época de los Troubles.

Con respecto al Brexit, ninguna de las formaciones políticas quiere ahora el restablecimiento de una frontera estricta con la República de Irlanda, pero el Sinn Fein ha dado un paso más solicitando “cuanto antes” la convocatoria del temido referéndum para unificar norte y sur de la isla. En virtud de los acuerdos de Stormont, el ministro británico para Irlanda del Norte tiene poderes para convocar un referéndum sobre la reunificación de la isla “si hay evidencias que confirman un cambio en la opinión pública sobre su estatuto constitucional”.

Con todo, se antoja difícil que su órdago sea tan preocupante como el lanzado por la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, que quiere preguntar de nuevo a los escoceses sobre su futuro en Reino Unido.

Si católicos y protestantes no consiguen formar gobierno en Irlanda del Norte la próxima semana, la provincia pasaría a ser gobernada directamente desde Londres, abriendo una profunda crisis política, como ya ocurrió entre el 2002 y el 2007 y en los peores tiempos del conflicto.

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