Nuevo ataque de Delcy Rodriguez a Susana Malcorra

Columna
El Diario (Uruguay), 15.12.2016
Emilio J. Cárdenas, ex representante permanente argentino ante la ONU

La maleducada Canciller venezolana, Delcy Rodríguez, se ha empeñado en atacar -con inusual dureza- a su colega argentina, Susana Malcorra. Procura, una vez más, provocar una disputa entre las dos funcionarias mujeres, con todo lo que ello significa.

Malcorra no debe caer en la trampa. No sólo por la enorme diferencia de dimensión o estatura personal, sino porque la intemperante Delcy Rodríguez pelea siempre desde el insulto y la mentira. Desde la bajeza. Sin lealtad, ni buena fe. Con el manual del matón en sus manos, únicamente. Aquel que ha sido escrito en coautoría (no ilustre) por Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Ocurre que a Delcy Rodríguez le molesta sobremanera el anuncio argentino de que nuestro país, según corresponde, asumirá la presidencia del MERCOSUR a partir del 1° de enero de 2017. Sostiene que para ello, debe hacerse, previamente, una reunión especial de presidentes de los Estados Miembros, lo que no ha sucedido.

Sucede, sin embargo, que por haber sido Venezuela suspendida por sus múltiples incumplimientos a los compromisos por ella expresamente asumidos al tiempo de ingresar al MERCOSUR, lo que sucedió nada menos que durante cuatro largos años, ya no tiene voto en el MERCOSUR. Pero Delcy Rodríguez, siempre prepotente, cree que sí. Pero por el momento Venezuela ya no tiene la capacidad de vetar nada en el andar del MERCOSUR, lo que se desprende de la regla de la necesidad de la unanimidad para el andar común.

Diga lo que diga Delcy Rodríguez, la fracasada administración de Venezuela hoy no tiene más que opinión. Voto no. Por ello, puede decir lo que quiera, pero no puede integrar la voluntad común del MERCOSUR que -harto de su prepotencia y mendacidad- la ha dejado finalmente de lado. Completamente, separada. Aislada. En un rincón. Como correspondía.

Venezuela es tan sólo una rémora que nunca jamás debió ser haber sido un Estado Miembro del MERCOSUR, organización a la que ingresó para paralizarla obstaculizando su vocación esencial de incrementar los flujos comerciales intra-zona y, más aún, para convertirla en una pequeña tribuna bolivariana más, desde cual propagar su mendaz y frustrante retórica.

La tormenta que se pretende desatar desde Caracas no tiene ciertamente otro objetivo que el de generar humo doméstico para tratar de distraer y confundir a los venezolanos, hundidos en la enorme ciénaga socio-económica provocada por el colectivismo bolivariano.

Venezuela, por culpa propia, ha perdido momentáneamente los “derechos inherentes” a su carácter de parte del MERCOSUR.

Hasta que cumpla con su palabra empeñada, lo que difícilmente ocurrirá, porque Venezuela con su esquema económico socialista es en rigor apenas un “sapo de otro pozo”. Así de simple. No puede, ni quiere, jugar con las reglas de los demás, necesita imponer las propias. Alguna vez esto, quizás, pudo no haber sido un sueño imposible. Hoy lo es. Las cosas están cambiando. Para bien.

No hay comentarios

Agregar comentario