Putin no está loco

Columna
El Periódico, 01.06.2025
Jorge Dezcallar de Mazarredo, Embajador de España

Donald Trump se equivoca porque su amigo Vladimir Putin no solo no está loco, sino que está demostrando ser más listo que él y la prueba es que le ha llevado al huerto. Y mira que los europeos se lo habíamos advertido por activa y por pasiva: Putin miente más que habla, no le hagas caso, no tiene ninguna intención de parar la guerra que él ha iniciado y no Zelenski, como tú dices, porque esa es otra moto que te ha vendido el ruso y que tú has comprado. Trump siente admiración por Putin y éste se aprovecha.

Cuando Trump dijo que pondría fin a la guerra de Ucrania en veinticuatro horas, en una sentada con Putin, debía creérselo y eso demuestra que no tenía ni idea de lo que decía ni tampoco entendía que Putin no quiere un alto el fuego, o una paz, que no pasen por la aceptación de sus condiciones... que son inaceptables para Ucrania. Y aunque eso lo sabíamos todos, Putin ha sido capaz de marear la perdiz desde enero mientras el americano cargaba sobre Zelenski, que es cierto que tiene pocas cartas en la mano, para que hiciera concesiones que no llevaban a ninguna parte. Hasta que presionado por unos y otros para que aceptara una tregua que permita empezar a negociar, el ruso no ha tenido más remedio que quitarse la careta, la ha rechazado y ha reanudado sus bombardeos sobre la población civil con mayor intensidad.

Eso ha logrado que Trump caiga por fin del guindo y diga; “Se ha vuelto absolutamente loco... Quiere toda Ucrania, no solo un trozo...” ¡A buenas horas, mangas verdes! porque eso es otra cosa que también todos sabíamos en Europa y que es lo que hace de Rusia un vecino tan peligroso para nuestra propia seguridad. La prueba es que cuando Trump, siempre ególatra, ha añadido que Putin “juega con fuego” y que si no fuera por él “muchas cosas malas ya le habrían ocurrido a Rusia y quiero decir REALMENTE MALAS”, Dimitri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional ruso, le ha contestado que “Solo conozco una cosa REALMENTE MALA y es la III Guerra Mundial... espero que Trump lo entienda”. O sea, encima con amenazas.

En honor de Vladimir hay que decir que nunca ha ocultado sus intenciones, aunque ha disimulado en algún momento para no irritar a Donald, que no soporta que le lleven la contraria. Pero siempre ha dicho que la paz exige ir a “la raíz” del problema que no es otra que la misma existencia de Ucrania como país independiente, algo que Putin niega que sea. Su intención inicial fue tomar Kiev, echar al “nazi” Zelenski y colocar allí un gobierno títere como es el de Lukashenko en Bielorrusia. Eso habría evitado otras discusiones sobre territorio, neutralización y renuncia a la OTAN, el tamaño de su ejército, imponer el ruso como lengua oficial y otras fruslerías porque lo que Putin no quiere es una Ucrania independiente y democrática que sería un “mal ejemplo” para Rusia, un país que ha pasado por zares, por comunistas y por el propio Putin sin conocer nunca lo que es un régimen donde hay división de poderes y los líderes están sometidos al pueblo.

Putin no está loco y aunque no le interesa romper con el americano tampoco quiere una tregua porque está preparando otra ofensiva militar que cree que los ucranianos serán incapaces de aguantar sin las armas, la inteligencia y el apoyo que Washington ahora les regatea. Pero ahí el que se equivoca es Putin porque los ucranianos vienen demostrando durante esta guerra un patriotismo y una encomiable capacidad de resistencia ya demostrada cuando al comenzar la invasión los rusos pensaron -en un fallo descomunal de Inteligencia- que les recibirían con flores en Kiev y salieron de allí con el rabo entre las piernas. Y porque el apoyo europeo se mantiene unido y fuerte como esta misma semana ha demostrado Alemania.

El actual juego de Putin es seguir toreando a Trump el tiempo que pueda sin llegar a romper la baraja y la prueba es que Lavrov, ministro de Exteriores, ha quitado importancia a la afirmación de que Putin está loco. Y tiene razón porque no lo está y Trump, desconcertado, no se atreve a levantarle la voz siempre a la espera de unas negociaciones con poco futuro a menos que cambien mucho las cosas.

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