Respeto a nuestros héroes

Carta
El Mercurio, 24.10.2020
Juan Martabit Scaff, embajador

Cuando un país comparece frente a un tribunal internacional, y más específicamente ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya —ante la cual estuve acreditado por seis años como coagente—, debe hacerlo no solo de buena fe, con el Derecho de su lado, sino que también, y según corresponda, con su historia, de la cual es heredero y que debe exponerse con rigor, veracidad y, sobre todo, honestidad y orgullo.

Guardar la estatua de uno de los principales héroes nacionales en un galpón o instalarla al interior de un patio cerrado es una mala señal. Los Estados que no tienen respeto por su historia y no la cuidan y defienden tienen mayores opciones de no ser reconocidos en sus alegatos y derechos, tanto por jueces o árbitros, como incluso por otros Estados.

No tengo memoria de que en alguno de nuestros vecinos —o en realidad de cualquier país del mundo—, monumentos a sus héroes más importantes o la Tumba del Soldado Desconocido, sean maltratados como desgraciadamente sucede en nuestro país.

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