Carta OpinionGlobal, 27.10.2024 Carlos Klammer Borgoño, embajador (r) y exdirector general de Ceremonial y Protocolo
Uno de los fundamentos del rol de los embajadores en el mundo -ya se trate de profesionales o políticos- es representar a su país. No a su gobierno ni a sus postulados, ni menos sus intereses personales, sino a su país. Incluso hasta el año 1973, el nombramiento de un embajador en Chile requería del llamado “pase del Senado”, precisamente porque el embajador representaba a los tres poderes del estado.
Históricamente, los representantes de Chile han cumplido en propiedad ese rol. Sin embargo, nuestro embajador en Estados Unidos parece haberlo olvidado. En sus últimas intervenciones ha solidarizado con el destituido ministro de la Corte Suprema, Sergio Muñoz; ha preferido ser representante del presidente Boric y ha participado abiertamente en la campaña electoral de ese país, apoyando a uno de sus candidatos.
Es una lástima que no haya seguido en política exterior el ejemplo de su padre, un gran Canciller, con quien tuve el honor de trabajar en múltiples ocasiones desde mi ingreso al Servicio Exterior en 1968.