Sahara Marroquí y relaciones con Israel

Columna
Revista Realidad y Perspectivas, N*91 (diciembre 2020)
Kenza El Ghali, embajadora del Reino de Marruecos en Chile

La decisión del Presidente Trump de reconocer la plena soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sahara –sus Provincias del Sur– marca un giro histórico en el diferendo regional sobre este espacio.

Esto se enmarca en un proceso de larga trayectoria que se inscribe en el prolongado apoyo de Estados Unidos (EE.UU.) a la Iniciativa Marroquí de Autonomía, como solución realista, creíble y seria a la Cuestión del Sahara Marroquí. En esa línea se han orientado las políticas de los presidentes Clinton, Bush, Obama y del actual presidente Trump. Ese apoyo llevó la luz al final del túnel, acelerando la solución a un diferendo que duró más de 45 años.

Dicho resultado fue planificado como artífice por el Rey Mohammed VI. Desde mayo de 2018, él siguió de manera personal este tema, promoviendo el intercambio de delegaciones no oficiales con el objetivo de producir esa decisión histórica. Por lo mismo, consideramos histórica y potente la declaración del presidente Trump, dado que EE.UU. es la primera potencia mundial, miembro permanente en el Consejo de Seguridad, líder en el establecimiento de las principales orientaciones del Derecho Internacional y participó activamente en dicho Consejo para la Cuestión del Sahara.

Además, cabe recordar que más de 165 países miembros de la ONU –más del 85%– apoyan los serios esfuerzos del Reino de Marruecos para lograr, con buena fe, por la vía pacífica y en el marco exclusivo de la organización mundial, una solución definitiva al diferendo artificial en torno a la marroquinidad del Sahara. Se trata de un territorio que siempre ha pertenecido a este Estado Nación de más de 12 siglos de historia.

Por otra parte, las relaciones de Marruecos con los EE.UU. no son de hoy. Componen una asociación estratégica desde hace muchas décadas, lo que permite avanzar sobre diversas temáticas y entender los múltiples desafíos que hay que afrontar conjuntamente. Desde 2004, Marruecos es aliado no miembro de la OTAN, es el único país africano en haber firmado un tratado de libre comercio con dicha potencia y es sede del mayor ejercicio militar norteamericano fuera de sus fronteras, para no citar otros ejemplos. Además, Marruecos es un socio esencial en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, y el crimen organizado.

Con base en lo expuesto, Marruecos es un garante de la paz y la seguridad en la región, por lo que beneficia del apoyo de países africanos, árabes y latinoamericanos, entre otros. La Unión Europea considera a Marruecos no solo un socio privilegiado sino un socio vital en la relación entre Europa y África. Es en este marco en el cual debe mencionarse el otro acontecimiento internacional importante que nos atañe: la reciente reanudación de relaciones diplomáticas con Israel.

Con motivo de este restablecimiento de las relaciones se dispuso la reapertura de las oficinas de enlace en Rabat y en Tel Aviv, que existían desde los años noventa y se cerraron una década después. A esto se agregó la promoción de una cooperación comercial, financiera de inversión, así como en innovación tecnológica, aviación civil, agricultura, seguridad alimentaria, energía, telecomunicación, entre otros. A este respecto, el Rey Mohammed VI llamó al presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas Abou Mazen para informarle sobre este desarrollo, reafirmando su apoyo a la causa Palestina, la misma que heredó de su padre, el Rey Hassan II, que Dios lo tenga en su gloria.

Lo señalado significa que la acción del Reino para consagrar la marroquidad del Sahara no se hizo ni se hará en detrimento de la lucha del pueblo palestino por sus derechos legítimos. Por lo demás, Marruecos tiene relaciones distinguidas con la comunidad judía de origen marroquí. Más de un millón de ellos vive en Israel. Todo ello le ha permitido desempeñar un rol histórico para acercar a los pueblos de la región y promover la paz en Oriente Medio.

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