Tambores de guerra en la región

Columna
Realidad y Perspectivas, N*122 (diciembre de 2023)
Milos Alcalay, embajador (r) y exviceministro de RREE venezolano

El conflicto entre Venezuela y Guyana vuelve a resurgir de forma preocupante, peligrosa e incierta, al dejar sin efecto los Acuerdos logrados en St Vincent bajo los auspicios del presidente de Brasil (que tiene fronteras con ambos países), del Caricom y de la CELAC. La presencia de los primeros ministros del Caribe, del canciller de Colombia y representantes del secretario general de la ONU, le dieron un giro esperanzador al encuentro, logrando que los mandatarios de Guyana y de Venezuela estrecharan sus manos y suscribieran un mecanismo de diálogo y de monitoreo para frenar la tensión que había surgido por la reivindicación territorial en disputa.

El acuerdo duró muy pocos días, porque el Gobierno de Nicolas Maduro retornó a abanicar las vociferantes y agresivas declaraciones contra Guyana, sin recurrir a los mecanismos de solución pacífica acordados, al rechazar la presencia de un Buque Patrullero del Reino Unido en apoyo a Guyana en un ejercicio de cooperación militar. La respuesta venezolana fue contundente. El presidente Maduro, vestido con uniforme militar, acompañado por el Alto Mando Militar, anuncio la operación General Domingo Antonio Sifontes 2023 mostrando en las Cámaras de Televisión, en Cadena Nacional, el despliegue de la aviación de combate venezolana con buques de guerra y otros sistemas de armas.

Volvieron a estar en el tapete, las arengas contra el presidente Ali de Guyana y contra el Reino Unido. No quedaron excluidos de los ataques los directivos de la Exxon, ni los Estados Unidos, ni el Comando Sur. Algunos analistas consideran que la razón por darle una patada a la mesa rechazando los acuerdos de St.Vincent, es porque el pacto lo llevaba a entrar a un callejón sin salida. Si cumplía con el acuerdo, después de toda la campaña que incorporaba a la Guayana Esequiba unilateralmente como una nueva región bajo jurisdicción venezolana, quedaba mal con los supuestos más de 10 millones de electores que lo respaldaron. Pero si intervenía directamente con las Fuerzas Armadas para ocupar el Estado de la Guayana Esequiba, tal como anunciaba en la consulta, quedaba peor, por el contundente rechazo internacional a la ocupación venezolana de ese territorio en disputa. La respuesta fue el de volver a venderle a la opinión pública una epopeya guerrerista, pero sin hacer nada. Pura pantalla. Patriotrerismo sin acción.

Por otra parte, si decidiera pasar a la acción para recuperar el Esequibo repitiendo el escenario de la Guerra de las Malvinas o seguir el ejemplo de su aliado ruso con la invasión a Ucrania, o el de Irán con el apoyo al Hamas contra Israel sería muy grave para ambos países y para la Región.

Todos los venezolanos apoyamos el rechazo del Laudo Arbitral de Paris de 1899 por considerarlo nulo. Lamentablemente, en vez de incorporar a los mejores juristas para preparar los argumentos ante la Corte Internacional de Justicia, el régimen prefiere promover una falsa división, al designar como patriotas a los que incondicionalmente apoyan a Maduro, y traidores a todos los que ven otras vías para recuperar el Esequibo. Lo anterior, en vez de entender que se trata de estrategias diferentes, entre las que el Gobierno escogió la peor. Si se sigue por esa ruta, inexorablemente le hará perder a Venezuela (consciente o inconscientemente) la extensión del territorio en reclamación.

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