‘Todo el mundo apoya a Edmundo’

Editorial
OpinionGlobal, 17.01.2025

Los días 9 y 10 de enero pasado mostraron dos claros síntomas de lo que ocurre hoy en Venezuela: el primero, una jornada esperanzadora de una masiva y espontánea manifestación popular que salió a las calles para acompañar a María Corina Machado; y el segundo, un solitario y aislado dictador, Nicolás Maduro, que se hizo nombrar, ilegítimamente y por tercera vez, presidente de Venezuela. Es decir, el “bravo pueblo” ha perdido el miedo y sabe que su líder lo conducirá a la victoria final, pero por otra parte la tiranía chavista está deslegitimada y debilitada, lo que la hace aún más peligrosa.

Podemos afirmar con convicción que hoy “todo el mundo apoya a Edmundo” (al legítimo presidente electo Edmundo González Urrutia), pero aquello se concretará solo si el régimen narcoterrorista es derrotado por los venezolanos y cuando el apoyo internacional de las democracias sea capaz de anular la influencia del “eje totalitario” (China, Rusia, Corea del Norte, Cuba e Irán), que sostiene a la dictadura.

Ya no cabe ni el diálogo ni las negociaciones, porque históricamente las dictaduras (Hitler, Stalin, los Castros, los Kim, Chávez-Maduro, Ortega-Murillo, etc.) aborrecen de las democracias y no le hacen concesiones. Solo la combinación de presiones internas y externas puede acabar con los regímenes totalitarios. Para muestra un botón: la guerra en Ucrania es la lucha de ese pueblo por su independencia y de Occidente por detener a Rusia. En el caso venezolano, los EEUU, la UE y una fuerte mayoría latinoamericana (los izquierdistas Lula, Petro y Boric incluidos), todos apoyados en la institucionalidad del sistema interamericano, deberán coordinarse para poner fin a la tiranía chavista. A tal efecto, el manifiesto de excancilleres latinoamericanos sobre “El desmoronamiento del orden internacional” (ver sección Comunicados de OpinionGlobal Review) es una buena pauta para la concertación regional.

¿Qué pasa con Chile en este tema? Tenemos un presidente de izquierda cuya retórica si bien es crítica de la dictadura venezolana, está condicionada por la postura del PC chileno favorable a Cuba, Nicaragua y Venezuela (la única dictadura en la región habría sido la chilena), por lo que el gobierno chileno no pasa de las palabras a la acción. Para colmo de males, nuestra Cancillería no tiene carácter ni pesa en las decisiones de política exterior. Aunque la inteligencia chavista violó la soberanía chilena (caso teniente Ojeda) y Maduro expulsó a la misión diplomática nacional de Caracas, el gobierno mantuvo por largo tiempo a su embajador desde Santiago (hasta que se filtró en la prensa) y determinó que no rompería las relaciones con Venezuela. ¡Sencillamente indigno!

El presidente electo Trump, pero sobre todo su nominado secretario de estado, el senador Marcos Rubio (descendencia cubana), se ha manifestado dispuesto a emprender una política firme frente a Venezuela, demandando la misma actitud a al resto de los latinoamericanos. Al respecto, es de temer una nueva inacción por parte de Chile, lo que nos traería consecuencias negativas en nuestras relaciones con Washington y los países vecinos.

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