Un Perú sin educación

Columna
El Montonero, 14.10.2021
J. Eduardo Ponce Vivanco, embajador (r) y ex viceministro de RREE peruano

Nueve ministros de Educación en los últimos cinco años son una prueba suficiente del pavoroso desconcierto gubernamental en la conducción de un sector crucial para librar al Perú del atraso y acercarlo a la modernidad y al futuro. La última muestra de esta irresponsabilidad oficial es la designación ministerial de un sindicalista radical para reemplazar al reconocido maestro Juan Cadillo que, por excepción, el Presidente Castillo nombró acertadamente para ese cargo hace poco más de dos meses. ¿Cómo se explica que el maestro de Chota evidencie semejante desprecio a la Educación?

Por el gigantesco tamaño del sector educativo, la onerosa carga presupuestal que representa y la turbulenta historia política del magisterio nacional, este nuevo desacierto ilustra la gravedad de una patología cuyas raíces se asocian al desgraciado terremoto de Sendero Luminoso y el virus del “pensamiento Gonzalo”. Una patología que, desde Ayacucho, identificó la educación como el campo más fértil para sembrar las ideas que todavía hacen daño a la sociedad peruana a través de los llamados organismos “generados”, como el MOVADEF y el FENATEP, lamentablemente presentes en los más altos niveles del gobierno actual.

El copamiento de la educación peruana por sindicatos magisteriales contaminados por ideologías extremistas se tradujo en la priorización del adoctrinamiento en perjuicio de la enseñanza como tal. En plena dictadura socialista de Velasco Alvarado (1972) nació el famoso SUTEP e inauguró un reinado en el que las reivindicaciones clasistas de los maestros (incluyendo la millonaria Derrama Magisterial) primaron sobre el aprendizaje del alumno.

Pero ese enorme mecanismo de presión resultó insuficiente para el grupo de asociados radicales que se agremiaron para “reorientarlo” en el llamado CONARE-SUTEP. Todos recordamos el papel protagónico del Presidente Castillo cuando asumió el liderazgo de la feroz huelga magisterial de 2017, en detrimento del inocente alumnado peruano, que fue obligado a soportar las reivindicaciones extremistas del magisterio, desconociendo su derecho a educarse sin interrupciones arbitrarias.

Lamentablemente para el futuro del país, la última de estas costras sindicalizadas ha llegado hasta el Palacio de Gobierno, donde el primer mandatario ha visto la oportunidad de organizar una base partidaria propia que lo aleje de la férrea y ajena tenaza de Perú Libre. Aprovechando la instantánea inscripción del FENATEP, sacramentada por el ex-Ministro de Trabajo Íber Maraví, el Presidente decidió formar el Partido Político Magisterial y Popular (PPMP) que, gracias a la entusiasta colaboración de Mery Coila y otros miembros del MOVADEF, sigue recolectando firmas para su pronta inscripción en la ONPE.

Esas son las férreas estructuras políticas que encontraría un futuro gobierno que eventualmente se proponga liberar a los estudiantes peruanos de esas cadenas oxidadas que lo atan al atavismo de una educación sindicalista y trasnochada.

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