Columna El Nacional, 13.03.2024 Beatriz De Majo
Un estudio sobre el perfil de personalidad de Xi Jinping y su relación con su liderazgo efectuado en 2021 por el College of Saint Benedict and Saint John’s University diagnosticaba condiciones psicológicas muy marcadas. El gobernante chino, desde la perspectiva profesional del estudioso “personologista” Theodore Millon, responde a un patrón de individuos caracterizados por gozar de personalidades primarias que son, en esencia, dominantes, escrupulosas y ambiciosas.
Dice el estudio en cuestión que los individuos dominantes disfrutan del poder de dirigir a los demás y de suscitar obediencia y respeto. Son duros y nada sentimentales y a menudo son líderes eficaces. Los líderes escrupulosos son obedientes y diligentes, con una sólida ética de trabajo y cuidadosa atención a los detalles, sobresalen en la elaboración de políticas públicas y son más tecnocráticos que visionarios. Las personas ambiciosas son audaces, competitivas y seguras de sí mismas. Asumen fácilmente roles de liderazgo, esperan que los demás reconozcan sus cualidades especiales y a menudo actúa como si a ello tuvieran derecho. Esta investigación asegura que los humanos con este prototipo de personalidad son duros y consideran que ellos tienen el deber moral de penalizar o de controlar a aquellos que se desvían de las normas convenidas por la sociedad.
Al interior de un país tan vasto como China donde la concentración de poder en manos de la cúpula gobernante es omnímoda, este tipo de personalidades descritas, que serían las del líder del gobierno y del Partido Comunista, puede desviarse muy fácilmente hacia la autocracia vista esta como una forma de gobernar donde la voluntad de una persona es la suprema ley. Atentaría contra su propia esencia otorgar a terceros el derecho de pensar libremente y de actuar en concordancia,
En el terreno de la geopolítica mundial el asunto puede ser más complejo porque las distorsiones de conducta que van asociadas a estos patrones de personalidad, tal como piensan los psicólogos políticos, no son conscientes y por lo tanto son muy difíciles de alterar. Confrontado como ha sido Xi Jinping con el peso tan decisivo que tienen los Estados Unidos en la dinámica mundial, su propia personalidad acúa a favor de percibir la actuación del gigante americano como una amenaza, antes incluso de que éste actúe. Pero es que la guerra comercial que se inició y mantuvo hacia China durante la presidencia de Donald Trump y que ha sido heredada por la administración Biden, ha revestido indudables intenciones de agresión contra el contendor chino. Tal afrenta reviste características apocalípticas para Xi, un ser ungido para velar por el bienestar de 1.400 millones de los suyos.
Pero tal como lo comenta la teoría de este estudio al referirse al estado ánimo y de temperamento característico de los ambiciosos –una de las características resaltantes de la personalidad de Xi– es que gozan de aplomo social, ya que son serenos y optimistas y suelen ser imperturbables, fríos y sensatos al actuar bajo presión.
Muchas de las aseveraciones de este estudio sirven para poner de relieve fortalezas y debilidades conductuales del gobernante. Nada de ello es novedoso. Todo mandatario es examinado con rigor por los expertos en estas disciplinas. Al fin, lo que se reconoce es que uno de los factores más destacados de su personalidad es que ella le permite hacerse cargo e inspirar la confianza pública, pero, al mismo tiempo, su mayor debilidad es controlar sus tendencias expansionistas porque ella estimula el conflicto y la hostilidad en la arena internacional.