Lech Walesa: libertad y solidaridad

Columna
El Líbero, 09.03.2016
Julio Isamit, coordinador general Republicanos
Lech Walesa: libertad y solidaridad

Lech Walesa: libertad y solidaridad

El próximo miércoles Lech Walesa, el líder del sindicato Solidaridad y primer presidente democrático de Polonia, expondrá en Chile sobre “Solidaridad para los nuevos tiempos” en la serie de encuentros públicos organizado por el Banco Santander.

En el verano escribí en este mismo medio sobre Winston Churchill como uno de esos gigantes sobre cuyos hombros la humanidad puede situarse y comprender mejor la realidad que nos rodea. Finalizada la Segunda Guerra Mundial y con la existencia de una “cortina de hierro” que dividía el mundo, la vida y liderazgo de Lech Walesa nos permite comprender de mejor manera el curso de la Guerra Fría y la caída del comunismo. Definitivamente otro gigante de la historia.

Como bien se sabe, Polonia fue invadida por la Alemania Nazi en 1939 desencadenando los acontecimientos que pocos días después darían inicio a la Segunda Guerra Mundial. Por desgracia, una vez concluido el conflicto Polonia no sería libre, sino que cayó bajo el yugo comunista y del Ejército Rojo. Con el pasar del tiempo se instauró un estado socialista bajo la esfera de influencia de la URSS, la República Popular de Polonia (1952-1989). Su propia Constitución Política (1976) señalaba que el Partido Obrero Unificado de Polonia era “la fuerza política dirigente de la sociedad en la edificación del socialismo”.

En esta construcción del socialismo se suprimieron las libertades políticas, se persiguió a la oposición y se estatizó la economía, con un vergonzoso silencio por parte de Occidente. Como es lógico, la dictadura prohibió la existencia de sindicatos libres. Para los comunistas, los sindicatos constituyen la representación del Partido frente a los trabajadores y no la de los trabajadores frente a la empresa o al Estado (que para estos efectos eran lo mismo), invirtiendo el orden lógico de la relación.

Lech Walesa en entrevista con El Pensador sostendría que “los polacos padecen de una grave enfermedad: el amor a la libertad, que se ha fortalecido en momentos de nuestra historia cuando la nación ha sido privada de su libertad y nuestra patria borrada del mapa”.

En medio de una importante crisis económica y un aumento masivo en el precio de los alimentos, se produjeron diversas huelgas que desembocarían en la fundación de Solidaridad al alero de las protestas en los astilleros de Gdansk a fines de 1980. El primer sindicato libre en los regímenes soviéticos, de profunda raigambre católica y que antes de un año ya tenía más de nueve millones de afiliados, representó la más contundente muestra de independencia política y social en un régimen de partido único.

Un par de años antes, el 16 de octubre de 1978, los jerarcas comunistas recibían una pésima noticia. En Roma, los cardenales reunidos en cónclave elegían a Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, como nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.

En Polonia, considerada por su tradición y espíritu cristiano el eslabón más débil de los regímenes comunistas, el aporte de la Iglesia Católica resultó ser fundamental. Walesa sostiene que “como un fiel hijo de la Iglesia, puedo asegurar que ella siempre estuvo a nuestro lado… Sus representantes, los obispos y sacerdotes, fueron siempre compañeros de lucha en momentos decisivos” y que el primer papa polaco sostuvo la misión de Solidaridad, recordándoles siempre que “no puede haber libertad sin solidaridad”. Es difícil entender el rol de Walesa sin esta influencia decisiva de la Iglesia Católica en Polonia.

Su lucha fue una lucha pacífica, renunciando al camino de las armas que se había seguido en la postguerra, siguiendo, en cambio, la ruta de la paz y del diálogo. Esto no resultaría fácil, a las muertes de los manifestantes de los astilleros en los ´70 se sumaría la persecución estatal a los líderes de las huelgas en 1980. Al año siguiente, se decretaría la ley marcial y Walesa estaría detenido casi un año cerca de la frontera con la URSS. En noviembre de 1983 recibiría el Premio Nobel de la Paz.

La caída del comunismo en su natal Polonia y la realización de elecciones libres lo llevaría a la presidencia de la República de Polonia en 1990. Durante cinco años, en que el país transitó de una economía estatal a un sistema de economía libre y de un sistema de partido único a un régimen democrático multipartidista.

En 2013, consultado si Polonia era el país que soñaba en 1983, declaró que ese año “era totalmente imposible soñar con un país libre y sin embargo, con el tiempo, logramos un éxito inimaginable”, sin embargo, declara que le duele que en “en este camino de democratización hayamos descuidado a los más débiles y de que muchos hayan acabado perdiendo por no estar preparados para el capitalismo. Son hechos dolorosos, pero no empaña la realidad de una gran victoria de la que nuestra generación forma parte”.

Conocer a Walesa es un requisito indispensable para comprender la historia de la libertad en los últimos 40 años. En ese sentido, “Un camino de esperanza”, su autobiografía publicada en 1987, constituye un aporte fundamental. Más moderna es la película “Walesa, la esperanza de un pueblo” del año pasado.

Hoy, Walesa recorre el mundo difundiendo lo que denomina “valores universales” de convivencia, de justicia y de libertad. Por su historia, por su liderazgo mundial y por su ejemplo vivo, definitivamente la próxima semana tendremos, en Chile, a un gigante de la historia.

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