Política chilensis: Guillier y la gloria del PRSD

Columna
OpinionGlobal, 03.01.2017
Galileo

No puedo dejar de comentar este tremendo hecho político-noticioso acerca del resurgimiento del viejo Partido Radical. No es que me quiera botar a serio, pero realmente lo encuentro emocionante.

¡Cuántos años de decadencia! ¡Cuántos años de irrelevancia política! ¡Cuántos años de ninguneo y bullying  político por parte de sus “aliados”! Desde la presidencia de Gonzáles Videla (último presidente radical) y en parte durante la presidencia de Alessandri, el Partido Radical venía perdiendo adeptos, ya que perdía el rumbo, perdía votos y, por consecuencia, puestos de “trabajo” en el aparato estatal. Ya la CORFO no era lo que fue; Endesa y otras empresas públicas se privatizaban, ante el espanto de los radicales (y de algunos otros); el Estado tendía a achicarse; y eran muy pocos los elegidos para incorporarse al Parlamento. Por más que le cambiaron de nombre al partido o que algunos pensaron que pasarse al ala más de izquierda de la Concertación podía ser una estrategia, nunca lograban pasar de un modesto 5% aproximadamente del electorado. Siempre lograban mantener algunas comunas leales al PR, sobre todo el Norte y en ambientes ligados a la pequeña y mediana minería. Pero nada más que eso. Había muy pocos cargos públicos que podían llenar, ya que sus socios alegaban derechos prioritarios para sus militantes, dados sus resultados electorales más auspiciosos.

Pero ¡Oh sorpresa! Por una rara circunstancia del destino, se juntan dos hechos en el momento preciso: el desprestigio del Gobierno y de los políticos; y el “ojo” de Ernesto Velasco de lanzar el globo sonda de Guillier al ruedo de los precandidatos. Y le resulta. Es tal la desesperación de la Nueva Mayoría (NM) de no perder el Gobierno (y los puestos) que se produce una verdadera carnicería entre sus socios por la elección de un candidato que los salve de Bachelet y su legado.

Y aparece Guillier. Un periodista que nunca se destacó como tal salvo para leer las noticias del noticiario de la TV, noticias que eran redactadas por el departamento de prensa y no por Guillier (eso es una atenuante), y solo ponía una cara u otra al finalizar cada noticia. Pero nadie lo conoce más allá de haber estado “en la tele”. Por otra parte, cuidado con los desconocidos. ¿Quién conocía a Bachelet cuando Lagos la nombra Ministro de Salud? Casi nadie. ¿Qué pensaba? Nadie sabía (ahora parece que sí).

Va de candidato por Antofagasta, apoyado por el PRSD y gana. Y rápidamente empieza a aprender la dinámica radical de larga data: empezar a colocar a sus leales radicales en puestos de gobierno.

Pero el genio es Ernesto Velasco, el presidente del partido (está agarrando casi cara de “canchero”). Le ve potencial; lo convence y lo larga, con gran éxito y sorpresa de todos. En meses, lo tiene compitiendo con Piñera; ninguneando a Lagos; predicando su independencia de los radicales, pero fascinado con su apoyo. Aunque Guillier no lo quiera, Velasco es como su manager. El único perjudicado hasta ahora en el partido ha sido Tombolini. De jefe del programa lo tuvieron que sacar rápidamente de la primera línea. Desgraciadamente, Tombolini carga con una pesada mochila de la duda. Y nadie sabe qué hacer con ni menos aparecer cerca de él. Gullier tampoco.

Uno ya puede observar a radicales de antigua cepa que andan con una cara sonriente como no se les veía desde muchos años. Han comenzado a soñar de nuevo. Su misión en la política ha renacido: volver a ocupar cargos públicos más allá del 5% que le daba “derecho” su votación. Ahora el candidato más seductor de la NM es propuesto por ellos, y eso tiene un precio extra. ¡Sí señor! Ellos serán los primeros en proclamarlo, mientras en el resto de la NM se desangran en peleas o buscando fórmulas para elegir un candidato diferente o para bajar a Lagos sin que se sientan avergonzados con el Tata o que a éste se le caigan las lágrimas.

Las oficinas del partido no dan abasto para procesar las nuevas inscripciones de “partidarios radicales" que comienzan a aparecer en todos los círculos del país. Igual las reinscripciones, los pagos de cuotas atrasadas y la renovación de los carnets partidarios, pero con los números originales. En el Partido Radical, como en el Ejército, la antigüedad constituye mérito. Brillan nuevas luces en el barco Radical; muchos correligionarios listos para entregar “su aporte” al país.  Incluso ya se han mandado un programa de más de 500 páginas. ¿Se dan cuenta? Ahora va a haber que leerlo, para que no pase lo de Bachelet, en el sentido de que, frente al mal gobierno que ha tenido, su defensa sigue siendo que está cumpliendo con el programa. Pero nadie se lo había leído, ni siquiera el senador Ignacio Walker. Ahora sí habrá que leerlo. Básicamente para ver en qué parte del programa se abren posibilidades de pegas fiscales y en cuáles “uno puede aportar su experiencia y ganas de sacar adelante al país”, como me comentaba un viejo radical.

Por supuesto, lo anterior requiere de todas maneras un estado más grande, “más inclusivo” se diría hoy, para que quepan los radicales agrandados por Guillier. Nuevas empresas estatales; nuevas subsecretarías y nuevas superintendencias de cualquier cosa. Y también nuevos ministerios. Muchos cargos por llenar: esa es la misión.

Todo este movimiento me hace acordar la película El Parque Jurásico. Es como si Ernesto Velasco hubiera encontrado un pedazo de ámbar milenario con una gota de ADN de Aguirre Cerda o de Martínez Sotomayor. El 7 de Enero próximo veremos un espectáculo apoteósico para el mundo Radical en la proclamación de Guillier por el PRSD.

Notable renacimiento. Es de esperar que no sea como las polillas que mueren cuando llega la luz.

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