Columna La Tercera, 21.03.2024 Carolina Valdivia, abogada, exsubsecretaria de RREE e investigadora del CEP
En estas latitudes son escasas las noticias que recibimos desde África y, por lo general, se reducen a crisis y conflictos. Sin embargo, es interesante observar esa parte del globo pues se está desarrollando una nueva etapa de la incesante “lucha por África”, motivada por sus cuantiosos recursos y por ser un área de interés estratégico para la seguridad de Europa.
La presencia china en el continente es de larga data, profundizada en las últimas décadas por la insaciable necesidad de acceder a minerales críticos, la posibilidad de concretar grandes obras de infraestructura y estimular sus exportaciones. De los 54 países del continente, 52 son parte de la iniciativa de la Franja y la Ruta y, día a día, vemos a diplomáticos chinos sellando acuerdos de toda índole.
Washington, alerta de los movimientos de sus competidores, ha buscado revigorizar sus vínculos. Los resultados han sido mixtos. Tras la última visita de la vicepresidenta Harris se anunciaron una serie de iniciativas incluyendo la construcción de un mega-ferrocarril, a fin de contrarrestar la iniciativa de la Franja y la Ruta. También ha habido fuertes derrotas, siendo la más reciente la expulsión de las bases americanas del vital Níger. La UE, en particular Francia, ha visto descender su influencia, especialmente tras la asunción de juntas militares en el Sahel. Pero estos espacios de poder han sido rápidamente ocupados. Rusia, aliado histórico y de gran influencia durante la Guerra Fría, vuelve a ser un socio estratégico en defensa y seguridad a través del grupo Wagner cuya presencia se extiende por variados puntos del África Subsahariana.
Proyectándose como nuevos actores globales, Emiratos Árabes y Arabia Saudita también juegan un rol en la marcha del continente. Así buscan capitalizar oportunidades económicas y resguardar sus intereses de seguridad, sobre todo en el Golfo de Adén.
Latinoamérica carece de grandes interacciones con África. Brasil es quien ha cultivado la relación más constante, especialmente durante los mandatos de Lula. África se ha transformado en un socio clave para sus proyecciones internacionales, materializándose con la visita oficial de Lula a la última cumbre de la Unión Africana, a Etiopía y Egipto, flamantes nuevos miembros BRICS. Ambos, además, fueron elegidos por la presidencia brasileña como sus invitados especiales al G20, reflejando cómo Brasil apuesta por intensificar su propia relación transatlántica, en desmedro de sus vecinos latinos.
Nuestra relación con África se limita a una modesta red de embajadas, un magro intercambio comercial y un irregular impulso para negociar acuerdos de libre comercio. El presidente Boric tendría intenciones de visitar el continente, lo que habrá que mirar con interés, pues se trata de naciones con un bajísimo estándar de cumplimiento de DD.HH. Una eventual visita presidencial debería alejarse de estigmas, sirviendo más bien como señal de que entendemos hacia dónde se dirigen los cambios geopolíticos, en lo formal y en lo sustantivo.