Desde Rusia con amor e Iglesias

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Republica, 09.02.2021
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Varios medios españoles y algún extranjero critican a Borrell por haberse metido como un pardillo en la boca del lobo rusa (Hasta el progresista Le Monde dice que “cayó en la trampa”). No estoy muy de acuerdo con la censura.

El ex ministro español estaba obligado a sacar el tema de Navalny en su charla con su colega ruso Lavrov. Si la Unión Europea pregona la defensa de los derechos humanos no puede su representante acudir a Moscú, cuando el gobierno de Putin atropella a un disidente, hablar de lo divino y humano, de comercio, de distensión en el mundo… y no tocar el tema Navalny. Claro está que eso para un régimen autoritario es anatema y una portavoz rusa ha declarado que Borrell “había ido a Rusia a montar una flagelación política minuciosamente preparada; no resultó porque el gobierno ruso quería hablar de cosas serias”. El ministro Lavrov también desairó a nuestra compatriota con sus comentarios, tuvo el osadía de decir que en España hay presos políticos en Cataluña y, por lo tanto, no hay que dar lecciones de democracia a Rusia y, por otra parte, escogió ese día para expulsar a tres diplomáticos europeos, un polaco, un alemán, un sueco.

La comparación de Lavrov es insultante: el sabe que en Cataluña hubo un golpe de estado secesionista algo que en su país sería castigado mucho más severamente que en Europa. Navalny es un mero disidente incómodo, incordiante para un régimen que sólo acepta disidencias si son raquíticas o semidomesticadas.

Borrell tenía que ir a Moscú. Su caída en la trampa obedece a que él, ante el desplante de un interlocutor como Rusia, está maniatado. Es consciente de que sus “señoritos”, los gobernantes europeos, están totalmente divididos sobre lo que hacer con Rusia, unos quieren plantarle cara, otros sancionarla un poquito sin hacer mucha pupa y otros mirar para otra parte y cambiar de tema. Así no se puede plantar cara. Ante un peso pesado y con su retaguardia escindida, ¿Qué piensa de verdad Alemania?, el español estaba vendido.

Para España, el incidente es grave y bochornoso. Rusia blanquea a los golpistas catalanes y acude solícito a Iglesias para crearnos más problemas. Todo un Vicepresidente de un gobierno europeo democrático, algo verdaderamente insólito, aceptando la comparación de Lavrov y admitiendo que, en consecuencia, España no es un país verdaderamente democrático. Uno no acaba de entender como Iglesias socava así nuestra imagen y la labor de nuestra diplomacia. Aún entendiendo que como buen totalitario no quiere saber nada del estado de derecho si no le beneficia-un político que delinque aunque sea muy votado es punible- hay que cavilar si Iglesias actúa porque su enorme ego necesita titulares o porque quiere desviar en estas fechas el foco mediático del asunto de su niñera opíparamente pagada por el dinero de usted y el mío. Hay tropelías que ya estaban inventadas, Sánchez no es el primer político europeo que plagia tesis, lo de la asesora ministerial con nivel 30 que hace las veces de niñera de la jefa, y no pueden rebatirlo, es una primicia casi absoluta. Hay que remontase a Ceaucescu, al dictador coreano o gente de esa calaña.

Para nuestra imagen es un mazazo. Dos altos cargos que divergen en algo importante que afecta gravemente a la integridad de España. Lavrov alentará a otros políticos mundiales que quieran buscarnos las cosquillas . Ya su portavoz ha dicho que no sabe quien tiene razón si la ministra de Exteriores o el Vicepresidente español. Y mientras, Sánchez, el jefe supremo, pensando como camelea con la pandemia y arregla el mundo mundial .

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