Elecciones 2024 y la sombra de Washington es alargada

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Republica, 02.01.2024
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

El año que se inicia no va a ser aburrido electoralmente. En Europa las elecciones al Parlamento nos afectan directamente. Aunque faltan aún cinco meses, mucho tiempo, las perspectivas parece que no son halagüeñas para el PSOE en particular y para la izquierda europea en general. Las avalancha migratoria aumentará los votos de la derecha.

En el mundo habrá varios comicios de relieve, debutamos con Taiwán, el país entre otras cosas gran productor de los vitales semiconductores. Una victoria de los grupos más nacionalistas provocaría un sarpullido en China con consecuencias que no se pueden predecir. Tal vez, inquietantes.

Seguirá Rusia donde Putin con un sorprendente nivel de aceptación superior al 74% se va a pasear. Uno puede estudiar por qué los rusos han tragado su versión de la agresión a Ucrania, por qué nadie se pregunta por los miles de caídos en Ucrania, por las razones de estar divorciados de la mayor parte de los europeos, por qué no pueden jugar el mundial de fútbol o participar con su bandera en los Juegos Olímpicos aparte de otras mil trabas. La opinión pública traga con el relato de Putin: los occidentales los odian y persisten en intentar opacar la gloria rusa.

Habrá más citas en países no insignificantes como Egipto, Indonesia (270 millones) o Méjico donde ganará una mujer y por supuesto en un país tan indigenista, en el que según la leyenda oficial mejicana los españoles postergaron brutalmente a los nativos, la elegida será una vez más no india. Curioso que después de doscientos años de nuestra salida de Méjico sólo haya habido un indio entre los cuarenta y tantos presidentes que se han sucedido.

Con todo, los focos estarán centrados en la elección de Estados Unidos del 5 de noviembre. Biden y Trump no tienen verdaderos enemigos en sus respectivos partidos y la polarización aumenta. Casi un tercio de los estadounidenses cree que Biden fue elegido ilegalmente y en el partido republicano se reduce al 18% el número de los que estiman que los asaltantes al Congreso hace tres años fueron violentos. La teoría conspiratoria que apunta nada menos a que el FBI instigó el asalto para echarle el muerto a Trump circula ampliamente.

Trump tiene pendientes decenas de cargos ante los tribunales y sus partidarios y no pocos juristas independientes sostienen que esto no le impedirá presentarse y eventualmente ganar.

La victoria dudosa pero no descartable de Trump tendría repercusiones internas sobre temas como el aborto y la emigración y sería un repulsivo internacional. El apoyo decidido que Biden viene dando a Ucrania se vería sustancialmente comprometido. Zelenski sería aparentemente el gran perdedor y Europa tendría que plantearse algo doloroso para su bolsillo y que es difícil que nuestros gobiernos digieran: aumentar la ayuda a Ucrania para compensar la reducción del apoyo yanqui. Las promesas alemanas, francesas, no digamos las insignificantes españolas, podrían comenzar a esfumarse. Sería una vergüenza para líderes que defienden la legalidad internacional y que hablan con énfasis de los derechos humanos y del respeto de las fronteras, pero bien puede ocurrir.

Biden parece perdido algo del apoyo de dos grupos que son un buen caladero de votos demócratas, los negros y los hispanos. Las razones del incipiente desencanto serían la inflación y la asistencia a Ucrania e Israel algo que no hace la unanimidad en esos colectivos. Es un preludio de lo que puede pasar en Europa.

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