Carta El Mercurio, 23.04.2025 Francisco Orrego Bauzá, abogado
Tuve la fortuna y el privilegio de ser formado por mi padre, un jurista y diplomático de un país con valores de la civilización occidental.
Una vida entera comprendiendo los protocolos y prácticas de la diplomacia, me permiten entender el tono, la desmesura, la insolencia y la prepotencia de la carta del embajador chino publicada ayer, en que se refiere en forma completamente inaceptable a la destacada periodista Karen Ebensperger, una de las más importantes analistas internacionales del país.
Lo entiendo, porque no se puede pedir a una persona que representa a un régimen como el chino una conducta distinta. Nadie les ha enseñado a respetar las ideas ajenas y a controlar la ira contra las críticas a sus jerarcas. Si les hubieran enseñado y hubieran aprendido, los tanques no habrían aplastado a los jóvenes chinos en la Plaza Tiananmen, por el hecho de no pensar como el embajador y sus jefes.
Por eso lo entiendo, pero repudio y condeno su conducta insolente contra una distinguida mujer chilena, que opina en un país libre.