Entre el ‘bonapartismo’ y Guyana

Columna
El Mercurio, 02.12.2023
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab

La película “Napoleón”, guste o no, ha permitido reflexionar sobre el legado del militar y político francés. Quizás uno de los aspectos más amargos para sus admiradores es lo que se ha denominado comúnmente como “bonapartismo”, es decir, políticas que suelen aplicar a gobiernos autoritarios que convocan a referendos fácilmente manipulables, con tal de revestir decisiones tomadas de antemano con respaldo popular. En general, se escogen temas que despierten el fervor de las masas, donde la clave nacionalista actúa siempre como factor movilizador.

Ejemplos de políticas bonapartistas podemos encontrar en la decisión del régimen de Nicolás Maduro de llevar a cabo un referendo no vinculante este domingo para preguntar si los venezolanos están de acuerdo con anexar una enorme porción de la vecina Guyana y desconocer a la Corte Internacional de La Haya, que ayer pidió a las partes no realizar acciones que agraven la disputa.

La maniobra, sin duda, tiene un claro propósito interno para demostrar que aún existe un amplio respaldo a su gobierno a la hora de ir a las urnas, frente a la fuerza que está tomando la opositora María Corina Machado, de cara a las elecciones presidenciales de 2024.

No obstante, también hay sectores de línea dura del régimen que ven con ansiedad la posibilidad de dar un zarpazo a Guyana, que gracias a un reciente boom petrolero se ha convertido en uno de los países que más rápido crece en el mundo. Ese es el problema de despertar las fuerzas nacionalistas, tal como hizo Napoleón con consecuencias que serían contraproducentes para sus planes.

Otro que ha hecho gala de “políticas bonapartistas” es el presidente Vladimir Putin, quien se encarga de que la ocupación de facto de territorios ucranianos sea siempre seguida por referendos para legitimar la anexión por parte de Rusia, a pesar de su nula validez.

Por lo mismo, se puede afirmar que el “bonapartismo” combina interesantes elementos democráticos y autoritarios, puesto que mediante los plebiscitos se validan decisiones dirigidas.

Si bien es cierto que los referendos o plebiscitos pueden ser formas de participación válidas, el problema es que al ofrecer, por lo general, alternativas binarias suelen terminar siendo polarizadoras para las sociedades. En la práctica, es una negación del consenso, puesto que la esencia del debate democrático cotidiano debiera ser la búsqueda de soluciones pragmáticas, intermedias y de amplio respaldo.

Al ser más un estilo de gobierno que una ideología estructurada, el “bonapartismo”, sin embargo, tiene sus límites. No es sostenible en el tiempo y suele incluir el riesgo de gatillar acontecimientos que pueden terminar encaminándose contra sus practicantes. Lo más probable es que Maduro reciba el domingo un “mandato” para anexar parte de Guyana. Cómo lo ejecutará es la gran pregunta, ya que él mismo generó la expectativa.

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