Fidel Castro Ruz (n.1929)

Hijo de un agreste plantador de azúcar gallego, Angel Castro, que hizo fortuna pese a su analfabetismo, y de Lina Ruz González (1900-1963), su cocinera y segunda esposa. A Fidel nunca le importó mucho su padre, pero si sentía gran devoción por su madre y le dolían los ataques de terceros por su bastardismo. Después de estudiar la secundaria en un colegio jesuita local, se fue a estudiar a la Universidad de La Habana (derecho), una cantera tradicional de las juventudes políticas cubanas, tan importante como el ejército, y en la que se disputaban distintas pandillas. Uno de esos estudiantes pistoleros era el atrevido Fidel Alejandro Castro Ruz, un joven hambriento de poder, desprovisto por completo de principios y dispuesto a unirse a cualquiera que hiciese la revolución y facilitase su carrera política. En suma, un abogado, político, revolucionario, militar y estadista cubano, que fue comandante en jefe de las fuerzas armadas revolucionarias (1956-2008), primer ministro (1959-76), primer secretario del Partido Comunista Cubano (1965-2011), diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular (1976-), y presidente de Cuba (1976-2008).

Se afilió primero al Partido del Pueblo Cubano (1947) y después al Partido Orotodoxo (1952). Fue parte de un intento fracasado de invasión a República Dominicana (1947) y asistió a un congreso estudiantil en Bogotá que coincidió con el “Bogotazo” (1948). En 1948 se casó con la hermosa trigueña Mirta F. C. Díaz-Balart Gutiérrez (n.1928), estudiante de filosofía hija de una acomodada familia habanera y hermana de Rafael L. Díaz-BalartGutiérrez (1926-2005), el compañero de Fidel que después será viceministro del interior de Batista, con la que tuvo a su primer hijo Fidel Félix Castro Díaz-Balart (n.1949), “Fidelito”, pero se divorció de ella en 1954. Por años, su compañera, asistente y amante fue la hija de un propietario anticomunista de un ingenio azucarero, la frágil damita pero poderosa mujer, Celia Sánchez Manduley (1920-1980) , Con su otra amante antes de la revolución, la hermosa y joven esposa de un prominente cardiólogo Natalia “Naty” Revuelta (n.1925), tuvo una hija inscrita con el nombre de Alina Fernández Revuelta (n.1956), pero ésta se fugó de la isla (1993) para formar parte de la oposición y trabajar en radio, televisión y en un laboratorio de Miami . Desde 1980 su actual mujer es Dalia “Lala” Soto del Valle (n.1941) con la que tuvo cinco hijos. Otro episodio personal importante fue el exilio en 1964 de su hermana Juana de la Caridad “Juanita” Castro Ruz (n.1933), que admitiría muchos años después ser informante de la CIA .-

El origen inmediato de la Revolución Cubana hay que situarlo el 26 de julio de 1953, fecha en la que ese carismático y mesiánico revolucionario de 27 años, hijo de campesinos educado por jesuitas, con un promisorio futuro atlético como jugador de basquetbol, una brillante figura quijotesca de la facultad de derecho de la Universidad de La Habana, y un militante del ala izquierdista del Partido Ortodoxo (fieles a los ideales de Martí), que se había marginado de la política partidista como consecuencia del golpe de estado de Fulgencio Batista en marzo de 1952, planificó y encabezó un ataque contra el cuartel militar de Moncada en Santiago, la capital de la provincia de Oriente. El asalto efectuado por 160 jóvenes combatientes (en su mayoría intelectuales) pretendía llamar a la rebelión popular y distribuir entre el pueblo las armas que se capturasen. La acción fracasó debido a un encuentro fortuito con una patrulla militar a la entrada del cuartel y, en una lucha que no duró más de una hora, 69 atacantes fueron muertos, con Castro y algunos de sus seguidores huyendo hacia los cerros más cercanos de la ciudad hasta ser capturados días más tarde. Otros setenta combatientes fueron ejecutados en cautividad antes de que interviniera el arzobispo de Santiago Enrique Pérez Serrantes (1883-1968), quien logró detener la matanza sin imaginarse que él mismo sería detenido por Castro en abril de 1961

Fidel Castro fue encerrado en la cercana prisión de Boniato hasta el momento de ser enjuiciado, pero salvó con vida y consiguió convertir los desastrosos eventos aludidos en una ventaja personal, al alcanzar un reconocimiento nacional en forma casi instantánea. El futuro líder cubano se autodefendió en el juicio con su famoso alegato “la historia me absolverá” y, si bien fue sentenciado a 15 años de cárcel en el penitenciario de la isla de los Pinos (una “Siberia tropical” frente a la costa occidental de Cuba), ya era para entonces una figura nacional. Su nueva fuerza política, el “Movimiento 26 de Julio” (en honor a la fecha del asalto de Moncada) ganó en adeptos provenientes de la clase media cubana que veía el grupo como la única alternativa capaz de derrocar la dictadura de Batista. Sobre todo al comienzo, el Movimiento 26 de Julio era una organización amorfa y sin estructura formal compuesta básicamente por jóvenes liberales, lo que indica que los comunistas se incorporaron o infiltraron más tarde.

A pesar de su personalidad extrovertida y su tendencia a hablar mucho, siempre guardaba su opinión para sí mismo, lo mismo que su vida privada . Más que un hombre de violencia pura, se caracterizaba por ser un agitador estudiantil, político diletante y un organizador talentoso; más que un ideólogo, era un gran orador, así como un hombre de acción (lo táctico era más importante para él que las ideas) que gustaba de la luminaria. También era un líder inquieto y ambicioso, con una profunda confianza en sí mismo, así como con un agudo olfato para percibir las oportunidades políticas.

Fidel Castro, que fue liberado el 6 de mayo de 1955 gracias a una ley de amnistía general dictada por un Batista confiado de su poder en Cuba, deseaba evitar el destino de Arbenz. Además, estaba perfectamente conciente de que su popularidad se debía en gran medida a los sentimientos antinorteamericanos del movimiento que había formado. Así, después de una breve estancia en México, donde conoce y alista en su empresa -entre otros- al joven médico argentino Ernesto Guevara, puso en marcha el 2 de diciembre de 1956desde el pequeño y desolado puerto mexicano de Tuxpán una expedición para invadir Cuba. Ochenta y dos combatientes se embarcaron a bordo del viejo, maltrecho y sobrecargado yate de madera Granma. La operación final fue más un naufragio que un desembarco en los pantanos de Las Coloradas en la costa suroriental de Cuba. El alzamiento popular que debía coincidir con la invasión no se dio, pues el gobierno estaba esperando a los invasores y, al final, los “fidelistas” fueron ametrallados a mansalva por los guardacostas de Batista (70 bajas), logrando salvarse sólo una pequeña banda de fugitivos que se reagruparon en el campo para refugiarse en la cercana Sierra Maestra, una cordillera alta y boscosa en el sureste de la isla, cubierta por una selva impenetrable, poco poblada y exclusivamente rural. Desde allí, los escasos remanentes rebeldes emprenderán el camino de la Revolución Cubana.

Protegidos por la selva, y ahora mejor preparados, los "barbudos" castristas no sólo pudieron sobrevivir sino captar nuevos adherentes (sus fuerzas alcanzarían los 3 mil hombres) y, al cabo de unos 6 meses, reemprender la lucha contra posiciones militares y llevar a cabo una sangrienta campaña guerrillera durante dos años en la mencionada Sierra Maestra, contando además con el apoyo del movimiento rojinegro del 26 de Julio (su base era la burguesía urbana y su programa revolucionario obra de intelectuales). Con ello, el castrismo se convirtió en una forma sui generis de bolchevismo rural y su líder, el corpulento y barbudo comandante Fidel, más que un dirigente civil o una figura republicana, convertido en un caudillo militar listo para morir en combate y con una lógica guerrera. Por entonces era un jefe archi-pragmático, nerviosamente enérgico y temperamental, una persona muy impuntual y dado a los grandes monólogos, con un pensamiento poco sistemático pero una memoria fabulosa y una mente muy aguda, un gran organizador que ganaba sus adeptos sobre la base de la lealtad y de la confianza personales y, a la postre, un hombre de gran resistencia e ilimitada capacidad de sobrevivencia. Además, desde el asalto a Moncada, el líder rebelde cubano se había fiado más en la historia cubana que en la ideología marxista para aglutinar a su movimiento.

En el verano de 1958, el presidente Batista hizo un último esfuerzo por limpiar la zona de los rebeldes, desplegando en ella a más de 10 mil soldados contra 321 guerrilleros, pero las fuerzas gubernamentales fueron derrotadas con no menos de mil bajas y 400 prisioneros. A continuación, el régimen simplemente se fue desplomando hasta que, en la noche de San Silvestre del 1 de enero de 1959, el dictador huyó con su familia y algunos amigos a Santo Domingo (se instalará después en Miami). Una semana después, Castro y sus “barbudos” (boinas y barbas eran los grandes símbolos de la revolución cubana) hicieron su entrada triunfal a La Habana. Así, con voluntad y mucha suerte, el líder cubano se fue sobreponiendo a todos los obstáculos en su camino para hacer triunfar la revolución. Del mismo modo, él creía que su fuerte determinación le ayudaría a movilizar a los cubanos para derrotar el subdesarrollo.

El Fidel victorioso parecía personificar al latinoamericano alegre y a un despreocupado líder, un barbudo fumador de habanos, que vestía informalmente, se bañaba poco y no muy eficientemente, y gustaba perseguir mujeres bonitas. El líder de la Revolución Cubana, actuó al comienzo con precaución, como cuando en enero de 1959 nombró como presidente del gobierno provisional a un prestigioso abogado de Santiago de Cuba y respetado juez, que era parte de los simpatizantes anticomunistas del Movimiento 26 de Julio, Manuel Urrutia Lleó (1901-1981). Hizo lo propio con su ex profesor de derecho y representante de los profesionales y empresarios reformistas, la prestigiosa figura de José Miró Cardona (1903-1974), a quien nombró como primer ministro. El “Comandante” se cuidó, eso sí, de mantenerse en el cargo de jefe de las fuerzas armadas. Con todas las características de un caudillo, Castro se mostraba como un “caleidoscopio” de infinitos matices y colores, sin duda con innegable carisma y talento, aunque también intrigante, altamente refinado políticamente y proclive al engaño, un buen improvisador pero siempre calculador e inescrutable, así como alevoso y traicionero cuando se trataba de definir y conducir el proceso revolucionario, pues él no pretendía compartir el poder con nadie.

La revolución cubana representó todo un hito en la historia de América Latina, al ser la primera y con más éxito de varias revoluciones de izquierdas que sucedieron en diversos países del continente. Si bien desde el comienzo de la revolución, Cuba fue hostigada por los EE.UU. en el marco de la guerra fría, Fidel supo explotar a su favor el enfrentamiento con dicha potencia extranjera, acercándose de paso a la órbita soviética y exportando su revolución al resto de América Latina. La revolución nació como una rebelión nacionalista y, sólo gradualmente, se desarrolló como un experimento marxista. Varios elementos coyunturales y de estrategia política influyeron para lo que se ha calificado como la “huída hacia el marxismo” del proceso cubano. Ello, porque si bien Castro había recogido la tradición insurreccional cubana y se declaraba un humanista y un nacionalista, inspirándose en el revolucionario cubano José Julían Martí Pérez (1853-1895) y no en Karl Marx (1818-1883), después del triunfo se fue produciendo al interior del nuevo régimen un debate profundo sobre el curso que debía seguir. De partida, los dos más altos dirigentes junto con Fidel, su reservado alter ego y hermano menor Raúl Modesto Castro Ruz (n.1931), que había militado en las juventudes comunistas cubanas, y su compañero y amigo argentino, el inquieto y temerario Ernesto Guevarade la Serna (1928-1967), cuyos compañeros cubanos apodaron el “Che”, un filo marxista que creía en la revolución mundial, aunque nunca se afilió al PC y que algunos tildaban de trotskista y otros de maoísta, en fin un argentino que no se conformaba con su vida de clase media y era un soñador armado, constituían unos decididos leninistas.

Por otra parte, tanto el Movimiento 26 de Julio como el directorio revolucionario cubano se unieron con el Partido Socialista Popular (PSP), nombre del PC cubano, para conformar en el mes de julio de 1961 las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), una excusa de Fidel para estructurar un partido de base pero también para hacer una limpieza entre la dirigencia. Al cabo de un año, la ORI se transformó en el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (PURSC) y, finalmente, en octubre de 1965, la agrupación cambió de nombre por el de Partido Comunista Cubano. Esa fue la evolución institucional del partido revolucionario, con un claro giro hacia el comunismo. Sin embargo, fueron las necesidades económicas y el aislamiento internacional de Cuba los factores determinantes para que el castrismo gravitara sin retorno hacia el socialismo y, más concretamente, hacia la Unión Soviética.

Como consecuencia de la “sovietización” de la Revolución Cubana y al consiguiente totalitarismo castrista, millares de cubanos morirán en el “paredón” (fusilados), partiendo por unos quinientos militares bastistianos durante los primeros días de la revolución. Entre los casos emblemáticos estaba el fusilamiento en marzo de 1961 del “Comandante Yankee”, el héroe de la revolución que había combatido en la Sierra, el ex militar norteamericano William Alexander Morgan Ruderth (1928-1961), acusado de ser agente de la CIA al criticar el giro del régimen hacia el marxismo. A su vez, la esposa cubana de éste, Olga María Rodríguez Farinas (n.1936), fue encarcelada durante 12 años. A los muertos en el paredón y a los encarcelados, le siguió el éxodo masivo de los llamados “balseros”, cubanos que huían de la isla y se arriesgaban a cruzar el estrecho de Florida en cualquier cosa que flotara (incluso a bordo de balsas con materiales reciclados). En 1980, por ejemplo, unas 125 mil personas iniciaron la travesía desde el puerto de Mariel. Unas 7 mil vidas se perdieron en el mar durante el verano de 1994 y, se estima, que un tercio del total de los balseros murió en la huída. Por otra parte, para 1986 habían en Cuba entre 12 mil y 15 mil presos políticos y, desde 1959 en adelante, no menos de 100 mil cubanos pasaron por los campos de detención, siendo fusilados entre 15 mil y 17 mil de ellos. En la actualidad, no menos del 20% de los cubanos vive en el exilio.

Ahora bien, hoy se entiende por castrismo a la ideología y la praxis política marxista y revolucionaria que resultó de la Revolución Cubana y cuyas fuentes doctrinales fueron aportadas por sus propios líderes, en particular Fidel Castro y el antes nombrado “Che” Guevara. Ambos eran muy distintos, pero se respetaban y se complementaban muy bien: el primero tenía una gran pasión por Cuba y, en cambio, el segundo lo tenía por la revolución mundial; uno era un estadista más político y realista, mientras que el otro un revolucionario más romántico, inquieto, temerario y megalómano, en cuanto a querer estar en el centro de las acciones heroicas; Fidel era impulsivo, emocional y oportunista, en tanto que Ernesto más reflexivo, frío y pesimista; Castro hablaba mucho y Guevara era reservado; el primero calculaba sus jugadas y el segundo expresaba sus opiniones; el cubano vivía en un lujo exótico, mientras que el argentino era un asceta que vivía en un ambiente de disciplina y austeridad.

En definitiva, la obediencia absoluta de los cubanos hacia Fidel representaba no sólo el gran poder de convicción, el talento oratorio y la popularidad de éste líder sino también su férreo control sobre todos los aspectos de la vida en Cuba. Con un carácter extraordinario, pero envuelto en un halo de impenetrabilidad, el “comandante” se destacaba como una figura autosuficiente y solitaria, un gran manipulador que subyugaba a todos quienes lo rodeaban, y un líder con dos personalidades: por un lado, una persona muy considerada y afable, y por el otro, una persona iracunda y avasallante en extremo, apasionada pero también fría y calculadora. El socialismo ha sido para Castro una herramienta indispensable para conducir el proceso revolucionario en Cuba, en tanto que su desprecio por los enemigos de la revolución (el capitalismo en general y los Estados Unidos en particular) ha sido la mejor arma para aglutinar y cohesionar a los cubanos.

El régimen castrista -considerado totalitario por numerosos observadores- se ha logrado mantenerse en el poder desde 1959 hasta la fecha, a pesar de la enorme cantidad de adversidades, sobreviviendo incluso a la implosión soviética y la caída del bloque socialista. Se abandono el apoyo a la causa revolucionaria en la región y la antigua dependencia desde Moscú fue sucedida por la fuerte influencia ejercida por Fidel sobre Hugo Chávez (que aseguró el abastecimiento petrolero venezolano). Por último, al debilitamiento de Maduro por la caída de los precios del petróleo, La Habana -con Raúl Castro a la cabeza- ha buscado una suerte de entendimiento mínimo con los EE.UU. de Barack Obama, a cambio de la estabilidad de su régimen.


 Notas
  1. Véase a Pedro Alvarez Tabio en Celia: Ensayo para una biografía. La Habana 2004, Rich Haney en Celia Sánchez: The Legend of Cuba’s Revolutionary Heart. Algora Publishing, NY 2005; y Tiffany A. Thomas-Woodard en “Towards the Gates of Eternity”: Celia Sánchez Manduley and the Creation of Cuba’s New Woman. ‘Cuban Studies’, Vol.34 (2003).-
  2. Véase su Alina, Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro. Plaza y Janés, Barcelona 1997.-
  3. Véase su Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta. Santillana, Miami 2009.-
  4. Sobre el tema véase a Antonio Rafael de la Cova en The Moncada Attack: Birth of the Cuban Revolution. University of South Carolina, Columbia SC 2007; y a Mario Mencía en El grito de Moncada (2 vols). Editora Política, La Habana 1986.-
  5. En cuanto a su vida personal, cabe consignar que era hijo de un agreste plantador de azúcar gallego Angel Castro, que hizo fortuna pese a su analfabetismo, y de Lina Ruz González (1900-1963), su cocinera y segunda esposa. Nunca le importó mucho su padre, pero si sentía una gran devoción por su madre y le dolían los ataques por su bastardismo. Se afilió primero al Partido del Pueblo Cubano (1947) y después al Partido Orotodoxo (1952). Fue parte de un intento fracasado de invasión a República Dominicana (1947) y asistió a un congreso estudiantil en Bogotá que coincidió con el “Bogotazo” (1948). En 1948 se casó con la hermosa trigueña Mirta F. C. Díaz-Balart Gutiérrez (n.1928), estudiante de filosofía hija de una acomodada familia habanera y hermana de Rafael L. Díaz-Balart Gutiérrez (1926-2005), el compañero de Fidel que después será viceministro del interior de Batista, con la que tuvo a su primer hijo Fidel Félix Castro Díaz-Balart (n.1949), “Fidelito”, pero se divorció de ella en 1954. Por años, su compañera, asistente y amante fue la hija de un propietario anticomunista de un ingenio azucarero, la frágil damita pero poderosa mujer, Celia Sánchez Manduley (1920-1980), respecto de la cual puede verse a: Pedro Alvarez Tabio en Celia: Ensayo para una biografía. La Habana 2004, Rich Haney en Celia Sánchez: The Legend of Cuba’s Revolutionary Heart. Algora Publishing, NY 2005 y Tiffany A. Thomas-Woodard en “Towards the Gates of Eternity”: Celia Sánchez Manduley and the Creation of Cuba’s New Woman. ‘Cuban Studies’, Vol.34 (2003). Con su otra amante previo a la revolución, la hermosa y joven esposa de un prominente cardiólogo Natalia “Naty” Revuelta (n.1925), tuvo una hija inscrita con el nombre de Alina Fernández Revuelta (n.1956), pero ésta se fugó de la isla (1993) para formar parte de la oposición y trabajar en radio, televisión y en un laboratorio de Miami [véase su Alina, Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro. Plaza y Janés, Barcelona 1997]. Desde 1980 su actual mujer es Dalia “Lala” Soto del Valle (n.1941) con la que tuvo cinco hijos. Otro episodio personal importante fue el exilio en 1964 de su hermana Juana de la Caridad “Juanita” Castro Ruz (n.1933), que admitiría muchos años después ser informante de la CIA [véase su Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta. Santillana, Miami 2009].-

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