Geopolítica cardinal

Columna
Realidad y Perspectivas, N*117 (julio 2023)
Pablo Cabrera Gaete, abogado, embajador (r) y consejero del CEIUC

Los puntos cardinales son referentes para abordar la interrelación entre las poblaciones del planeta en términos físicos, culturales, políticos y socioeconómicos, así como para conocer las vivencias, vicisitudes y destinos de cada una. Actualmente, en el curso de un nuevo proceso civilizatorio, cabe preguntarse si el mapa geopolítico que se configura a su amparo mantiene los parámetros divisorios tradicionales Oriente/Occidente y Norte/Sur porque –en los hechos– la “línea herodotiana” (Herodoto de Halicarnaso 484-424 a.C. Historias: enfrentamientos entre Grecia y Persia), trazada imaginariamente desde Mauritania a Ucrania que marcaba la diferencia, se ha desdibujado por la atracción de un sector sobre otro, amén que el término de la Guerra Fría le ha ido restando relevancia a los bloques geográficos. Ciertamente, tanto la Globalización como la transformación digital hacen del planeta la Casa Común del “hombre integral”. De ahí que elaborar sobre la nueva distribución del poder resulte oportuno, principalmente desde la perspectiva de la “autonomía estratégica” que resurge como tema central del debate post pandemia del Covid-19 y de cara a los estragos de una guerra irracional que se libra en el corazón de Europa.

El Nuevo Orden Internacional continúa en ciernes y la anhelada postura consensuada a su respecto aparece aún lejana. Los atisbos esperanzadores insinuados a inicios del Milenio se han desvanecido por amenazas “híbridas” propias de una automatización que se torna recurrente, trascendiendo la agenda en su totalidad. Se trata de un cuadro geopolítico novedoso de dimensión cardinal no solo física sino también moral, toda vez que la prudencia, templanza, fortaleza y justicia se posicionan como virtudes consustanciales y coadyuvantes para el “Gobierno de la razón”, que al efecto se asocia a la vigencia de la Paz, la Seguridad, el Derecho Internacional y el Desarrollo Sustentable.

Con esa perspectiva, surge la necesidad de desplegar prácticas uniformes para responder a los retos implícitos en la configuración de un ordenamiento mundial acorde. En esa línea, los recientes sucesos europeos podrían atizar una reflexión en sectores influyentes en diferentes latitudes; quizás en la región América Latina y el Caribe referida a la urgencia de integrar proyectos y aunar políticas en temas relevantes de la agenda, llámense Democracia, Derechos Humanos, Cambio Climático, Energías Renovables, etc. Por ejemplo, pue[1]de destacarse que las predicciones y augurios negativos respecto del peso específico de la Unión Europea (UE) por la salida del Reino Unido (Brexit), las desavenencias económico-financieras en su seno y las aproximaciones diferentes de algunos miembros frente al rol de

la Organización del Atlántico Norte (OTAN), la invasión de Rusia a Ucrania produjo un resultado inverso al que pudo imaginarse, cuál es una Europa férreamente unida en su rechazo a una agresión ordenada por el Kremlin y el compromiso de ayuda equivalente para el país invadido. Se suma, positivamente, el ingreso de Finlandia y Suecia al organismo, lo que refuerza el eje político y autonomía estratégica de UE sin resentir su expresión euroatlántica.

Tales situaciones se verifican en medio de un curso de colisión entre proyectos diferentes y neurálgicos para el diseño de la nueva Agenda global. De perseverar la lógica amigo/enemigo, significará avanzar peligrosamente hacia un punto de no retorno. Más bien, corresponde adoptar caminos diplomáticos en beneficio de una verdadera Gobernanza Global, pensando en lo que queda por construir aún después de una guerra u “operación militar especial”. La recesión democrática junto a la insuficiencia institucional no son óbice para mirar al mundo desde una óptica de Innovación, que también tiene su espacio en la política y la geografía.

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