Hito 1: el Error, la Amenaza y el Marco

Columna
El Libero, 25.06.2024
Alejandro Kusanovic, senador (Independiente-RN) por la región de Magallanes
  • Es fundamental cuidar la relación con Argentina, escuchar más a la región austral, resolver de manera definitiva las disputas limítrofes y evitar reacciones exageradas frente a incidentes menores

 

El ERROR:

En febrero de este año, la Armada Argentina comenzó la remodelación del lugar donde está ubicado un destacamento fronterizo junto al hito 1 en la punta nororiental de Tierra del Fuego, Cabo Espíritu Santo. A pocos metros del faro operado por la Armada chilena en la parte chilena, ambas unidades están separadas por un cerco construido por estancieros. El hito 1 marca el punto geográfico que, proyectado en línea recta hasta el hito en Punta Dungeness, establece el límite entre Chile y Argentina en la boca oriental del Estrecho de Magallanes, de acuerdo con lo establecido en el Tratado de Paz y Amistad de 1984. El problema de los paneles surgió porque la dirección del límite entre ambos países no coincide con la ubicación del cerco que ha servido como referencia fronteriza en ese lugar durante décadas. Es sorprendente que estas obras no hayan sido detenidas a tiempo, especialmente teniendo en cuenta la presencia de ambas armadas en la zona. Este error requiere una aclaración precisa y pronta por parte de nuestro Ministerio de Defensa.

 

LA AMENAZA:

Nuestra Cancillería (Difrol) actuó de manera adecuada al abordar la situación de forma discreta, informando al embajador argentino Jorge Faurie y esperando una pronta respuesta por parte de su gobierno. Quizás debido a la distancia y a las condiciones climáticas, Argentina se comprometió a trasladar los paneles solares construidos en territorio chileno, pero no comprendió la urgencia de esa remoción. Esto generó una serie de especulaciones, especialmente entre expertos, editorialistas e incluso ex uniformados, la mayoría de los cuales residen en el norte del país y desconocen las particularidades de la relación entre Chile y Argentina en la Patagonia y Tierra del Fuego. La irritación del presidente de la República no sólo aceleró la remoción de los paneles solares, sino que también profundizó la desconfianza bilateral y resaltó el sesgo ideológico que La Moneda imprime en sus relaciones con la región. De lo contrario resulta difícil comprender la tolerancia y pasividad del gobierno frente a la infiltración del narcotráfico y la violencia desde Bolivia y Venezuela, con la sigilosa complicidad de los regímenes de Luis Arce y Nicolás Maduro. En democracia, desencuentros tan marcados y una brecha tan evidente con Argentina son inusuales, ni siquiera hay registros en tiempos con gobiernos tan opuestos como los de Allende y el general Lanusse.

 

El MARCO:

Chile y Argentina comparten una extensa frontera, principalmente en la Región de Magallanes. La presencia de accidentes geográficos y la falta de claridad y consistencia de sucesivos gobiernos han dejado áreas sin demarcar, generando problemas y desafíos para las administraciones futuras. A pesar de los acuerdos previos, como el Tratado de Maipú de 2009 que establece la libre circulación de personas y el acuerdo de tránsito terrestre de 1974, éste último crucial para el abastecimiento regional, la falta de avances en su implementación es preocupante. Es necesario revisar urgentemente el acuerdo sobre recursos hídricos compartidos para crear un sistema sostenible y pragmático, considerando que el agua se vuelve un recurso cada vez más escaso en territorios en constante crecimiento poblacional. Ejemplos de estas situaciones, aunque de gran importancia, han sido descuidados por la diplomacia tanto política como profesional, sin abordarlos con la determinación necesaria.

Los errores recientes en la interpretación de la libre navegación y neutralidad en el Estrecho de Magallanes, así como la negligencia durante casi una década en relación con los derechos de Chile en la plataforma continental, son ejemplos de los descuidos en la política austral por parte de funcionarios y gobiernos centralistas en las últimas décadas.

La relación bilateral con Argentina se basa en una integración real y necesaria en Magallanes y las provincias vecinas de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Nuestros alimentos viajan largas distancias a través de Argentina (y viceversa por Chile) para llegar a los hogares de Punta Arenas, Puerto Natales, Porvenir y la parte argentina de Tierra del Fuego. Compartimos una misma población, cultura y vientos; los lazos familiares unen a nuestras comunidades y ambos enfrentamos la insularidad, donde solo un alambrado nos separa en la frontera, en largas distancias. Por tanto, es fundamental cuidar la relación con Argentina, escuchar más a la región austral, resolver de manera definitiva las disputas limítrofes y evitar reacciones exageradas frente a incidentes menores. Estas son lecciones que el centralismo predominante en Chile y nuestra élite internacionalista deberían abordar con mayor sensibilidad y atención.

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