La fundación alemana que puso en el poder a Felipe González

Columna
El Confidencial, 28.02.2016
Héctor G. Barnés
Durante los años de la Transición, una organización vinculada al socialismo alemán se encargó de financiar y organizar a los miembros del PSOE para frenar el avance del PCE
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Felipe González, fotografiado en el Congreso el 13 de junio de 1977, el primero celebrado desde la reinstauración de la democracia. (Christine Spengler/Sygma/Corbis)

Mientras se escribe, la Historia resulta opaca. Los intereses particulares entorpecen la percepción directa de la realidad, y tan sólo a medida que pasa el tiempo y sus protagonistas ocupan posiciones más acomodadas o, simplemente, desaparecen, podemos desentrañar qué ocurrió realmente. Es lo que está pasando actualmente con la Transición, de la que han pasado 40 años, y concretamente, con el papel que los actores internacionales jugaron en su desarrollo que, como asegura el profesor del Instituto de Ciências Sociais de la Universidad de Lisboa Antonio Muñoz Sánchez en su últimainvestigación, fue mucho más importante de lo que se pensó en su día.

Su trabajo se centra en concreto en el papel que la fundación alemana Friedrich Ebert y, por extensión, el socialismo alemán, jugó en el meteórico ascenso del PSOE entre 1975 y 1982. Siete años en los que pasó de ser un partido “con muy pocos miembros, apenas infraestructura y tan sólo dos oficiales a tiempo completo” a convertirse en el partido en el gobierno. “Cuando Franco murió, España proporcionaba suelo fértil para los socialistas europeos, principalmente para la FES”, explica el autor. “El PSOE tenía una estrategia coherente y realista para contribuir a una transición pacífica y arrebatar el control de la izquierda a los comunistas, que habían interpretado el papel principal durante la lucha contra la dictadura”.

El apoyo de los socialdemócratas alemanes era crucial en el renacimiento del PSOE como una organización política significativa

Sin el apoyo “financiero, logístico y de entrenamiento” proporcionado por la Fundación Friedrich Ebert nada de esto habría sido posible. Sin embargo, no se trataba de una estrategia unilateral, sino que estaba informada por el Partido Socialdemócrata de Alemania, que por aquel entonces dirigía Helmut Schmidt. Como recuerda Muñoz Sánchez, a pesar de tratarse de una ONG –cuyo nombre provenía, por cierto, del presidente socialdemócrata de la República de Weimar–, estas organizaciones funcionan casi por completo con dinero estatal y “sus agendas se plantean de acuerdo con las de los partidos políticos que las amparan”.

No se trata de una “diplomacia paralela”, sino más bien, “complementaria” a los intereses de los partidos: “El apoyo político, financiero y técnico ofrecido por los socialdemócratas alemanes, canalizada primariamente a través de la FES, era crucial en el renacimiento del PSOE como una organización política significativa y le ayudó a dar forma a a su imagen como el partido mejor cualificado para cumplir la ambición española de entrar en la modernidad europea”.

Un nuevo socialismo nace

Remontémonos, antes que nada, a principios de 1975. La muerte del dictadorparecía ya inminente, y ante ella, todos los bandos empezaron a mover sus fichas. Apenas un año antes, en abril de 1974, se había producido la Revolución de los Claveles portuguesa, y una ola capitaneada por la izquierda parecía que pronto llegaría también a España. Así que “en marzo de 1975, el canciller Helmut Schmidt decidió lanzar una iniciativa alemana destinada apromover la estabilidad en la Península Ibérica”. Esta se iba a traducir, básicamente, “en un gran apoyo a los partidos socialistas capaces y deseosos de contrarrestar la influencia de los comunistas en Portugal y España”.

El congreso de Suresnes había sido el primer ladrillo en ese camino. Celebrado en octubre de 1974 a las afueras de París, fue la escenificación de un relevo generacional entre la vieja guardia del partido y una nueva generación encabezada por Felipe González y Alfonso Guerra. Willy Brandt invitaría al político sevillano a Bonn en abril del siguiente año. Allí, el joven “demostraría un realismo y moderación muy raras entre la oposición franquista”. Calificó como “poco realista y suicida” la intención del PCE de demoler el franquismo, ya que llevaría a un golpe de Estado, y planteó que la democracia sólo saldría adelante si se seguía el plan de desmantelamiento que el rey Juan Carlos había establecido y que González conocía.

Desde entonces, el PSD alemán y el PSOE serían uña y carne, y Brandt se encargaría de presentar a ese joven andaluz como la gran promesa de la política española, por ejemplo, presionando a Madrid para que recuperase su pasaporte. Gracias a ello consiguió viajar a Mannheim donde conoció a Günter Grunwald, director ejecutivo de la fundación Friedrich Ebert, que le ofreció a Dieter Koniecki para desarrollar un programa de cooperación con el PSOE y la UGT. Todos los tratos de financiación y apoyo serían llevados a cabo solamente con Felipe González y Alfonso Guerra.

El trabajo del alemán en España comenzó en febrero de 1976, donde tuvo que enfrentarse a dos retos. Por un lado, preparar al PSOE para las elecciones parlamentarias que, más pronto que tarde, se celebrarían. Por otro, reforzar el ala moderada del partido frente a la marxista. En aquel momento, el gran hándicap de partido socialista era su escasa influencia en provincias, por lo que el esfuerzo se centró en abrir agrupaciones locales en 27 capitales provinciales, cuyos gastos eran pagados por la FES. Como señala Muñoz Sánchez, “la refundación del PSOE en esas ciudades casi 40 años después tuvo lugar en restaurantes, donde las figuras progresistas locales eran invitadas a una “cena política” con Felipe González.

Sólo rebajando su radicalismo y dejando de actuar como una organización secreta el PSOE podía ganar terreno en la sociedad española

En diciembre, el PSOE ya tenía un comité en cada provincia, pero tan sólo 7.733 afiliados. Puesto que aún era ilegal, se fundó el Instituto de Técnicas Electorales (ITE) para servir como departamento de prensa y propaganda, y una delegación de la misma se trasladó a Alemania para recibir formación. A lo largo de todo ese año, Koniecki, junto a Etelvino González y Luis Gómez Llorente, organizó “un programa comprensivo de entrenamiento para los socialistas españoles”. Seminarios como la Escuela de Verano del PSOE tenían como objetivo “ayudar a los socialistas españoles a superar la mentalidad de búnker formada durante la dictadura”. Como explica el estudio, “sólo rebajando su radicalismo y dejando de actuar como una organización secreta el PSOE podía ganar terreno en la sociedad española y aspirar a obtener una gran cantidad de apoyo popular”.

De la ilegalidad al poder

El primer congreso celebrado por el PSOE en España en 40 años, en diciembre de 1976 y llamado “Socialismo es libertad”, también contó con la presencia de Willy Brandt y de Olof Palme, del Partido Socialdemócrata Sueco. A partir de ahí, el camino a seguir estaría marcado por un estudio sociológico financiado por la FES que señalaba que “la mayoría de los españoles no querían cambios en el sistema económico, estaban fascinados por Europa y, debido a los recuerdos traumáticos de la guerra civil, temían cualquier conflicto político”. De ahí que los mítines de la campaña de primavera de 1977 fuesen, en palabras de Muñoz, “un festín de mensajes positivos, música y globos, sin apenas menciones al pasado”.

La internacional socialista se vuelca con el PSOE en 1976.

En aquellas elecciones, el PSOE obtuvo un 29,4%, frente al 9,3% del PCE. Les faltaba mucho por delante, pero ya “se habían convertido en el partido dominante de la izquierda y una seria alternativa de gobierno”. Mientras tanto, el FES financiaba la puesta en marcha de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Largo Caballero, de la UGT. Ello se traduciría en una gran cantidad de seminarios y cursos (hasta 2.000) celebrados hasta el año 1982. El siguiente paso para el Partido Socialista, por lo tanto, se encontraba en ampliar sus resultados en las provincias. “El establecimiento de ramas locales del partido, junto con la preparación para las elecciones municipales, requería una gran logística humana y un gran esfuerzo económico, que el PSOE sólo podía afrontar con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert”, señala el estudio.

La Escuela de Verano del PSOE de 1977 sería el instrumento por el cual 250 socialistas recibirían su formación, que más tarde trasladarían a los cuadros de sus provincias. “Financiando y organizando esos seminarios, la FES jugó un papel decisivo en el entrenamiento de los socialistas candidatos para laselecciones municipales que se acercaban”, explica Muñoz Sánchez. Por su parte, González aprovechó una visita a Bonn para solicitar a la FES apoyo para la creación de un instituto para la formación de los concejales socialistas. El resultado sería el Centro de Estudios de la Administración (CEA), lanzado en otoño de 1978, y cuyos seminarios de 1979 serían financiados por completo por la FES. El esfuerzo daría sus frutos y en abril de 1979, PCE mediante, el PSOE se haría con dos tercios de los ayuntamientos españoles. Gran parte del trabajo había terminado y, para 1983, el CEA dejaría de financiarse con dinero alemán.

Debido a los requisitos financieros de un sindicato que necesitaba construir infraestructuras de la nada, la UGT era muy dependiente de la ayuda extranjera

Algo muy diferente había ocurrido en las elecciones generales de marzo de 1979, cuando el PSOE volvió a perder ante la UCD de Adolfo Suárez. Sin embargo, “los socialdemócratas alemanes estaban muy aliviados por la derrota del PSOE en las segundas elecciones generales”. Como explica el autor, consideraban que los socialistas “se encontraban muy lejos de estar listos para afrontar la responsabilidad de dirigir el país”, por su “exceso de ideología y una falta de experiencia técnica”. De ahí nació el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Aplicadas (IESA), dirigido por Harald Jung y Joaquín Arango, un 'think tank' que ponía en contacto a los socialistas y a los sociólogos internacionales y organizaba viajes de miembros del PSOE a otros países de la Unión Europea. La última frontera de la Transición y el sueño dorado de los socialistas europeos: convertir a España en un país de la Unión Económica Europea, como finalmente ocurrió el 1 de enero de 1986, durante el primer gobierno de Felipe González.

Estos tipos rudos de la UGT

La influencia de la fundación no sólo se dejó notar en el PSOE, sino también en su sindicato, la Unión General de Trabajadores. En abril de 1976 se celebraría su primer congreso en España desde 1932, “A la unidad sindical por la libertad”, donde ante representantes de los sindicatos internacionales se plantearon sus líneas de actuación, opuestas a las de Comisiones Obreras: la disolución de la Organización Sindical franquista y el establecimiento de diversos sindicatos en competencia. “Debido a los grandes requisitos financieros de un sindicato que necesitaba construir infraestructuras locales de la nada para 21 federaciones industriales, la UGT sería muy dependiente de la ayuda extranjera durante los siguientes años”, señala la investigación.

La asistencia formativa sería, no obstante, mucho más complicada. Muñoz Sánchez sugiere que Koniecki se quejaba de que sus miembros eran “artesanos autodidactas” a los que “las cuestiones pedagógicas o cualquier sistema metódico” les resultaban “extraños y una invención de intelectuales que nunca habían trabajado”. De ahí que a medida que la democracia se establecía en España, gran parte del esfuerzo de la FES pasase del PSOE a UGT. El sindicato había pasado de la irrelevancia a una mayor proyección tras 1977, después de que Felipe González sentase a su lado a Nicolás Redondo, lo que le llevó a ganar más de 600.000 afiliados en apenas unas semanas.

La Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) veía con buenos ojos a la UGT. “Más allá de las donaciones directas, arregló un crédito de cuatro millones de dólares de un banco alemán”, señala la investigación. Además, la FES “diseñó, organizó y fundó un programa de entrenamiento especial para los cargos locales y provinciales de la UGT”. Cientos de miembros del sindicato habían sido ya entrenados a finales de 1977. Durante las primeras elecciones sindicales de la democracia, celebradas a principios de 1978, UGT volvería a pedir ayuda a la FES: “A pesar de la gran cantidad de financiación externa, el gran coste de la campaña exprimió la capacidad financiera de la UGT hasta el límite, forzándolos una vez más a recurrir a Dieter Koniecki, que consiguió para ellos una pequeña subvención de la FES”.

En dichas elecciones, UGT perdió ante CCOO, aunque consiguió muy buenos resultados: obtuvo un 21,7% del voto y 41.900 representantes. Sin embargo, toda derrota de la UGT era una victoria del PCE, y eso no podía ser. “El apoyo a la UGT pasaría por lo tanto a ser la prioridad principal en España y a lo largo de los siguientes años, la cooperación alemana con el sindicato español aumentaría en intensidad y alcance”, señala la investigación.

No hay duda de que la UGT cumpliría con el rol que el resto de Europa esperaba de ellos. En febrero de 1978, la FES montó un seminario al que invitó a la UGT y la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) –pero no a CCOO– en el que “ambas partes descubrieron un mutuo deseo de alcanzar acuerdos”. Les siguieron otros seminarios financiados por la FES que, según un documento de la organización enviado al ministro alemán de Cooperación, debían “promover la desideologización, algo muy necesario tanto para nuestro 'partner' sindical como para los empresarios extremadamente conservadores de España”. En verano de 1979 vería la luz un documento conjunto firmado por UGT y la CEOE que pedía el final de la intervención estatal en las relaciones laborales.

“Optando por una política de pacto social, y dando la espalda a la tradición combativa de los movimientos españoles de trabajadores, la UGT estaba tomando un riesgo muy alto”, explica Muñoz Sánchez. Se convirtió, de esa manera, en el objetivo de los ataques de CCOO, aunque la suerte estaba echada: en las elecciones sindicales de 1982, la UGT le dio la vuelta al marcador y superó a CCOO en tres puntos. “Esta victoria era el toque final a la extraordinaria ascensión de la UGT durante los años de la transición democrática”, explica el historiador. “Esto sería esencial para la viabilidad delas dolorosas reformas económicas que los gobiernos de Felipe González iniciarían en 1983 con el objetivo de preparar al país para la entrada en la Unión Económica Europea”.

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