La política exterior del Frente Amplio

Columna
El Líbero, 30.06.2017
Jorge Canelas, cientista político, embajador (r) y director de CEPERI

Los debates, foros y entrevistas con los precandidatos que participan en primarias tenían por objeto entregar a los potenciales electores las ideas, propuestas y prioridades programáticas de los aspirantes a ocupar La Moneda. Lamentablemente, debido al empecinamiento de los entrevistadores por concentrar toda su atención y su interés en escudriñar los detalles acerca de lo que el principal candidato de Chile Vamos hace con su propio patrimonio, en vez de averiguar sobre sus ideas y programas, los ciudadanos interesados sólo tendrán, por el momento, la oportunidad de conocer en detalle las ideas y las prioridades de las candidaturas del Frente Amplio. Siendo éste el único sector al cual el activismo mediático le permitió explayarse sobre su programa en materias internacionales, haremos un análisis de esos “contenidos”.

Resultó particularmente interesante conocer la “no respuesta” que dio la candidata Beatriz Sánchez, a Patricio Fernández, director de The Clinic, cuando éste último le preguntó si podía nombrar un par de países que, en los últimos 25 años, hayan mejorado el nivel de vida de sus habitantes más de lo que lo ha hecho Chile en ese mismo período de tiempo. La reacción de la candidata transitó desde el estupor hasta a la negación de la realidad. Tras pedir explicación de una pregunta tan simple, respondió con otra interrogante: “¿Esto es una especie de test?” Una vez que se le explicó que la pregunta era pertinente para hacer un diagnóstico básico, respecto de un asunto de importancia, para establecer una comparación válida con países de similar desarrollo, la candidata se negó a reconocer una realidad innegable, comprobada por innumerables datos y evidencia empírica.

Entrevistada en un programa televisivo, la misma candidata también se negó a dar a conocer cuál será su política vecinal, específicamente con Bolivia, un asunto del mayor interés de los electores, aduciendo que no daría a conocer su pensamiento al respecto “por responsabilidad política”. La clara impresión que dejó es que no se ha informado en detalle sobre ese asunto. Esa impresión se confirma cuando la Sra. Sánchez asevera que su intención “es cambiar la manera de relacionarse con los vecinos y que no se proyecte sólo como una relación comercial y económica”. Al sostener aquello, la candidata expuso su poco conocimiento sobre la relación con Bolivia, pues en ese caso, a diferencia con lo que sucede en las relaciones de Chile con sus otros dos vecinos, la relación comercial es extremadamente disminuida y la relación económica, en términos prácticos, inexistente. En resumen, Beatriz Sánchez dejó más dudas que certezas sobre sus ideas en política exterior.

Por el contrario, Alberto Mayol, de la misma coalición que Sánchez, sí ha dado a conocer sus planteamientos al respecto, lanzando propuestas a diestra y siniestra (ciertamente, mucho más cargado a la “siniestra”). Su propuesta en materia internacional es tan amplia -y seguramente tan costosa- como la del tren de alta velocidad. El análisis de los ejes centrales del programa internacional del sociólogo no deja de sorprendernos, por la enorme similitud que presenta con las ideas del Presidente Donald Trump. En efecto, comparte el mismo razonamiento en materias de comercio, al plantear la revisión de todos los TLC, lo que Mayol complementa con su tajante oposición al TPP y su absoluta aversión hacia el libre mercado. Por otro lado, su estrategia de acción en política comercial es contradictoria, puesto que rechaza la vía bilateral para la liberalización comercial y al mismo tiempo sataniza a la Organización Mundial del Comercio (OMC), único foro global de carácter multilateral, que asegura un mínimo de normas claras en materia de comercio internacional, requisito indispensable para que países como Chile puedan beneficiarse del acceso de sus productos de exportación a los mercados del mundo.

En lo político, el programa de Mayol sostiene que buscará “construir una nueva arquitectura internacional, para lo cual priorizará la participación de Chile en el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL)”.  Es útil recordar en qué consiste esta organización. El MNOAL, cuyo actual secretario general es el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es un vestigio de la Guerra Fría, que sirvió como pretexto para su creación como grupo de Estados supuestamente “neutrales” en la pugna entre las dos superpotencias. Perdido su propósito original, ahora se reúne cada cierto tiempo para repetir consignas sobre colonialismo e imperialismo que ya no hacen sentido. Por algo no pertenecen a ese club ni Argentina, ni Brasil, ni Colombia ni Uruguay, por mencionar países de nuestra región con los cuales Chile suele compartir visiones similares en materia multilateral. Teniendo como referente global al MNOAL, no sorprende demasiado que el programa de Mayol postule “el retiro inmediato de Chile de la Alianza del Pacífico (AP), por representar esta última una zona de Libre Comercio entre los países más liberalizados de la región y un freno para los ya debilitados procesos de integración en curso”. Al aplicar la retroexcavadora a una de las pocas iniciativas que han dado buenos resultados en nuestra política exterior en las últimas décadas, el populismo llega al desenfreno.

Al abordar los asuntos vecinales, el candidato Mayol, a diferencia de Beatriz Sánchez, no duda en plantear una propuesta que haría a Bolivia, orientada a un canje territorial que le conceda acceso soberano al Océano Pacífico, a cambio de una porción de territorio boliviano a Chile, para que así accedamos a la Amazonía. Esta propuesta induce a pensar que Chile tiene aspiraciones territoriales o intereses estratégicos de expansión hacia la cuenca del Amazonas, lo que está muy lejos de la realidad, pero que en Bolivia se interpretará como un afán expansionista por parte de nuestro país.

Volviendo al texto del programa de Mayol, nos encontramos con una propuesta de “fronteras integradas y con soberanía compartida”, concepto que puede resultar muy atractivo para un intelectual educado en Europa, pero que desconoce totalmente las distancias históricas, culturales y de sofisticación política que existen entre la realidad europea y la de nuestras relaciones vecinales. Al pretender el establecimiento de zonas fronterizas de “soberanía compartida”, las propuestas del Frente Amplio dan la razón a quienes sostienen que, en el Chile de hoy, para presentar programas de gobierno el proceso de pensar no se considera un requisito previo.

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