Liz y Chile

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Republica, 06.09.2022
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Bastantes comentaristas británicos y estadounidenses subrayan en sus artículos de ayer que Liz Truss la flamante nueva primera ministra británica será la quince del largo reinado de la reina Isabel y que es posible que esta pronto salude al o la número 16.

Dada la provecta edad de la soberana el comentario indica que los analistas no creen que la primera ministra va a durar mucho. Está por ver. Sus críticos se quejan de que la señora Truss ha sido elegida por sólo el 0´3% de electorado británico -los miembros con carnet del partido conservador son sólo 200.000- pero la constatación, menos subrayada en ocasiones parecidas del pasado, muestra que la recién ascendida a regir los destinos de la Gran Bretaña no tiene excesivos simpatizantes entre los progresistas.

Es persona ciertamente zigzagueante. De joven se afilió a los liberales para luego pasar a los conservadores, participó en manifestaciones pidiendo la abolición de la monarquía y habiendo estado claramente en contra del Brexit luego fue una entusiasta.

No ilusiona ni al electorado británico en general, una reciente encuesta indicaba que sólo 12% estiman que hará un buen papel y 52% que malo o mediocre, ni a Bruselas que resiente varias de sus declaraciones (“no se si Macron es un socio o un enemigo”) y tomas de posición en el tema de Irlanda del Norte que cuestionan lo acordado con la Unión Europea. Para Bruselas es un poco liante. Donde se regocijan es en Ucrania. Liz ha sido como Johnson decidida partidaria de ayudar a Kiev sin cicaterías. En contraste con otros europeos, léase nosotros.

Seguirá en esto último la política de Johnson cuyo futuro plantea incógnitas. Hay quien dice que se dedicará a la vida confortable de dar conferencias (100.000 euros por charla) o escribir artículos (hace años era el comentarista mejor pagado de Gran Bretaña). Otros dicen que volverá a la política, deja un buen recuerdo en el votante conservador y su sucesora tiene un camino áspero ante sí dada la crisis energética y la inflación del país cercana a la española. Ya ha anunciado que bajará los impuestos y , al parecer, reabrirá los pozos petrolíferos al norte de la costa. Nada de que entusiasmar a la progresía y a los ecológicos.

Vayamos a Chile donde la izquierda revolucionaria ha sufrido un traspiés en el referéndum. Un amigo chileno bien informado y realista me cuenta que el rechazo era presumible, pero la paliza, el tamaño del batacazo no. La razón sería que el abortado texto era demasiado tendencioso y sesgado. Los chilenos querían reformas que eliminen desigualdades, como expresaron hace dos años, pero no sobresaltos izquierdófilos. La fallida constitución, con algunas propuestas razonables, concedía competencias injustificadas a los pueblos llamados originarios -otra nación iberoamericana en la que los indígenas tienes agravios no ya contra España sino contra los que los han gobernado durante dos siglos, es el tiempo que hace desde que nos marchamos de allí-amén de la creación de justicias paralelas que acaban siendo nefastas, etc… El sectarismo de izquierdas había calado en bastantes de los redactores de la constitución y los chilenos por clara mayoría han dicho que no la aprueban.

Como botón de muestra de la demagogia y sectarismo que ha surgido en Iberoamérica citemos que Petro, el nuevo presidente colombiano, ha declarado, con un par, al conocer el resultado de referéndum que “ha revivido Pinochet”. Es obvio que Petro, como el presidente mejicano y algún otro, suma con dificultad. Si 62% de los chilenos han rechazado la constitución significa que en ese porcentaje hay bastante gente que sufrió con Pinochet y alguno incluso que tendrá muertos causados por su régimen. Habrán encontrado insultante la afirmación del colombiano propenso como los nuevos líderes a hacer un titular llamativo pero que, en realidad, es una estupidez.

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