Lula: siervo o príncipe

Columna
Infobae, 28.09.2016
Pedro Corzo, conferencista y escritor cubano exiliado
Luis Inácio Lula da Silva es uno de esos conductores, porque, a pesar de los muchos escándalos de corrupción en los que está envuelto, algunas encuestas lo presentan como el candidato favorito del electorado brasileño en los comicios del 2018

Hay dirigentes políticos, religiosos, laborales y de otras características que parecen estar cubiertos con una capa protectora que impide que su prestigio, por muchos que sean los errores, los abusos de autoridad y hasta los delitos en los que incurran, afecte su reputación y su popularidad.

Ese sortilegio que acompaña a pocas personalidades se explica por la gran influencia que ejercen sobre un sector de la sociedad, las más de las veces, compuesta por una minoría que imagina al líder como un ser superior capaz, por su sola voluntad y sus esfuerzos, de encontrar soluciones donde otros sólo han cosechado fracasos.

Sin temor a errar, se puede afirmar que Luis Inácio Lula da Silva es uno de esos conductores, porque, a pesar de los muchos escándalos de corrupción en los que está envuelto, algunas encuestas lo presentan como el candidato favorito del electorado brasileño en los comicios del 2018.

Lula fue el fundador y el patrón del Partido de los Trabajadores (PT), una agrupación que ha estado envuelta en los mayores escándalos por corrupción que han ocurrido en Brasil, incluidos los relacionados con la empresa estatal de petróleos, Petrobras, en la que también aparece como implicado.

Las victorias del PT, el mayor partido de izquierda de América Latina, han sido consecuencias de las alianzas con otras fuerzas políticas y también por la influencia que el caudillo ejerce sobre un sector de la población y el control que practica sobre el partido.

Sin embargo, en las dos ocasiones en que Lula da Silva resultó electo presidente, fue en segunda vuelta. Similar situación se le presentó a su postulante Dilma Rousseff, quien también tuvo que ir a elecciones de segunda vuelta en los comicios de 2010 y 2014.

Da Silva está sujeto a investigación por varias causas. Está acusado de actos de corrupción, lavado de dinero y falsificación, tras descubrirse que era propietario de un apartamento de tres plantas en el balneario de Guarujá, en San Pablo, un bien que nunca había declarado.

El ex mandatario, que en su momento cautivó a muchos de sus pares de los países más importantes del mundo, está, según informaciones,implicado en los actos de corrupción de la empresa estatal petrolera Petrobras y la constructora Odebrecht, empresa que modernizó el puerto cubano de El Mariel, inversión sobre la que dijo Marcelo Odebrecht, presidente de la corporación: "Cuba es el único país en el que, de hecho, abrimos y crecimos bajo el Gobierno de Lula, y donde tenemos que decir que la relación con Lula ayudó mucho".

La anterior declaración de Odebrecht demuestra que Lula da Silva, con independencia de haber sido políticamente el aliado más fiel del castrismo en el hemisferio después de Hugo Chávez, también se esforzó para que la dictadura insular fuera beneficiada económicamente, sin descuidar ser favorecido por sus gestiones a favor de los Castro ante empresas brasileñas.

Si en un momento de la historia Fidel Castro fue el padrino de Lula da Silva, en otro este último fue el benefactor de Hugo Chávez, como hizo conocer en una sesión del Foro de San Pablo, julio de 2005, en la que dijo que la ayuda del foro había sido fundamental para el Gobierno del presidente Chávez.

El ex presidente, antes y durante su gestión, fue alabado por varios dirigentes mundiales por liderar un gobierno efectivo en el aspecto económico, sin menospreciar las normas democráticas, empero, nunca fue cuestionado por su apoyo irrestricto a los déspotas del hemisferio.

El caudillo, al cumplir las normas establecidas por el populismo cavernario ante las acusaciones de corrupción y tráfico de influencia, al igual que en su momento lo hiciera la destituida Dilma Rousseff, ha asumido el papelde víctima y contraataca con consignas nacionalistas como acusar alactual presidente Michel Temer de querer entregar las grandes industrias nacionales al capital extranjero.

Rousseff dijo que era objeto de un golpe de Estado, Lula afirma que es sujeto de una conspiración maquiavélica que busca inhabilitarlo para que no pueda presentarse como candidato a la presidencia en los próximos comicios, pero ninguno de los dos ha aceptado la responsabilidad de liderar una fuerza política en la que un número importante de sus dirigentes se encuentra en prisión simplemente por robar, después de haber llegado al poder prometiendo una justicia social que sólo se ha empoderado en sus bolsillos, como reflejan múltiples acusaciones y muchas condenas.

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