Maduro inestable

Columna
El Líbero, 03.08.2024
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

Mientras escribo estas líneas, las noticias en desarrollo de la querida Venezuela dejan poco espacio para vislumbrar, por ahora, una salida democrática y pacífica a su crisis política, económica, social y moral que devino en anarquía. Fue desmoralizante la incapacidad de América Latina y el Caribe de acordar un texto de mínimos en el Consejo Permanente de la OEA. No obstante, nadie sabe a ciencia cierta lo que va a ocurrir: hay muchos asuntos naturalmente ocultos, oscuros, fuera del escrutinio público, mientras el transcurrir del tiempo aparentemente beneficia al déspota.

El intento de algunos países para que la dictadura presente resultados detallados de las elecciones, fabricados de cualquier manera, pero con un barniz convincente, y que sea la justicia venezolana, manipulada por el régimen, la que dictamine quien ganó, nos está indicando lo que quieren Brasil, Colombia y México. Los dos primeros, además de Trinidad y Tobago, quieren evitar problemas en sus fronteras y la dictadura les ofrece más garantías de estabilidad que la oposición democrática. Realismo puro y duro. Nada de sentimentalismos por cuestiones de principios.

Sin embargo, sí sabemos lo que ya pasó:

La campaña electoral opositora fue un ejemplo de valentía, coraje, fe y esperanza. El protagonista fue el pueblo venezolano que se lanzó a las calles masivamente, sin importar las amenazas o el férreo control del tirano sobre sus vidas o su destino. El grito de BASTA YA fue contundente en todos los rincones del país. Nos dieron una lección.

La figura de María Corina Machado -hoy perseguida- encarnó aquellas virtudes. Su imagen enérgica liderando a la gente, empatizando con ellos, abrazándoles, se proyectó a nivel mundial como pocas figuras latinoamericanas en la historia. Rodeada de multitudes, desafiando con inteligencia al dictador opacó a los Juegos Olímpicos. Si en un arranque de brutalidad el tosco régimen se atreve a destruirla o exiliarla, levantará un mito.

El desprendimiento y sacrificio personal de Edmundo González, que evidentemente no posee el carisma político, encarnó la sensatez, el buen juicio, la moderación, la salida sin violencia a la crisis. Proyectó la dignidad de un servidor público que antepuso el deber patriótico a la comodidad de la jubilación. Otro héroe.

La oposición unida se convirtió en un importante actor interno y mundial. Esto tiene especial gravitación ante los que quieren invertir en recursos naturales en Venezuela, los acreedores, o esos países que miran para el lado. También es un mensaje para los que apoyan a la dictadura.

Las elecciones y el grotesco fraude del domingo dejaron atrás una salida de buena fe a la crisis mientras exista este régimen. Es necesario un sistema de observación fiable de los comicios y que se asegure la imparcialidad de estos; se instale la libertad de prensa; se devuelva la independencia al Poder Judicial; se otorgue autonomía al órgano contralor, a la Fiscalía, etc. Nada de esto es posible con la actual dictadura.

Quedó claro que nunca va a haber una salida a la crisis sin la participación de la diáspora. Un tercio de la población excluida de votar por razones políticas es algo imposible de tragar.

Si antes se sabía de manipulaciones dolosas en los procesos electorales, esta vez la oposición pudo presentar pruebas contundentes sobre el fraude y las puso a disposición de todo el mundo. Entre incrédulos, instalaron la duda sobre la dinámica electoral del pasado. A los permanentes “valedores internacionales” del régimen, los puso ante la necesidad de llamar a un ejercicio de transparencia, que el dictador no quiere. Con ello, la imagen del tirano, ya mala en el mundo occidental, se derrumbó sin remedio. Los mismos “protectores” regionales de Maduro se han contaminado, pero les sostiene una porfiada carga ideológica y/o la geografía.

Si el voto electrónico fue manipulable en Venezuela, ¿no le ha entregado el dictador valiosos argumentos a los que denuncian esta tecnología, como Bolsonaro?

Este proceso logró desenmascarar al régimen, recuperar en estos días la esperanza del pueblo venezolano en un futuro mejor. Algo se despertó, aunque por ahora pareciera que el déspota tiene la sartén por el mango, más aún después de los cínicos acomodos en la OEA. Sin embargo, como dice un querido amigo venezolano, esta es una carrera de largo aliento y las reacciones del régimen, que multiplicó sus insultos, reacciones desmedidas y su mayor aislamiento regional, son una muestra de su inseguridad.

Hoy día el dictador desconfía de su gente y del entorno de países que le rodean, lo que debemos aprovechar. En primer lugar, por convicción política ya que nuestra propia convivencia cívica se sustenta en la defensa de la libertad, la democracia, el respecto por los derechos de la persona. No podemos justificar, o ser tibios en nuestras reacciones hipotecando el futuro.

En segundo lugar, porque la democracia, la alternancia en el poder, una institucionalidad creíble, justa y fuerte es garantía de paz. En una región azotada por la violencia y el poder de las mafias no queremos vernos arrastrados por regímenes que coexisten con éstas para el control del poder total.

En tercer lugar, por un compromiso moral con aquellos ciudadanos venezolanos que llegaron a Chile buscando un mejor futuro. Forman parte de nuestra sociedad y tal vez no pueden volver por ahora, pero sueñan con hacerlo bajo un sistema que les ofrezca libertad para ellos y sus familias.

Finalmente, porque Venezuela es parte de un sistema de acuerdos regionales y mundiales en los que la democracia y el respeto a los derechos de la persona son centrales. Debemos exigir su respeto si creemos en la validez de lo firmado, cuando no promovido por nosotros mismos.

El presidente Boric ha estado a la altura de estos objetivos, aunque su pensamiento político sea muy distinto al mío y al de la mayoría de los lectores de El Líbero. Ha desafiado cálculos políticos, que en su coalición tienen un precio y se suman a otros desplantes al PC. Fue pionero en condenar el fraude de Maduro que ensució a toda América Latina. Antes, tuvo el coraje de disentir con Lula cuando éste tildó de “construcción” las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Venezuela.

Creo que debe seguir por ese camino llevando el caso a todos los foros posibles, y en bloque con los demás países de la región que tienen nuestra misma posición. Ahora no hay mayoría en la OEA, pero las torpezas de la dictadura son cada vez más evidentes y pueden favorecer el cambio de actitud de algunos que se abstienen.

Si dentro de unos días el tirano sigue sin presentar sus “actas”, o si son totalmente fabricadas, habrá que asumir una posición dura, denunciar el fraude y expresar sin rodeos que la elección fue ilegítima, traicionando la confianza que alguna vez tuvimos en el Acuerdo de Barbados. Tendremos que decir que, desde nuestro punto de vista, Maduro será un usurpador desde el 10 de enero de 2025. Que el pueblo eligió a Edmundo González. Jamás, como sugiere Lula, validar cifras antojadizas y que sea la justicia venezolana la que dirima la controversia.

Mientras, la comunidad venezolana en Chile no puede perder la capacidad de movilización. No debe permitir que se instale la rutina y que la causa de la democracia en su país pierda validez entre nosotros, justo cuando el régimen está mostrando fragilidad a través de la agresión.

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