María Corina Machado y la opción democrática para Venezuela

Columna
Realidad y Perspectivas, N*117 (julio 2023)
Milos Alcalay, embajador (r) y exviceministro de RR.EE. venezolano

María Corina Machado se ha convertido en Venezuela en un fenómeno político gracias al respaldo mayoritario que alcanzaron sus propuestas de cambio y esperanza para un futuro de dignidad y progreso. Su autenticidad, unida a su valentía, firmeza y preparación profesional, facilitarían que se logre la tan anhelada transición democrática. La aguerrida dirigente es vista como una alternativa de libertad y honestidad para acabar con los efectos perversos de una tragedia totalitaria que se prolonga por un cuarto de siglo y que ha convertido al otrora país rico y lleno de oportunidades, en un espacio de miseria, desesperación y cárcel.

Mientras más crece el prestigio de la dirigente de pensamiento liberal, más duros parecen los obstáculos en uno y otro sector, que piensan que con ello lograran frenar su ascenso meteórico en las encuestas y en la preferencia popular. El oficialismo muestra su nerviosismo al enfocar contra ella sus ataques diarios, decretar una inhabilitación inconstitucional haciendo uso del estilo de Daniel Ortega en Nicaragua, prohibir su salida fuera del país o impedir su desplazamiento en el territorio nacional por avión o por tierra. A pesar de ello, no logran con sus medidas represivas impedir las manifestaciones espontaneas de respaldo. Han llegado inclusive a propiciar –para frenar sus desplazamientos– las amenazas violentas de hordas de colectivos armados por el Gobierno para amedrentarla. En el otro extremo, algunos dirigentes de una supuesta oposición que prefiere alcanzar una cohabitación con el régimen totalitario lanzan candidaturas dentro y fuera de las primarias, procurando un efecto similar a la Guatemala de hoy con 16 candidatos presidenciales. En ambos casos no logran frenar el indetenible crecimiento de la candidata.

A nivel internacional, jefes de Estado y de Gobierno, cansados del tema venezolano, proponen un retorno a la democracia al estilo “gatopardo”, para que todo siga igual. AMLO en México propicia negociaciones que no conducen a nada, salvo oxigenar al régimen. Gustavo Petro invita a una Cumbre en Bogotá para apoyar a su vecino. Lula da Silva en Brasil convoca una reunión Sur Americana para recibir como invitado de honra a Nicolás Maduro. Hasta Emmanuel Macron, quien antes reconoció al gobernante interino Juan Guaidó, hoy propicia una segunda reunión con Lula, Petro, Fernández, y Josep Borrell –todos ellos aliados de Maduro– para recibir a Delsy Rodriguez, rompiendo las reglas de las sanciones que prohíben su ingreso a los países de la Unión Europea, incluyendo al negociador designado por una parte de la oposición para promocionar una alternativa que favorece, en la práctica, a que Maduro se eternice en el poder.

A pesar de todo ello, María Corina no abandona su periplo, logrando con esa actitud sumar a un excelente grupo de dirigentes nacionales como Antonio Ledezma, Humberto Calderón Berti, Diego Arria, José Rodríguez Iturbe y muchos otros políticos destacados que la acompañan en su lucha frontal contra la dictadura. La opción de María Corina no solo representa una alternativa contra los efectos perversos del “socialismo del siglo XXI” en su país natal, sino también representa el reconocimiento a quienes rechazan la megalomanía ideológica producto del binomio Chávez-Fidel, cuyo aporte para la historia no ha sido una revolución, sino la consagración de la corrupción, la ineficacia, la miseria, el hambre y los vínculos con fuerzas terroristas y de narcotráfico, unidos a una brutal represión y violaciones de lesa humanidad.

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