Milei y China

Columna
Infobae, 29.06.2024
Felipe Frydman, economista argentino, exembajador y consultor del CARI

La posibilidad del viaje del presidente Milei a China generó múltiples comentarios como consecuencia del rechazo al régimen político formuladas durante la campaña electoral. No es la primera vez ni será la última que en las relaciones internacionales resulta forzoso corregir ciertas apreciaciones ante la necesidad de enfrentar una realidad condicionante.

El presidente Jair Bolsonaro enfrentó una situación similar. En los inicios de la contienda formuló severas objeciones a los vínculos económicos y comerciales con China por la explotación de minerales usados en la fabricación de acero y las inversiones de empresas estatales en el sector energético. Como candidato, Bolsonaro incluso viajó a Taiwán en marzo de 2018 para señalar su intención de mostrar un cambio en la orientación de la política exterior en un claro desafío a la línea roja trazada por Beijing. Durante la primera etapa de su gobierno el ministro Ernesto Araujo, discípulo del filósofo Olavo de Carvalho, y el hijo Eduardo verbalizaron objeciones ideológicas a las relaciones con los países comunistas.

En octubre de 2019, el presidente Bolsonaro efectuó una visita oficial a China donde se reunió con Xi Jinping reafirmando el interés de incrementar las inversiones y el intercambio comercial. En noviembre del mismo año, Xi Jinping viajó a Brasilia para participar de la reunión del BRICS. El peso económico de China y la importancia de su mercado para el creciente desarrollo de la agroindustria determinaron el cambio de actitud de Bolsonaro sobre la relación entre ambos países.

El pragmatismo de Bolsonaro debería constituir un antecedente para el próximo viaje del presidente Milei y el potencial de expansión del vínculo entre la Argentina y China en materia de comercio, inversiones y financiamiento. El comercio global entre China y América Latina fue de 475.259 millones en 2023 correspondiendo 280.632 a importaciones y 194.627 millones a exportaciones. El total de inversiones externas fue de 147.900 millones de las cuales 130.100 fueron no-financieras. En América Latina se destacan en Brasil las de BYD y Great Wall Motor para la fabricación de vehículos eléctricos y Cosco Shipping Co. para la construcción del mega puerto de Chancay, Perú.

El trabajo “China: Inversiones Externas 2023″ subraya que los contratos obtenidos por empresas chinas en licitaciones, construcciones e ingeniería en el exterior fueron de 264.500 millones correspondiendo el 80% a países asociados a la Iniciativa de la Ruta de la Seda (BRI).

El 18 de julio de 2014 la Argentina y China firmaron una declaración estableciendo la Asociación Estratégica Integral dando un paso más en la adjetivación de las relaciones bilaterales. También se ratificó el financiamiento para la represa hidroeléctrica “Kirchner-Cepernic”, la modernización del Ferrocarril Belgrano y el swap por 11.000 millones. En ocasión de la visita del presidente Alberto Fernández a China en febrero 2022 se acordó la incorporación al BRICS y se firmaron diversos acuerdos de financiación para obras de infraestructura por 14.000 millones más un adicional de 9700 millones y la renovación de la línea del swap. El presidente Fernández regresó a Beijing en octubre de 2023 para participar del Foro de la Ruta de la Seda y entrevistarse con la presidenta del Banco de Desarrollo del BRICS, Dilma Rousseff, con el propósito de obtener sin éxito financiación para el programa económico de Sergio Massa.

La iniciativa de la Franja de la Seda consiste en otorgar financiamiento a los gobiernos asociados para obras de infraestructura para su realización por empresas chinas. Esta característica plantea un interrogante en la relación bilateral ante la decisión del actual gobierno argentino de reducir los compromisos de obras públicas para equilibrar el presupuesto y promover la iniciativa del sector privado incluyendo la posibilidad de obtener financiación en mercados internacionales. La política china de utilizar entidades oficiales para favorecer la adjudicación de obras a sus empresas ha sido motivo de polémica por las dificultades para disociar cálculos económicos de dependencia política. La operatoria con entes públicos se traslada incluso a las relaciones comerciales con posibilidades de direccionar compras por razones políticas como sucediera con el compromiso firmado con los Estados Unidos en enero 2020.

La política de subyugación seguida con China más allá de las preferencias coadyuvó a reemplazar el financiamiento de otros orígenes por la falta de acceso al crédito y el alto riesgo país. La política actual de reducir la participación del Estado en las obras públicas y disminuir el endeudamiento externo afectará las relaciones por el interés de China de priorizar las relaciones gobierno a gobierno. En ese sentido, será necesario una plausible explicación para transmitir el nuevo paradigma de priorizar la participación de inversiones de empresas públicas y privadas en todos los sectores, y no solo en la explotación de minerales, que asuman también el riesgo de las operaciones. Este replanteo para fortalecer las relaciones económicas bilaterales no será ajeno a las perspectivas de Xi Jinping quien también en sus discursos insiste en la importancia de la iniciativa privada para un desarrollo sustentable.

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