Entrevista [Elmer Schialer, ministro de RREE del Perú] El Mercurio, 14.12.2024
En los tres meses y medio que Elmer Schialer 1960) lleva como canciller de Perú (el tercer ministro de Exteriores de la presidenta Dina Boluarte), ya fue uno de los anfitriones del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), realizado en noviembre en Lima, y también tuvo un rol en la inauguración del megapuerto de Chancay el mes pasado.
El diplomático de carrera participó, también, en la reunión de la Alianza del Pacífico de esta semana en Santiago, en que Chile traspasó la presidencia pro tempore del organismo a Colombia.
Chile recibió en abril pasado el liderazgo del bloque comercial de manos de Perú, un gesto que Schialer valora. En febrero de 2023, México se negó a entregar la presidencia pro tempore a Perú en solidaridad con el izquierdista Pedro Castillo, quien fue destituido en noviembre de 2022 luego de que intentara un autogolpe de Estado. Finalmente, la sucesora de Castillo, Dina Boluarte, recibió la presidencia del organismo en agosto de 2023.
"Hemos pasado momentos no muy estables en la Alianza del Pacífico, pero que felizmente, y hay que subrayar acá, gracias a la gran y generosa actuación de Chile, hemos dejado atrás. Chile logró algunas cosas un poco complejas que permitieron que el Perú asumiera la presidencia pro tempore algunos meses más tarde, pero en el año que le correspondió", dice el ministro a "El Mercurio", en un salón de la residencia de la embajada de Perú en Santiago.
Perú y Chile atraviesan por una crisis de seguridad, con un aumento de asesinatos y delitos como secuestros y extorsión, y que en el caso peruano llevó al gobierno a decretar en septiembre pasado estado de emergencia en 11 distritos de Lima.
—¿Cómo se están coordinando Perú y Chile para abordar el tema de la delincuencia?
"Nuestras fuerzas policiales y las instituciones migratorias de los dos países están en coordinación permanente. Es más, puedo anunciarles que está aquí en Santiago también en estos días, por otro evento muy importante que tiene que ver con los derechos humanos, nuestro superintendente nacional de migraciones. Está aprovechando para tener reuniones con sus pares para coordinar las estrategias que permitan cerrar aún más los canales por los que transita la delincuencia organizada, que a todos los países nos ha agarrado de sorpresa. Es algo impresionante.
Nosotros, a nivel de Comunidad Andina, aprobamos hace algunos meses un plan de acción resolutiva para empezar a coordinar entre las fuerzas de seguridad y de control migratorio de los cuatro países miembros (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) todo el flujo de información. Esto es algo que estamos haciendo porque en realidad no podemos trabajar sino juntos en el combate de esta delincuencia transnacional organizada, que además es muy virulenta.
La vesania con que en el Perú se cometen asesinatos de un tiempo a esta parte es algo que nos ha dejado a todos en la sociedad peruana totalmente choqueados.
El aumento de la criminalidad en ambos países ha ido de la mano con la presencia de grupos del crimen organizado como el Tren de Aragua, banda transnacional de origen venezolano que, según estudios, se expandió por el continente "camuflada" con la migración de 8 millones de personas que han huido del régimen de Nicolás Maduro.
—¿Cómo trabajan con Chile el tema de la migración venezolana, considerando que una nueva ola podría consolidarse si Nicolás Maduro jura nuevamente el próximo 10 de enero y se proyecta ya hacia adelante?
"Sí. Esto es algo de tal importancia que incluso llegó a ser materia de intercambio de opiniones a nivel presidencial. Cuando el presidente Gabriel Boric estuvo en Lima, en noviembre pasado, para la Semana de Líderes de APEC, tuvo una reunión bilateral con la presidenta Boluarte y ese fue uno de los temas. Se acordó en ese momento que, a nivel de las autoridades migratorias, tanto chilenas como peruanas, se reunieran para enfrentar de la mejor manera este posible flujo, potencial flujo. Pero no solo eso, sino qué hacer con aquel flujo desordenado, incluso hasta ilegal, de migrantes, que no son ni peruanos ni chilenos, pero que afectan a los dos países, ver cómo conjuntamente se puede trabajar en ello.
Sí, estamos trabajando intensamente de manera conjunta".
—La oposición venezolana espera que el 10 de enero asuma Edmundo González Urrutia, que en este momento se encuentra fuera de Venezuela, pero pretende volver. ¿Perú apoya esta postura de la oposición venezolana?
"Primero, quiero poner en claro la posición del Perú. Luego de las elecciones del 28 de julio, a las horas desde que fue proclamado al señor Maduro como ganador, nosotros no reconocimos y no reconocemos eso, porque esa proclamación no se dio en atención a las normas electorales venezolanas. Esas proclamaciones tienen que darse acreditando las actas que prueban que esta persona fue la ganadora en unas elecciones.
Ahora, me dicen, '¿qué pasa con don Edmundo González? Si no gana uno, el otro tiene que haberlo ganado. En estas cosas no solamente es importante el sentido común, sino también es esencial la solemnidad, el apego al derecho y a las normas. Solo puede, proclamar como presidente electo el órgano electoral del país.
¿Qué va a hacer el Perú? Lo que espera el Perú es que toda la comunidad internacional que está a favor de la paz, de la democracia, del bienestar de Venezuela y de los venezolanos, nos pronunciemos conjuntamente el 10 de enero, o días antes. Ya hay algunas voces, he visto en la región, que le s doy la bienvenida y saludo. En ese sentido, tenemos que hacer una gestión y una declaración conjunta y muy potente en favor de la democracia en Venezuela.
Eso no pasa porque el señor Nicolás Maduro, cuya elección el Perú no ha reconocido, se mantenga en el poder"
Perú inauguró el 14 de noviembre, con la presencia del presidente chino, Xi Jinping, el megapuerto de Chancay, con una inversión de US$ 1.400 millones, principalmente con capitales chinos. En palabras de Schialer, es además parte de un "hub que incluye el aeropuerto peruano Jorge Chávez, el puerto del Callao, la zona de transformación productiva en Ancón y la zona económica exclusiva".
¿Chancay tiene que ser visto en Chile como una competencia para los puertos chilenos o como una complementariedad con el comercio con Asia?
"Me hicieron una pregunta similar en el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales.
Alberto Ruibal, un experto español, hizo un estudio muy bueno en donde concluyó que, si se exportara a través de puertos del norte de Chile y del sur del Perú solamente soya boliviana, no productos brasileños. Habría un déficit portuario del 30 al 40% para poder sacar toda esa soya...
Esto quiere decir que tenemos muchísimas oportunidades, hay para todos, y por ello Chancay es complementario. No solamente es un tema de Chancay, es un tema de cabotaje de los puertos chilenos del norte, que quizás consideren que es mucho más eficiente y barato llevar su mercancía a China y a otros países del Asia a través de Chancay, que puede ser perfectamente en naves de bandera chilena.
Y en el caso específico de Chile y del Perú, y así lo he escuchado de varios empresarios chilenos, es una oportunidad de oro no solamente para hacer mucha plata, porque van a poder exportar más barato y rápido a través de Chancay hacia el otro lado del Pacífico, sino que también de enhebrar aún más a los dos países".
La guerra comercial entre EE. UU. y China.
El próximo 20 de enero Donald Trump asume la presidencia de Estados Unidos y una de sus promesas de campaña fue aumentar los impuestos a las exportaciones chinas. A fines de noviembre, Mauricio Claver-Carone, un funcionario que trabajó en la primera administración Trump y que hoy asesora al presidente electo, mencionó la posibilidad de incorporar en estos impuestos de hasta 60% a los productos que entren a EE. UU. desde Chancay.
El ministro dice que escuchó las palabras de Claver-Carone "con mucha atención, serenidad, pero también seriedad". "Hay como una sensación, palabras que creo detectar, de que como que el Perú está virando hacia tomar partido por algunos de los dos contendores grandes y económicos, que sabemos que son China y Estados Unidos. Eso vamos a aclararlo: no es verdad", dice Schialer y menciona el concepto de "neutralidad activa" para describir la posición peruana.
"Es neutro porque nosotros no vamos a dejar que nos arrastre ninguna corriente o tendencia de fricción geopolítica, por un lado. Y es activo porque lo que nosotros queremos es que activamente estén presentes en el Perú, como no puede ser de otra manera, intereses, negocios, personas, compañías de todos los países. El Perú es un país abierto a la inversión pública y privada, peruana y extranjera, y dentro de los extranjeros tiene el mismo tratamiento el extranjero del país A como del país B"
Independiente de las intenciones de neutralidad peruana, desde Estados Unidos habría intención de invertir en el puerto chileno de San Antonio, y se espera la visita de inversores de ese país.
—¿Esta posibilidad la toman como una presión por parte de Estados Unidos ante los capitales chinos de Chancay?
"No, mire, yo lo tomo de la mejor manera. Yo doy la bienvenida a ese tipo de inversiones, de anuncios, no solamente por credo político, porque yo soy un ordoliberal. Yo confío fuertemente en que una economía liberal, social de mercado —ordoliberalismo se llama eso— es lo mejor para cualquier país. Y si es bueno para el Perú, ¿por qué no puede ser bueno para Chile? Debe ser bueno para Chile.
Bienvenidas esas inversiones al puerto de San Antonio. Tendrá otra dinámica, por ejemplo, con otro tipo de logística o de puntos de acopio; San Antonio quizás sea muy importante para la carga que Argentina quiera enviar a través del Pacífico. Perfecto. A Argentina quizás no le sirve mucho Chancay. Quizás Chancay sí le sirve a Brasil, a Bolivia, y a Argentina, San Antonio. Todos ganamos. Realmente es una situación gana-gana. O sea que bienvenidísimos y todo lo que nosotros podamos hacer para apoyar a Chile también en estas inversiones en San Antonio, pues bienvenido también".
La inauguración en el Perú del megapuerto de Chancay, en sociedad con la República Popular China, sorprendió a los aficionados. Unos la vieron como un avance estratégico de Xi Jinping en la Ruta de la Seda y otros como un contrasentido democrático y geopolítico de las élites peruanas. Para explicar el tema a nuestros lectores, RyP pidió el siguiente informe al excanciller peruano Manuel Rodríguez Cuadros, excandidato presidencial y actual presidente del Instituto Latinoamericano de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales. Durante la última cumbre APEC, realizada recientemente en Lima entre el 15 y 16 de noviembre, los hechos más relevantes han sido colaterales al cónclave de los jefes de Estado. La visita oficial de Xi Jinping, la inauguración del puerto de Chancay –que varía estructuralmente la inserción económica, política y estratégica del Perú en el mundo– y la suscripción del Protocolo de Optimización del Tratado de Libre Comercio lo testimonian. China es el principal socio internacional del Perú. Concentra el 36% de las exportaciones. Las inversiones al 2023 han ascendido a $13.000 millones. Se concentran en la minería y electricidad. Toda la energía eléctrica que distribuye Luz del Sur en Lima es propiedad de la empresa china Three Gorges Corporation. Estos altos niveles de interrelación económica han sido impulsados por una asociación estratégica integral y por la participación del Perú en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Al mismo tiempo, la política exterior multilateral del Perú es más convergente con la de China que con la de los Estados Unidos. En el 77º periodo de sesiones de la Asamblea General (2022), el índice de convergencia del total de los votos peruanos con los de China fue del 68.67%. Por encima de las coincidencias con los Estados Unidos, que solo ascendieron al 32.53%. Con Chile, se elevaron al 91.57%. Lo que denota aún más el margen de autonomía. ¿Cuál es la explicación, si el Perú y los Estados Unidos son democracias representativas y China un régimen político de democracia popular de socialismo nuevo, basado en un partido único? La respuesta se encuentra en la naturaleza del actual sistema internacional. No existen en el mundo zonas de influencia que alineen a los países medianos y pequeños con un supuesto polo de poder mundial. Más aún, no existen polos de poder mundial, como en la Guerra Fría. No existen zonas de influencia. En términos globales, los intereses nacionales priman sobre las alianzas o las identidades ideológicas. Por eso, hablar de un “no alineamiento activo” en el actual sistema internacional en transición es un error conceptual. Refleja un desconocimiento de la realidad internacional. Al no haber zonas de influencia, las relaciones entre los Estados se resuelven a través del ejercicio de su independencia y autonomía nacional, con los límites de asociaciones económicas o militares. Y, aun así, son porosas. Flexibles. En ese contexto, plantear una disyuntiva para la política exterior del Perú – ¿más cerca de China o de los Estados Unidos? – es un error capital. Primero, porque no tiene correlato con la realidad: el sistema internacional no exige esa disyuntiva. Segundo, porque los intereses nacionales no se definen en función de los intereses de otros países. Hacerlo sería extraviar a la patria en el mundo. Se definen en función de los intereses del Perú: de su población, de sus empresarios, de sus emprendedores, de sus trabajadores, de las familias peruanas y, evidentemente, del Estado nacional. Las relaciones externas del Perú tienen una naturaleza diversificada. Plural. Esto se simboliza en el destino de sus exportaciones, con cuatro grandes mercados: China (36%), los EE. UU. (14%), América Latina (13.8%) y la Unión Europea (11%). En sus índices de convergencia política con las potencias del sistema esta pluralidad es una ventaja diplomática estratégica que hay que preservar.