Ojo con Milei

Columna
El Líbero, 30.11.2024
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

Lo que ocurre en Argentina está siendo seguido de cerca por los que amamos la libertad con una mezcla de entusiasmo, junto a una pizca de recelo. Entusiasmo, por el coraje de un gobierno que se ha atrevido a cantarles la cruda verdad a sus ciudadanos acerca de su situación política y económica y tomar, consiguientemente, las medidas para cortar con décadas de clientelismo y sentar las bases para el crecimiento, tomando un camino directo, pero duro y socialmente costoso. Marcan un referente que esperamos seguir en algún momento según nuestras características.

Recelo, porque a este lado de la cordillera no nos gustan los instintos personalistas del presidente Javier Milei, su grandilocuencia, maniqueísmo y mucho menos que el éxito pueda derivar en un auge del nacionalismo trasandino. Mosquean las compras de equipamiento naval acordadas con Macron, a pesar del débil estado en que se encuentra la Marina. Necesitamos una Argentina exitosa, sin duda, pero que contribuya a articular en base a las ideas de la libertad una región cohesionada. Contamos con su éxito, pero recelamos de su espíritu redentor.

Es admirable que antes de cumplir un año de gestión Milei haya alcanzado grandes metas macroeconómicas como déficit fiscal y emisión monetaria cero; logrado un equilibrio en las cuentas fiscales; eliminado 33 mil empleos duplicados o innecesarios; reducido casi en un 30% el gasto; incrementado las reservas hasta los US$ 30 mil millones; pagado la deuda externa anual; detenido la inflación galopante desde un 1% diario a un 2,7% en octubre, entre otros. Todas estas medidas han repercutido en la caída del riesgo país a 746 puntos, aún alto, pero atrayendo capitales.

Entre junio y fines de octubre llegaron inversiones por US$ 7.800 millones a provincias y se espera que gracias a incentivos fiscales, aduaneros y cambiarios alcancen nuevas metas, particularmente en gas, petróleo y minería. Hoy, Argentina exporta más energía de la que importa. Dejaron de comprar gas a Bolivia y con diversas obras inauguradas o en marcha, van camino de convertirse en importantes suministradores regionales, lo que es una buena noticia para Chile.

El desarrollo argentino es auspicioso igualmente por vía de las privatizaciones, desregulaciones o concesiones en marcha. Empresas como el ferrocarril Belgrano Cargas, Casa de Moneda, Intercargo, Correo Argentino, Energía Argentina y otras pasarán al sector privado y constituirán una oportunidad para nuestros inversores. Lo mismo ocurre por las reformas al sistema de aviación civil y la política de cielos abiertos, que incluyó el acuerdo suscrito en abril. En la mira está el proceso de privatización de Aerolíneas, que arrastra un déficit de US$ 400 millones.

Nos alegra la desaparición del “impuesto país”, que graba la compra de divisas para pagar importaciones y alienta la competencia. Nos complace el aumento en 200% de la cuota de dólares para que las personas naturales puedan importar productos vía courier. Nos satisface la derogación de leyes como las de abastecimiento, góndolas, compre nacional y otras 105 normas que eran parte del “costo argentino” que ahogaba la actividad económica y estimulaba un estado autárquico, sometido a grupos de poder políticos y sindicales, y cercenaba la libertad de crear. Estas medidas ofrecen nuevas oportunidades a los exportadores chilenos, que aumentarán cuando emprendan reformas impositivas nacionales, provinciales y locales; eliminen más burocracia; desregulen el transporte terrestre; o inviertan en sistemas logísticos que reduzcan el costo del comercio.

En los últimos seis meses la actividad económica registra índices positivos; las exportaciones vuelven a crecer (30% en octubre respecto del mismo mes en el año anterior); el uso de la capacidad industrial instalada llegó al 64%; se incrementaron los depósitos en la banca; el mercado inmobiliario comenzó a moverse; los créditos hipotecarios alcanzaron en octubre los US$ 174,3 millones, aunque deben enfrentar un déficit de casi 2 millones de viviendas.

Son notables los avances en seguridad. En los primeros seis meses los homicidios se redujeron en un 50%. En Rosario, ciudad que concentra los principales problemas, el índice fue aún superior. Los decomisos de cocaína aumentaron un 60%, se incautaron y destruyeron celulares en las cárceles y se enviaron al Legislativo propuestas de ley antimafias, reincidencia, regularización de armas de fuego, unidad de inteligencia, legítima defensa, base de datos de registros genéticos, entre otras.

Todo lo anterior no nos exime de criticar al presidente Milei por su manejo caprichoso, antojadizo y arbitrario del 40 Aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina. No enviar a Roma a representante alguno deja mal a Argentina, y es un insulto a la Santa Sede y a nosotros.

Se está instalando en la región la pésima costumbre, autoritaria, casi absolutista, de identificar las creencias y convicciones personales con asuntos de Estado. Cuando así actúa el dictador Maduro, comprendemos sus reacciones por el carácter despótico del régimen, pero en las democracias las cosas no son así. La frialdad del encuentro entre el presidente Boric y la Mandataria peruana, hace pocos días, estuvo animado de un sentimiento parecido, pero se pudieron reunir. Sin embargo, Milei canceló la visita de su canciller a Roma porque no le habría gustado que fuera contradicho por el discurso y gestos de Boric durante la reunión del G-20 en Río de Janeiro.

Es posible que el presidente argentino esté enfadado también con la Santa Sede por pronunciamientos previos del Papa y el nombramiento del cura villero, Gustavo Carrara, como nuevo arzobispo de La Plata, el mismo que ha presidido actos religiosos de tinte peronista contrarios al gobierno. La reacción es igualmente pueril y denota falta de comprensión sobre la naturaleza de las relaciones entre estados.

Como acertadamente lo expresó en Roma nuestro canciller Van Klaveren, el acuerdo cuyo aniversario conmemoramos “representa un legado y una responsabilidad que todos compartimos: la de proteger y promover la paz, no solo para nuestras naciones, sino como un bien común para la humanidad”. Recordaba que en su primer artículo, Chile y Argentina ‘reiteran solemnemente su compromiso de preservar, reforzar y desarrollar sus vínculos de paz inalterable y amistad perpetua’, palabras que “son un recordatorio constante de la grandeza a la que puede llevarnos el entendimiento humano”, el mismo que en esta oportunidad no fue posible contradiciendo el espíritu del Tratado. No obstante, creo que el crecimiento esperado de Argentina abre espacios para superar este mal momento y el diálogo siempre redescubre oportunidades para todos.

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