¿Por qué tanta insistencia con UNASUR?

Columna
El Mostrador, 09.04.2023
Richard Kouyoumdjian, exvicealmirante y vicepresidente AthenaLab
¿Cuál es el interés de Argentina de que Chile se integre nuevamente a UNASUR? (…) La Argentina está acostumbrada a ganar por secretaría y no se lo debemos permitir, como tampoco debemos permitir que el instrumento militar sea usado en forma regular para otros fines que no son los de estar preparados para proteger el territorio, la defensa de la soberanía y de los intereses nacionales donde sea que estén ubicados.

Puesto en simple, la geopolítica es una disciplina de estudio que se dedica al análisis de los efectos de la geografía humana y la geografía física sobre la política y las relaciones internacionales. Podríamos decir que su centro o foco está en el poder político en relación con el espacio geográfico. Muy probablemente nuestros expertos en geopolítica están enfocados en analizar el caso de Ucrania versus Rusia, porque al parecer, a nadie le ha llamado la atención la insistencia del presidente Fernández de Argentina para que Chile se integre a UNASUR.

 

¿Cuál es el interés de Argentina de que Chile se integre nuevamente a UNASUR?

Las relaciones con nuestros vecinos no han sido fáciles a través de la historia. Tampoco lo son hoy. Somos por lejos el país más pequeño en superficie de los tres con los que compartimos fronteras. Nuestra población solamente supera a la de Bolivia.

Argentina, que insiste en incorporarnos a UNASUR, nos cuadruplica en superficie y nos duplica en población, además, con un PIB de aproximadamente 480 mil millones de dólares supera a nuestros 315 mil millones de la misma moneda. Tres sencillas variables, superficie, población y producto interno bruto, que nos sitúan en un cómputo de capacidades desmejorado respecto de Argentina. ¿Cómo lo hemos hecho a través del tiempo para mantener la paz y la estabilidad en nuestro vecindario? Manteniendo un balance de poder de los instrumentos del poder nacional que compensen nuestras asimetrías. No debemos olvidar nunca que el tratado de límites de 1881, por el cuál cedimos la Patagonia al sur del Río Negro, fue firmado bajo la presión política argentina, que amenazó con abrirnos un tercer frente, mientras nos encontrábamos en guerra contra nuestros dos vecinos nortinos. Hay varios estudios que vinculan, en el tiempo, el cómputo de capacidades de los instrumentos militares de poder nacional de ambos países con los períodos de crisis o situaciones de mayor conflicto. Es así como el descuido de nuestras capacidades de defensa en 1958 nos llevó a la crisis de islote Snipe. El presidente Frei Montalva se vio obligado a mandar construir, con sentido de urgencia, dos fragatas y dos submarinos nuevos a Gran Bretaña ante la presión diplomática argentina y los sucesos que terminaron con la muerte del teniente Merino de Carabineros a manos de gendarmes argentinos. En enero de 1977, con un cómputo de potencial militar muy favorable para Argentina, nuestro vecino declaró “insalvablemente nulo” el laudo arbitral de Su Majestad Británica que corroboraba que Chile es el país más austral del mundo y que Argentina no tiene posesiones de tierra al sur de la isla grande de Tierra del Fuego.

A raíz de las permanentes asperezas con Bolivia, vecino que elevó a rango constitucional su aspiración de una salida soberana al océano Pacífico por territorio chileno y la demanda peruana ante la Corte Internacional de la Haya para trazar de forma distinta el límite marítimo que ambos países aceptaron y respetaron por más de cinco décadas, los presidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos se vieron en la necesidad de fortalecer el instrumento militar de poder nacional de Chile, como apoyo a su política exterior y posicionamiento de nuestro país en el escenario internacional, después de convertirnos en el país con la mayor cantidad de tratados de libre comercio del planeta y generar intereses nacionales chilenos fuera de nuestras fronteras, especialmente en el Indo Pacífico y canal de Panamá, ruta de la que llegamos a ser el tercer usuario a nivel mundial. Desde el inicio de ese proceso de modernización ya han transcurrido casi 25 años. El instrumento militar de Chile es una garantía de paz en la región, de respeto a nuestra soberanía, a nuestra independencia y autodeterminación y un apoyo efectivo a nuestra política exterior. La mejor prueba de ello es nuestra capacidad de despliegue en operaciones de paz bajo mandato de NNUU y la participación de Chile en ejercicios multinacionales que ponen a prueba nuestros estándares de entrenamiento, logística, sostenimiento y alcance operacional.

UNASUR representa una visión ideológica utópica que desconoce la porfiada realidad de las relaciones internacionales, cuya naturaleza política las transforma en relaciones de poder. Las relaciones internacionales son un instrumento de poder nacional para el logro y protección de los intereses y objetivos nacionales, donde quiera que estos se encuentren. UNASUR no hace converger ningún objetivo ni interés nacional de Chile con los otros países miembros y la visión ideologizada que le da vida a UNASUR no da cuenta de la realidad de los hechos que marcan la agenda con nuestros vecinos. Pese al fallo de la corte internacional de justicia Perú sigue sin adherir a los límites marítimos que establece la CONVEMAR y aún no modifica su mar territorial. Bolivia mantiene en rango constitucional su aspiración de salida soberana al Pacífico a través de territorio chileno y el caso más llamativo es el de Argentina.

Antes de invitarnos a unirnos a UNASUR, el presidente Fernández inauguró una base militar en Tolhuín, Tierra del Fuego y se desplazó a la Antártica reforzando su reclamo de soberanía, el que se superpone al territorio chileno antártico en la mayor parte de su extensión. Argentina mantiene vigente el decreto 457/2021 donde habla del “control conjunto” del Estrecho de Magallanes y del Mar de Drake (Mar de Hoces según Argentina) pese a la nota de protesta de nuestra cancillería. Vigente está también el decreto que restringe la libre navegación desde y hacia la boca oriental del Estrecho de Magallanes. Vigente está la reclamación de plataforma continental extendida de Argentina, al sur del punto F de delimitación marítima definido por el Tratado de Paz y Amistad de 1984 y superpuesta a la plataforma continental (no extendida) de Chile. Una tras otra, las acciones argentinas desafían la soberanía e integridad territorial de Chile en la zona austral.

Nuestra cancillería ha sido poco diligente en la defensa de nuestros intereses nacionales y ello quedó demostrado en los audios filtrados de cancillería que incluso fuimos capaces de negar la recalada a un buque británico para congraciarnos con el embajador argentino. No tenemos territorio, ni población comparable. Nuestra economía es esforzada, pero de una realidad de riqueza que no tiene comparación con las posibilidades de Argentina y nuestra cancillería ha brillado por su ausencia en la defensa del interés nacional frente a la arremetida argentina en este siglo XXI. Lo único que nos queda es el instrumento militar para preservar el interés nacional y la paz, por la vía de la disuasión. Esa es la razón de la insistencia del presidente Fernández para que Chile ingrese a UNASUR, y esa es la razón por la cual, por ningún motivo, debemos incorporarnos. La Argentina está acostumbrada a ganar por secretaría y no se lo debemos permitir, como tampoco debemos permitir que el instrumento militar sea usado en forma regular para otros fines que no son los de estar preparados para proteger el territorio, la defensa de la soberanía y de los intereses nacionales donde sea que estén ubicados.

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