Relaciones Perú-China y EEUU en el sistema internacional de transición

Columna
Realidad & Perspectivas, (n. 131), noviembre 2024
Manuel Rodríguez Cuadros, embajador (r) y exministro de RREE peruano

Durante la última cumbre APEC, realizada recientemente en Lima entre el 15 y 16 de noviembre, los hechos más relevantes han sido colaterales al cónclave de los jefes de Estado. La visita oficial de Xi Jinping, la inauguración del puerto de Chancay –que varía estructuralmente la inserción económica, política y estratégica del Perú en el mundo– y la suscripción del Protocolo de Optimización del Tratado de Libre Comercio lo testimonian.

China es el principal socio internacional del Perú. Concentra el 36% de las exportaciones. Las inversiones al 2023 han ascendido a $13.000 millones. Se concentran en la minería y electricidad. Toda la energía eléctrica que distribuye Luz del Sur en Lima es propiedad de la empresa china Three Gorges Corporation. Estos altos niveles de interrelación económica han sido impulsados por una asociación estratégica integral y por la participación del Perú en la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Al mismo tiempo, la política exterior multilateral del Perú es más convergente con la de China que con la de los Estados Unidos. En el 77º periodo de sesiones de la Asamblea General (2022), el índice de convergencia del total de los votos peruanos con los de China fue del 68.67%. Por encima de las coincidencias con los Estados Unidos, que solo ascendieron al 32.53%. Con Chile, se elevaron al 91.57%. Lo que denota aún más el margen de autonomía.

¿Cuál es la explicación, si el Perú y los Estados Unidos son democracias representativas y China un régimen político de democracia popular de socialismo nuevo, basado en un partido único? La respuesta se encuentra en la naturaleza del actual sistema internacional. No existen en el mundo zonas de influencia que alineen a los países medianos y pequeños con un supuesto polo

de poder mundial. Más aún, no existen polos de poder mundial, como en la Guerra Fría. No existen zonas de influencia. En términos globales, los intereses nacionales priman sobre las alianzas o las identidades ideológicas.

Por eso, hablar de un “no alineamiento activo” en el actual sistema internacional en transición es un error conceptual. Refleja un desconocimiento de la realidad internacional. Al no haber zonas de influencia, las relaciones entre los Estados se resuelven a través del ejercicio de su independencia y autonomía nacional, con los límites de asociaciones económicas o militares. Y, aun así, son porosas. Flexibles.

En ese contexto, plantear una disyuntiva para la política exterior del Perú – ¿más cerca de China o de los Estados Unidos? – es un error capital. Primero, porque no tiene correlato con la realidad: el sistema internacional no exige esa disyuntiva. Segundo, porque los intereses nacionales no se definen en función de los intereses de otros países. Hacerlo sería extraviar a la patria en el mundo. Se definen en función de los intereses del Perú: de su población, de sus empresarios, de sus emprendedores, de sus trabajadores, de las familias peruanas y, evidentemente, del Estado nacional.

Las relaciones externas del Perú tienen una naturaleza diversificada. Plural. Esto se simboliza en el destino de sus exportaciones, con cuatro grandes mercados: China (36%), los EE. UU. (14%), América Latina (13.8%) y la Unión Europea (11%). En sus índices de convergencia política con las potencias del sistema esta pluralidad es una ventaja diplomática estratégica que hay que preservar.

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