Resistiendo a la invasión y acercando la paz

Columna
El Mercurio, 21.08.2024
Yurii Diudin, embajador de Ucrania en Chile

El 24 de agosto de 1991 se cumplió el sueño de muchas generaciones de ucranianos: después de la caída de la URSS, Ucrania finalmente obtuvo su independencia y su oportunidad de realizarse como una nación libre y soberana. Treinta y tres años después de esta fecha, nuestro país nuevamente tiene que resistir y luchar por preservar su independencia y soberanía, en medio de la mayor guerra en Europa en los últimos 90 años.

Los ucranianos somos un pueblo pacífico y trabajador, con muchas tradiciones históricas y culturales, que nunca ha atacado a otros países. Pero a lo largo de nuestra historia milenaria, en numerosas ocasiones tuvimos que resistir invasiones de Estados más poderosos que codiciaban nuestros territorios.

La actual agresión rusa a gran escala que empezó hace dos años y medio, en febrero de 2022, no solo trajo enormes sufrimientos al pueblo ucraniano —con la muerte de miles de personas, entre militares y civiles, incluidas mujeres, niños y ancianos— y la destrucción de enorme cantidad de objetivos de infraestructura civil, como edificios residenciales, hospitales, escuelas, jardines infantiles, museos, iglesias y otros. Este ataque cruel y no provocado también violó todos los principios básicos del Derecho Internacional, como el respeto por la integridad territorial de los Estados, la inviolabilidad de las fronteras, la no intervención en asuntos internos de otros países, entre muchos otros.

Es natural, pues, que la paz sea el objetivo y anhelo más querido de nuestro martirizado pueblo. Pero también estamos seguros de que tiene que ser una paz justa, estable y duradera, y no una tregua que le permita al país agresor acumular fuerzas y luego volver a atacar ya no solo a Ucrania, sino también a países vecinos de Europa.

Y este deseo de lograr una paz justa para Ucrania es compartido por la mayoría de los Estados democráticos y civilizados del mundo, lo cual fue confirmado por la primera Cumbre de Paz, que se celebró en junio pasado en Suiza, con participación de líderes de más de 100 países y organizaciones internacionales de todos los continentes, incluido el presidente Gabriel Boric. El éxito de esta Cumbre nos permite avanzar hacia nuevas iniciativas, preparando con la comunidad internacional una hoja de ruta de paz común que pueda ser presentada a Rusia si esta recuperara la razón y estuviera dispuesta a negociar en serio. Pero el principio básico es invariable: debe ser asegurada la soberanía de Ucrania dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente, para lo cual las tropas rusas deben ser retiradas de todos los territorios ucranianos que ocupan ilegalmente.

Considerando la situación en los campos de batalla, creemos que la llegada de armamento moderno de nuestros socios para el ejército ucraniano permitirá defender mejor a la población civil contra ataques aéreos, y cambiar el curso de la guerra a favor de Ucrania, obligando a Rusia a negociar en serio el fin de este conflicto, con base en la Carta de la ONU y el Derecho Internacional. Y, de esta manera, preparar el terreno para que podamos festejar el próximo aniversario de nuestra independencia ya en ambiente de paz, reconstruyendo nuestro país con la ayuda de países amigos de todos los continentes y volviendo a diseñar y realizar muchos proyectos de cooperación económica y cultural que fueron suspendidos con la invasión rusa.

Ucrania, con su población altamente educada, las tierras más fértiles del mundo y rica en recursos naturales, tiene todos los prerrequisitos para volver a ser lo que era antes de la guerra, un país de altas tecnologías, líder en producción agroindustrial a nivel mundial, y poder convertirse, finalmente, en un miembro de pleno derecho en la familia de pueblos democráticos europeos.

La victoria ucraniana significará también el triunfo del mundo moderno y civilizado sobre la barbarie; de los principios y valores democráticos sobre el expansionismo autocrático; del orden mundial basado en reglas sobre el voluntarismo de dictadores. Por esta razón, los ucranianos, que estamos defendiendo nuestra tierra y nuestro derecho de seguir existiendo como una nación soberana, estamos determinados a seguir luchando lo que sea necesario para ganar esta guerra, acabar con pretensiones imperiales del liderazgo ruso y asegurar un futuro de paz para nuestro pueblo, para Europa y para todo el mundo.

¡Feliz aniversario número 33, nuestra querida Ucrania!

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