Ucrania, desafío del PC a Boric

Editorial
El Mercurio, 25.09.2023
Cual tiempos de Guerra Fría, la colectividad parece volver a alinearse con Moscú

Aunque se encontraba abocado a su proceso de sucesión interna, el Partido Comunista no dejó pasar en estos días la oportunidad de volver a marcar diferencias con la línea oficial del Gobierno en un tema de máxima trascendencia: la guerra en Ucrania. Bastó que el presidente Boric se reuniera en Nueva York con su par Volodimir Zelenski, para que dos diputados PC arremetieran contra este último. Por cierto, también la nota del diario El Siglo que informó del encuentro insistió en cuestionar al gobernante ucraniano. Ello, en coherencia con la línea que ha mantenido la colectividad desde que se iniciara el ataque ruso, en 2022, y que antes llevó a sus parlamentarios, primero, a intentar oponerse a que Zelenski hablara por videoconferencia ante el Congreso chileno y, luego, a ausentarse de su exposición.

Para justificarse, los dirigentes comunistas básicamente han hecho suya la narrativa rusa del conflicto: por una parte, culpando al “militarismo” de Estados Unidos y la OTAN —cual si el origen de la guerra fuera otro que la invasión de un Estado soberano—, y por otra, acusando influencia neonazi en Ucrania. Esto, replicando proclamas del régimen de Vladimir Putin, que ha presentado su “operación especial” como una cruzada “desnazificadora”, cual si el propio Zelenski no fuera de origen judío (familiares suyos fueron asesinados por los nazis).

Algunos han querido entender este alineamiento recordando la trayectoria del PC chileno, históricamente fiel a las instrucciones de Moscú durante toda la Guerra Fría. La explicación es difícil de sostener. Está el “detalle” de la caída del régimen soviético hace más de tres décadas, pero además se agrega un hecho peculiar: al cuestionar a Zelenski y asumir parte del discurso ruso, los comunistas chilenos entran también en coincidencia con buena parte de la extrema derecha europea y norteamericana. El propio expresidente Trump ha mantenido una ambigua postura. Tal compañía no ha de ser ideológicamente cómoda para nuestro PC, si bien cosa distinta ocurre cuando se trata de los aliados de Putin en América Latina, donde son dictaduras de izquierda —Venezuela, Cuba y Nicaragua— las que encabezan la lista, o cuando China y Corea del Norte han dado ostensibles señales de cercanía con Moscú.

Con todo, observando con más atención, la aparentemente paradójica suma de regímenes y líderes con los que se asocia el PC, en su postura frente a la guerra tiene a lo menos un elemento común: sus inclinaciones autoritarias —cuando no francamente dictatoriales—, con el consiguiente desprecio a los procedimientos y valores de la democracia, en lo que puede ser un clivaje mucho más decisivo que el alineamiento de derechas o izquierdas dentro de un convulso escenario internacional. Desde esa perspectiva, cabe celebrar la clara posición asumida por el presidente Boric en el tema, pero también advertir cuán inquietante es que uno de los principales partidos oficialistas lo desafíe en este punto crucial.

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