Carta OG Review, 26.06.2023 Jorge Canelas Ugalde, embajador (r)
Carlos Ominami persevera en su lealtad al presidente Lula da Silva, apoyando su pretensión de liderar “una nueva integración” regional. Quedan claros sus nobles sentimientos de amistad y gratitud. Otra cosa es que se lleve ese sentir personal al terreno de la política una verdadera de integración regional. Como la necesidad de integración es tan real como los sucesivos fracasos en buscarla, el autor reconoce esa gran dificultad. Queda corto, eso sí, en cuanto a la magnitud del desafío, al decir que vagamente que se debe superar “una retórica integracionista que ha caído en el desprestigio”.
El “desprestigio de la esa retórica integracionista” es insignificante, comparado con el desprestigio de la política que instaló la corruptela repartida por las empresas ODERBRECHT y OAS desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego; ese esfuerzo “integracionista” tuvo como factor clave a la cúpula del PT de la época. Después de esa “joya”, bien harían los países sudamericanos en buscar a otra una figura más seria que les los represente frente al resto del mundo, (por muy ardua que sea esa tarea, en los tiempos que corren).
El autor ni siquiera nombra a la fallida UNASUR, cuando señala que “la nueva integración debe hacerse cargo de las críticas fundadas a la experiencia anterior”. El nuevo proceso, concluye, debe enmarcarse “en un riguroso pluralismo”. Nuevamente, Ominami omite convenientemente el rol protagónico que ha tenido Lula da Silva en el Foro de Sao Paulo, desde el momento de su fundación en adelante, acción que dista mucho de lo que se entiende por pluralismo…
En suma, abunda el “wishful thinking” y escasea realismo para dar fundamento y credibilidad a una nueva aventura integracionista, con Lula a la cabeza. Si proponer una moneda común y resaltar como invitado de honor al dictador Maduro no fuera suficiente, al buscar por enésima vez un proyecto de integración regional, con el ideologismo extremo que predomina en la región, se asegura un nuevo fracaso.
