Bachelet y el problema de la monarquía presidencial

Editorial
OpinionGlobal, 31.12.2015

La transición del 2015 al 2016 se ha visto caracterizada por el esfuerzo de los analistas políticos para entender el estilo de liderazgo y de gestión de Michelle Bachelet, sobre todo tras la extrañísima, sorpresiva y "clandestina" visita de la presidenta a la conflictiva IX Región sin su ministro del interior DC Jorge Burgos, catalogada como un desaguisado mayúsculo. A ello se suman varios eventos previos, entre otros, el desconocer las encuestas de opinión por el simple hecho de que castigan al gobierno, tomar las críticas de la oposición como un rechazo per se de las reformas, insistir en la necesidad de una nueva constitución, despreciar los consensos en política y no dialogar con la oposición, etc.-

Por qué este comportamiento presidencial tan obtuso y tozudo? Los análisis varían desde la perspectiva político-ideológica (cambio de modelo), la mala asesoría, hasta la sicoanalítica (carácter de la presidenta), dependiendo de si el énfasis se pone en la cruzada de la izquierda ultra chilena que busca refundar el país y evitar que se vuelva a dar un gobierno de derecha (tipo Piñera), o bien, en el hecho esencial de que Bachelet está marcada por el secretismo, las desconfianzas, los silencios y las vivencias emocionales odiosas (Caval y la relación con su hijo Sebastián Dávalos).

La situación política chilena no ha hecho más que desmejorar en estos dos últimos años. Al principio, las críticas apuntaban al errado voluntarismo (retroescavadora) de la Nueva Mayoría, luego fueron dirigidas hacia la improvisación y la falta de capacidad técnica en la gestión gubernamental (confección de las reformas) y, ahora, se concentran en la persona misma de la presidenta. En fin, el problema no parece ser la mala asesoría política o comunicacional, ya que Bachelet no acepta el coaching ni que la pauteen, sino el pobre liderazgo de una enigmática Jefa de Estado ("no me conocen"). Es ella la que está perjudicando al gobierno, a la alianza política que sustenta a éste, y al diálogo entre todos los chilenos.

En razón de lo anterior, cualquier estudio sobre el llamado "proceso constituyente" debería partir por revisar el sistema político presidencialista cuasi autoritario, imperante en Chile desde la Constitución de 1925 más los resabios de la dictadura (1973-1990): la monarquía presidencial. Queremos más poder para que Michelle Bachelet y una minoría del país impongan sin contrapeso sus ideas populistas o, por el contrario, más restricciones para que presidentes incompetentes o demasiado radicales -hoy o en el futuro- estén debidamente contenidos?

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