Carta La Tercera, 11.07.2018 Ricardo Concha Gazmuri, embajador (r)
Un grupo de políticos de la izquierda chilena ha cuestionado el accionar de la justicia brasileña, saliendo en defensa del expresidente Lula da Silva, condenado en segunda instancia, por delitos de corrupción política. Además, el exmandatario enfrenta otros seis juicios por corrupción, lavado de activos y obstrucción a la justicia.
Sería interesante saber por qué este grupo no hizo lo mismo frente a la justicia o el Ejecutivo de Venezuela, ante la prohibición que recayó sobre Leopoldo López, Henrique Capriles y otros, de participar en la recientes elecciones de ese país. Igual interrogante se podría formular en relación a la pasada “designación” presidencial cubana. Es más, varios de los firmantes, han sido bastante renuentes en condenar el evidente y acelerado detrimento de la democracia en Venezuela. En cuento a Cuba, mejor ni hablar.
El lamentable doble estándar y sesgo político con que algunos sectores de la izquierda adoptan sus posiciones sobre el funcionamiento democrático y el respeto a los derechos humanos, distorsiona por completo la indispensable ecuanimidad y subjetividad analítica. De ahí que iniciativas de esta índole aparezcan poco serias y desnaturalizadas.
Nadie puede dudar de que en Brasil, a pesar de la profunda crisis por la que atraviesa, sí existe un estado de derecho. Por ello, tampoco parece políticamente pertinente que un grupo de figuras nacionales se apresure a descalificar procedimientos judiciales en marcha en ese país, con el simple propósito de respaldar a un político de sus simpatías. Hay que dejar que las instituciones funcionen. Definitivamente Brasil no es Venezuela y mucho menos Cuba.
