El asilo contra la opresión

Columna
La Tercera, 08.06.2018
Juan Salazar Sparks, cientista político, embajador (r) y director ejecutivo de CEPERI
A pesar del giro ideológico de América Latina y la retirada de gobiernos populistas de izquierda, persisten algunos desafíos mayores en la región

En Argentina, el primero de los países en 'derrotar' el populismo (kirchnerismo), el Presidente Macri ha tenido que acelerar su política 'gradualista', porque no consigue bajar la inflación ni producir los ajustes que requiere la economía argentina. Su socio brasileño también se encuentra complicado por una crítica situación interna de carácter política y como resultado de la corrupción. El populismo del PT fue defenestrado, pero el gobierno Temer está debilitado y el panorama electoral se presenta incierto.

La reciente primera vuelta en Colombia arrojó como ganador al candidato del Centro Democrático ('urbista') Iván Duque, quien como eventual presidente colombiano reafirmaría la tendencia regional liberal y pos-populista ("no permitiremos que Colombia se vuelva como Venezuela", ha dicho).  Sin embargo, su país se encuentra altamente polarizado entre sistema y anti-sistémicos, derecha e izquierda, y los partidarios de la pacificación versus los que se oponen a la impunidad.

Perú es otro ejemplo de perseverancia democrática y apertura económica liberal, así como un socio importante para Chile en la sustentabilidad de la Alianza del Pacífico, aunque se vio impactado por la misma ola de corrupción del Brasil y su nuevo presidente Martín Vizcarra está ocupado de afirmar la institucionalidad y el desarrollo del país.

El nepotismo de los Ortega-Murillo está siendo duramente cuestionado por las fuerzas democráticas en Nicaragua y las pretensiones de Evo Morales para eternizarse en el poder pueden lanzar a Bolivia al despeñadero. Ecuador, en cambio, sigue siendo una incógnita en cuanto a los realineamientos en América Latina. Es cierto que su presidente Lenin Moreno se ha encargado de "descorreizar" el país, pero su política exterior no se decide aún a 'penalizar' la dictadura de Maduro o a desvincularse con los demás casos de populismo.

El proceso eleccionario que se avecina en México resulta clave por el peso específico que tiene dicho país en la región (junto a Brasil). Aunque no está dicha la última palabra, el populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha conseguido una clara ventaja. La duda es si AMLO posicionará o no a México en contra de la corriente regional mayoritaria, brindando un mayor 'respiro' a Venezuela y afianzando los lazos con Cuba.

Dadas las señaladas vicisitudes, nos preguntamos quién podría articular las futuras gestiones diplomáticas en el Grupo de Lima y la OEA (con los EEUU, Canadá, y con la UE). En su primera Cuenta Pública, el Presidente Piñera sostuvo que Chile seguirá siendo "el asilo contra la opresión" y el defensor de la libertad donde quiera que ella se vea amenazada. Por su parte, el Canciller Ampuero tuvo un duro intercambio con su colega chavista en el plenario de la Asamblea General de la OEA en Washington, demostrando que ahora Chile no "guardará silencio" frente a la crisis venezolana. Se entiende, entonces, que asumiremos una política pro-activa para sancionar a los Maduro, Ortega y demás populismos antidemocráticos, tanto en el plano bilateral como multilateral.

Nuestra política exterior no se limitará a condenar las dictaduras. El presidente nos ha recordado que Chile reforzará la estrategia de liberalización comercial en la región, ya sea ampliando la Alianza del Pacífico (Argentina, ¿Ecuador?) como suscribiendo nuevos TLC (Argentina, Brasil). También cabría esperar nuevas iniciativas para la integración regional, tan desprestigiada en el pasado (voluntarismo retórico e inefectivo), pero que ahora podrá construirse a partir de la integración física, energética y económica con nuestros vecinos.

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