El sentido común y el buen gobierno

Columna
El Montonero, 30.11.2018
J. Eduardo Ponce Vivanco, embajador (r) y ex viceministro de RREE peruano
Pagamos los errores de nuestros gobernantes

El abecedario de la “competitividad” fue recordado por Elmer Cuba hace dos días en El Comercio para que lo tengan presente los representantes gubernamentales en la CADE, pues varios de ellos necesitan enterarse de lo que enseñaron Smith y Ricardo en los siglos XVIII y XIX sobre las ventajas absolutas y comparativas. Deberían reflexionar también sobre la inconveniencia de ofender el sentido común con desincentivos tan inoportunos como la liquidación de contratos con la empresa Telefónica, que encabeza la inversión extranjera en el Perú. Un presente griego para los empresarios que organizan un evento tradicionalmente aprovechado por los gobiernos para fomentar la inversión privada.

En el escenario global también se extrañarán los principios que alumbraron el liberalismo y la prosperidad mundial. La bulliciosa inauguración del G 20 en Buenos Aires anuncia uno de sus encuentros más tensos y desperdiciados. Antes de aterrizar en Argentina, Trump canceló el encuentro previsto con su amigo Putin a raíz de la situación bélica iniciada entre Rusia y Ucrania. Este portazo al diálogo se suma a la incertidumbre que planea sobre el Brexit, la conflictividad migratoria a gran escala y, más grave todavía, a la guerra comercial promovida desde el Tweeter que ahora maneja la política de Estados Unidos, al mejor estilo de las broncas adolescentes que su presidente propugna en “The art of the deal” (o cómo llegar a un acuerdo mediante el uso de la fuerza), el “ideario” trumpiano convertido en manifiesto gubernamental.

En su editorial más importante (“Chip wars: China, America and the silicon supremacy”) el último Economist sostiene que el verdadero objetivo de Washington al acudir al primitivo armamento que EE.UU. utilizó después del crash de 1929 —el proteccionismo arancelario y el mercantilismo— es impedir que los chinos alcancen su nivel tecnológico accediendo a los microprocesadores patentados por empresas como Intel y similares. La prestigiosa revista afirma que los gastos chinos en este campo superan sus importaciones de petróleo. Nada menos.

Lo peor es que los costos globales de “America first” serán fatales en términos de la destrucción del único sistema internacional institucionalizado disponible para la comunidad internacional: el que fue construido bajo el liderazgo norteamericano sobre los escombros de la II Guerra Mundial, en base a la frustrante experiencia de la primera gran conflagración que marcó el nacimiento de la inservible Sociedad de Naciones en 1918. Si la democracia es un sistema imperfecto para dirimir la desigualdad inherente a las sociedades humanas, el multilateralismo encarnado por las Naciones Unidas y los organismos intergubernamentales son su precario equivalente en una sociedad integrada por Estados capaces de poner su soberanía por encima de la ley internacional y del sistema que se desmorona por obra y gracias de la misma potencia que lo generó.

Lamentablemente, así como no sería irrazonable esperar que el empeñoso Presidente Vizcarra anuncie en Paracas que la eficiencia y la competitividad serán valiosos instrumentos para combatir la corrupción (designando ministros apropiados en las carteras decisivas), sí sería ilusorio imaginar cambios razonables en la conducción arbitraria y populista de la Casa Blanca que por desgracia nos afecta a todos.

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