España: La gota que rebasó el vaso

Columna
Blog del Grupo Avila, 27.01.2018
Milos Alcalay, embajador (r) y ex viceministro de RREE venezolano

La expulsión del Embajador de España Jesús Silva ha sido “la gota que rebasó el vaso” al producir la reacción en cadena de la Unión Europea, América Latina, Canadá, Estados Unidos y otros países del mundo. En Davos, durante la reunión a la que acudieron Jefes de Estado, empresarios y destacadas figuras mundiales, varios Presidentes mostraron su preocupación con el desequilibrio producido por la diplomacia venezolana. En encuentros bilaterales como el del Eliseo que reunió a los Presidentes de Francia y Argentina,  Macron  y Macri, el Mandatarios francés señalo que la UE debe aumentar las sanciones; mientras que Macri resalto la gravísima situación que amerita nuevas acciones más contundentes en relación al país caribeño. En ese mismo sentido se pronunció el Secretario General de la OEA Luis Almagro en Davos, al señalar que deben adoptarse posiciones más firmes para frenar al régimen de Venezuela. No debe extrañar  que la grave situación venezolana pueda entrar a ser considerada como tema de la agenda del Consejo de Seguridad, que es la única entidad que tiene la posibilidad del uso legitimo de la fuerza para remediar el colapso venezolano, tal como han exigido legisladores norteamericanos.

Ello demuestra que el colapso del Gobierno del Socialismo del Siglo XXI no se percibe solamente como una pesadilla social, humana, alimentaria, medica, política, económica,  financiera y ética, sino también diplomática. El Gobierno  emite notas de protesta e injurias cada día, ante una comunidad perpleja por tanta torpeza, ya que  en  la historia de las relaciones internacionales nunca ha existido un Estado que ha usado y abusado de una figura jurídica para agredir de manera innecesaria a los países con los que mantiene relaciones diplomáticas.  Los Gobiernos  del Mundo agredidos por el Gobierno Venezolano -como resultado de lo que he denominado una “diplomacia de carritos chocones”- ven con angustia, preocupación e indignación como una elite inescrupulosa  grita, insulta, chantajea y agrede a países que lo que hacen es recordarle a los gobernantes de Venezuela la necesidad de que cumpla con los Acuerdos Internacionales suscritos en materia de Democracia (Carta Democrática); Derechos Humanos (Declaración Universal), lucha contra la corrupción, lucha contra el narcotráfico, y sobre todo, por negarse a admitir una ayuda internacional que le dé solución a la crisis humanitaria que ha ocasionado que muchos ciudadanos encontraran la muerte por falta de comida o medicina. A ello se suma una diáspora venezolana  de más de 4 millones de migrantes desesperados buscando sobrevivir, cuyo creciente número de desplazados ha comenzado a desequilibrar a Naciones vecinas que no estaban preparadas a recibir tal número de víctimas del desastre totalitario.

El país que era el más rico de América Latina es hoy el más pobre pero la elite gobernante inunda los Bancos del mundo con cuentas en millardos de dólares, ante un Fiscal que en vez de cumplir con una investigación plena, solo se concentra en atacar a los disidentes. Las sanciones internacionales  individualizadas le impiden a los gobernantes fallidos que se desplacen impunemente en sus respectivos países. El vaso se rebasó. La “Fiesta” terminó.

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